--------------------------------
Originalmente este capítulo iba a ser después de que regresaran del viaje, pero luego pensé: ¿cómo puede ser que escribo un protagonista ecuatoriano y no hay ningún capítulo en Ecuador? Así que acá estamos. Home sweet home.
--------------------------------
2012
Guayaquil, Ecuador
Toni estaba viendo Enredados otra vez. Había cometido un gran error al confesarle a Pauli, su sobrina de cinco años, que nunca la había visto. Ahora ya empezaba a aprenderse algunos diálogos de memoria. En español.
Así que ahora allí estaba otra vez, tarareando la melodía de “Mi sueño ideal” mientras Paulina cabeceaba en su regazo. Era la hora de la siesta.
En el otro sofá, su prima Lola acariciaba el cabello de Carlitos mientras a éste empezaba a vencerlo el sueño también. Toni había notado que murmuraba los diálogos de la película a modo de arrullo. No era ninguna sorpresa que se la supiera de memoria; después de todo, Pauli era hija suya.
Se hallaban en la casa de la tía Adri, una de las hermanas de su padre. Toni y Lola eran los encargados de entretener a los niños mientras los adultos se ocupaban de los preparativos para la fiesta.
Era una fiesta de despedida en honor a Toni y Chris, ya que esa noche tendrían que viajar de regreso a Estados Unidos, tras pasar el Año Nuevo en Ecuador.
Había sido una decisión apresurada. Toni compró los boletos a último momento, ni bien Chris le aseguró que no tenía problema en acompañarlo. Y así había terminado reencontrándose con su familia después de varios años y pasando un 31 de diciembre bajo 33 grados. Estaba feliz de haberlo hecho, sinceramente.
Su familia ya conocía a Chris, por supuesto, pero se sorprendieron de verlo retornar a sus vidas después de tantos años. Chris les dio un abrazo de oso a cada uno, encantado por el reencuentro. Conoció a los sobrinos de Toni –pues la mayoría de ellos había nacido después de que Toni dejara la banda–, y jugó con ellos sin cansancio. Chris también había caído víctima de la fiebre por Enredados.
Habían pasado el Año Nuevo en casa de la tía Adriana, que tenía un jardín amplio, y bebieron champán y vieron los fuegos artificiales todos juntos. Los nietos de Adriana habían elegido un muñeco horroroso de Kung Fu Panda para quemar.
Era una costumbre ecuatoriana que a Toni le divertía: solían reunirse todos los vecinos y quemar juntos monigotes hechos de cartón, papel y acerrín. Chris no terminaba de entenderlo y, aunque lo negaba una y otra vez, Toni lo había visto encogerse de miedo ante el estruendo que hacían las pequeñas explosiones.
Se besaron a las doce de la noche en punto, cenaron todos juntos, bailaron. Y aunque el español de Chris era un poco limitado, Toni vio que se estaba divirtiendo. No necesitaba hablar fluidamente el idioma para ser el alma de la fiesta.
Pero ahora, una semana después, su regreso era inminente. Ya habían terminado de empacar. Tendrían que estar en el aeropuerto en unas horas, y Toni extrañaría esa parte de sí mismo. Aunque, al menos por ese momento, se contentaba con mirar Enredados en español por vigésima vez con la cabeza de Paulina apoyada contra sus piernas.
Desde la puerta abierta del jardín llegaban las voces opacadas de Toño Morales, Chris y los otros dos primos de Toni. Estaban tratando de prender el fuego para la parrilla.
Desde la cocina, se oía el cuchicheo y las risas de Lorena juntos a las tías de Toni, Adriana y Azucena.
Toni, al ser considerado definitivamente inepto en cualquier materia culinaria, había sido relegado a cuidar de los niños, al igual que Lola.
–Bueno, creo que terminamos, ¿no? –Dijo Toni, al ver que tanto Pauli como Carlitos tenían los ojos cerrados. Todavía quedaba Abigail, pero ella ya tenía once años y no se consideraba a sí misma una niña.
Lola sonrió con cansancio. Siempre se habían llevado bien, tal vez porque sólo había un año de diferencia entre ambos.
–Si apagas la tele, te aseguro que Pauli se va a despertar –le advirtió al ver que Toni trataba de alcanzar el control–. Y la va a poner desde el principio.
–Uff, está bien.
La película estaba bastante bien, en realidad. Pero quizás a Pauli le vendría bien ver alguna otra película además de Enredados de vez en cuando.
El sonido de las risas desde el jardín lo distrajo de ver una vez más cómo Flynn Rider entraba en pánico al enterarse de los poderes mágicos de Rapunzel.
Echó un vistazo en aquella dirección, enarcando las cejas. No estaba seguro de qué tanto podía seguir Chris la conversación, a pesar de que había demostrado tener un dominio del español más aceptable de lo que Toni esperaba. Por supuesto, eso no impedía que pudiera reírse a carcajadas con sus primos como si fuera otro guayaquileño más.
–¿Sabes? Siempre supe que volverías con él –dijo Lola de repente, siguiendo su mirada. Toni sintió que las mejillas le ardían un poco, pero su prima sólo sonreía–. Me sorprendió mucho cuando me enteré que habían terminado, hace años. La manera en que ustedes dos se miran… eso no deja ir así como así.