Todas las veces que nunca me amaste

Capítulo 14

Creo que no estaba preparada para lo que iba a pasar mañana, pero de todas formas comenzaba a hacerme la idea de lo que la gente diría si mi padre llegara a ganar las elecciones. A los ojos de todos éramos una familia influyente y un modelo a seguir, teníamos una reputación que cuidar minuciosamente y que no aceptaba ni un simple error.

Llego a mi habitación después de haber cenado, obviamente, sola, James estaba enojado y no bajo a cenar, mi padre ordeno que le subieran la comida y no tenía ni idea de donde estaba Aaron. Decido entrar a bañarme y también bañar a Otelo, porque ya comenzaba a tener suciedad en su pelo. Luego, tomo la libreta y el álbum de fotos viejas. El rostro de mi madre, tan joven y reluciente me da de lleno en el corazón. Respiro profundo un par de veces para eliminar el sabor amargo de mi boca, seguía doliendo y sangrando la herida de su perdida.

Paso las hojas despacio, había muchas de cuando tenía 5 años y ella a mi lado. Tenía algunas con mi padre, yo arriba de sus hombros, o él besando con cariño mi frente. Las paso con rapidez, no quería ponerme a llorar. Las fotos de las vacaciones están al fondo de todo, y solo aparecemos mi madre y yo. Fue cuando nos fuimos a Francia, cuando fuimos al circo y cuando me llevo a conocer a mis abuelos en el cementerio. Recuerdo que ella lloro frente a sus tumbas y que yo también, porque no me gustaba estar triste. Relleno los espacios en blanco del crucigrama al descubrir que las referencias son los nombres de los lugares a donde fuimos. Luego, me indica que la primera letra de los nombres de las pistas es para formar una nueva. Cuento todas las letras y cuando escribo abajo en el crucigrama se forma una sola palabra, Middlemarch.

Me llevo la mano a la cabeza, frustrada. Pensé que sería un nombre conocido, no tenía ni una idea de lo que significaba esa palabra. Paso la hoja para ir a la siguiente pista, pero me topo con una cruz enorme y la letra de mi madre.

“No puedes pasar a la siguiente pista porque necesitas la otra. Piensa Tessy”

Suelto un gruñido por lo bajo. Mi madre siempre adelantada a todo, me conocía tan bien que me dejaba sin habla. Cierro la libreta con fuerza, quería descubrir el final de esto, me frustraba no saber que era lo que me había dejado. Tendría que revisar sus cosas, otra vez, para ver si dejo algo ahí.

Pongo la alarma y abrazo a Otelo para poder ir. Mañana iba a ser un día pesado.

 

—Buenos días —saludo a Charles antes de sentarme.

—Mi lady… veo que madrugo —se sorprende.

—El autobús pasa a las 7:14, tengo que llegar temprano.

Me sirvo leche tibia en el tazón para los cereales. Charles me deja una bandeja de pan tostado en frente, y también huevos revueltos.

—¿Desde cuándo quiere tomar el trasporte público?

—Mi padre nos recomendó comenzar a utilizarlo ayer —explico —. Es para demostrar que somos una familia que tiene contacto con toda la sociedad.

—Bueno, espero que no se pierda —me sonríe —. Si quiere puedo acompañarla a la parada.

—No te preocupes, se cómo llegar — mentira, era obvio que no sabía ni siquiera que autobús tenía que tomarme, pero para algo existía Google maps.

Desayuno con tranquilidad, tenía tiempo extra. Mientras saboreo los cereales, le mandó un mensaje a las chicas preguntando como se encuentran, le contesto a Jayden y también le mando a Mila, preguntando por su embarazo, tenía entendido que dentro de poco sería el parto y quería estar al tanto de todo.

Subo a buscar mi morral y me cepillo los dientes. Saludo con un besito a Otelo, y me despido de Charles luego de que me entregue mi lonchera. Los guardias de seguridad me abren la puerta de entrada y les agradezco. Tomo mi celular y busco la parada del autobús. No es lejos, queda a 2 cuadras y como tengo tiempo, camino a paso lento. Hay varias personas sentadas esperando, me acerco al tablero de información y busco el nombre del instituto. Una señora mayor sentada me mira de arriba abajo y ancla sus ojos en el logo de mi chaqueta. Me incomodo un poco, pero sigo buscando. Es el número 15 y pasara en 10 minutos.

Decido sentarme, pero no dura mucho porque una señora algo viejita y con bastón se acerca. La llamo y le doy mi asiento, me agradece, aliviada y se deja caer en la silla. Saco mi tarjeta del bus y como indica el cartel, en 10 minutos el autobús está en la parada. Le doy paso a las personas mayores y entro. El conductor mira, también como la señora, el logo de mi uniforme. Iba al instituto más caro del país, casi podía decir de Europa, era algo poco común que sus alumnos usaran el transporte público.

Saco mi boleto y busco un sitio libre. Google maps me dice que en 20 minutos llegaría a mi destino, así que me relajo escuchando música con mis auriculares. El bus para un par de veces, la gente sube y otras bajan y cuando menos me lo espero, mi celular vibra, avisándome que ya me toca bajar. Me deja justo en frente del instituto, lo que es un alivio.

Dentro del edificio hace menos frio, lo que me alivia, hoy tenía pinta de querer llover. Voy hacia mi taquilla, hoy a primera hora tenía las clases para el club de historia y estaba emocionada. Era una clase que de verdad quería tomar, junto con la de cálculo, hace varios años, pero siempre me limitaba y por fin había tomado el coraje para dejar de lado mis temores y hacer lo que de verdad quería. Estaba dando pasos agigantados que no me daba cuenta todo lo que había pasado para llegar a donde hoy estaba.

Llego al salón del club, el cual está desierto. Los asientos son individuales, lo cual me alivia un poco. Antes de que saque mis cosas, varias personas entran, entre ellas, el profesor. La clase comienza tranquila, nos hace presentarnos, lo cual para mis nervios no ayuda porque se disparan cuando es mi turno. Balbuceo mi nombre y nadie se inmuta, sino que hacen una reverencia y luego pasan a la chica que está detrás de mí.




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