Toco las estrellas por ti.

capitulo 4

Mojados hasta el culo.

 

 

Una vez estaba leyendo un folleto de yoga, y me absorbió la parte que decía que caminar te ayudaba a aclarar la mente. Que si la tenías hecha una mierda por tanto pensar y pensar, la movilidad en un ritmo acompasado de tus extremidades contribuía a relajar los músculos que trabajaban con tu cerebro. 

Puse en práctica esa teoría. 

Esa misma tarde y por primera vez en la vida de esta samaritana, no tomé el autobús que me llevaba de regreso a casa. Decidí andar a pie y analizar las cosas en un lugar mas abierto. Mas... Libre. Si, libre. Porque tu sabes, echar a andar los engranajes de tu cerebro en un sitio encerrado, donde casi ni respiras, donde escuchas hasta un pedo y donde se huele hasta el eructo del chófer, no aclara pero ni siquiera las vocales. Y yo lo que quería era pensar con coherencia todas las maldiciones posibles que se les pueden soltar a una persona tan bicha como Hillary. Y sentada en el autobús no podría ni sacarle sinónimos a la palabra vil.

¿Cómo una persona puede amenazar a otra con matarle a un ser querido con tal de obtener lo que quiere?

¿Cómo una persona puede obligar a otra a prostituirse por puro y mero capricho de su novio o lo que sea que sea esa vaina?

La verdad no lo entiendo. O si. Todo gira en torno al cochino dinero. Al sucio y detestable dinero. Porque me vas a disculpar, pero Hillary no hace las cosas de gratis. Algo recibirá a cambio.

Por un momento en el camino se me cruzó por la cabeza acusar a Hillary con la directora Trexboll. Decirle lo de su camada de perras. Despifarrarla hasta quitarle la mascara de Trixie, la chica de la que está enamorado Timmy Turner (Vease los padrinos mágicos, je). Pero así como me vino el pensamiento, rapidito salió volando. Es decir ¿Cómo voy a acusar de putas a unas, si mi hermana lo es también? Osea, incoherencia de la andanza. 

La taché con marcador de mis sesos.

También se me ocurrió contarle a Malia la situación. Ya sabes, el último recurso que utilizas antes de rendirte. Pero lo Indagué a fondo y concluí que eso habría salido de la siguiente forma: Malia cabreada. Malia insultando a Jack. Jack reclamándole a Hillary. Y finalmente, Hillary divulgando todo todito todo. Así que esa tampoco iba.

La taché con pintura negra de mis ocurrencias.

Tal vez era el frío que estaba pegando, o tal vez eran los pasos rápidos que estaba dando por el chaparrón de agua que se avecinaba, pero mis ideas eran tan idiotas que las de un niño se quedaban bien pendejas.

Me rasqué la cabeza a ver si algo se me venía a la mente. Algo que dijera "esto es. Ejecutalo, mi amor". Observe el cielo y un escalofrío conjeturado me atravesó la espina dorsal. Si no me apresuro, voy a darme un buen baño.

Entre pisada y pisada me rendí como soldado derrotado, con sólo dos opciones a escoger. Claro, que las dos son tan jodidas que en cualquiera salgo perdiendo como el coyote.

Ir y no ir. Las dos tenían su visión y su reacción. Las dos tenían consecuencias. Pero era una de esas o no era nada. Y nada es una mierda...

Veamos. Si elijo ir, pondría a salvo a Malia. No le harán nada y todos felices y contentos. Claro, que la única perjudicada voy a ser yo. Hillary se saldría con la suya y me vendería como cachorrita en su primer celo. Si elijo no ir, esa es otra cuestión. A Hillary se le jode el plan y le restregarán lo inútil que es. ¿Pero sabes que pasará luego? Si, a Malia se la lleva la pelona y a mi un posible viejo falto de biagra.

Ir o no ir... Ve ahí el dilema. Por dios ¡Que coño voy hacer! Esto del dicho de "entre la espada y la pared" si que se te mete en el fondo...

Una gota.

Dos gotas.

Mas gotas...

Alzo la vista al cielo y una grandota me cae en un ojo. Por la ostia. Ha comenzado ha llover.

¿Piensas que me quedé parada como sopenca? No, chica ¡A correr se ha dicho!

Mis piernitas flacas comienzan a moverse calle abajo. Mientras mas corro, mas llueve. Cojo el bolso y lo cubro con mis brazos, impidiendo que no se empape de agua. ¿Te imaginas que se mojen mis libretas? Duraría un mes entero sin despegar las narices de un cuaderno recuperando los apuntes. Mi mano moriría de un calambre. O de un paro manático. O de un...

Diosito ¿No pudiste mandar el agua cuando tuviera un pie dentro?  En serio, siento hasta las nalgas mojadas. El uniforme se pega a mi cuerpo y es putamente incomodo. No sé como hacen las tías que participan en los concursos de camisas húmedas. Esto se siente del culo.

Cuando estoy cerca de casa visualizo frente a la verja un coche aparcado. Dejo de correr y me voy caminando de a poco. Ya sabes, para darle drama a la escena. Total, ya estoy completamente empapada, asi que ñeh. Es un audi negro y pulcramente bien cuidado. Por las pintas que tiene ha de ser de uno de los clientes de Malia. Un papi Mafia.

Giro los ojos con fastidio y reanudo el paso que llevaba. Corriendito.

Haré lo mismo de siempre: entrar por la puerta trasera, no llamar la atención y encerrarme en mi habitación hasta que se valla. Lo he ejecutado desde pequeña. Así le evito problemas a mi hermana.




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