Todas las veces que nunca me amaste

Capítulo 17

Mantenía fija mi mirada en los autos pasando de manera rápida. Hacia mucho frio en Londres hoy y, para mi mala fortuna, también llovía. Las gotas de agua me habían agarrado desprevenida cuando salí casi corriendo del instituto. Me disculpe con el profesor Lawer, pero no podía seguir en ese mismo lugar.

—¿Vas a estar toda la sesión sin hablar y mirando la ventana? —Phoebe suelta un suspiro.

—¿Es normal que la gente este tan llena de odio?

—Generalmente el odio viene acompañado con la envidia. Se empieza con solo dar un vistazo a la vida de los demás, que el odio comienza a salir.

Suelto un suspiro profundo. Era tiempo de que Phoebe supiera todo lo que había pasado en el instituto, de todas maneras, ella iba a poder ayudarme ¿verdad?

—Una vez, había ido a un partido del instituto. Aaron me había invitado y como era la primera salida en la que mi madre no estaba, creí que era buena idea salir para despejarme. Aaron dijo que me iba a hacer bien.

—¿Y qué paso?

Recuerdo el sonido ensordecedor de la campana, avisando que el juego había terminado. Recuerdo los gritos y los aplausos de la gente de nuestro instituto, porque el equipo había ganado. Recuerdo haber estado sola todo el partido y cuando me levante para ir al baño. Recuerdo los ojos inyectados de odio de Bruno cuando me acorralo en el pasillo que daba a los baños.

—Alguien me arrincono en una esquina cuando salía del baño —me quedo callada un momento antes de seguir —. No termino bien.

—Tess… me estas preocupando —me giro hacia ella y su cara esta completamente seria. —¿Qué paso?

—Me insulto, dijo que yo era la causante de todo lo que le pasaba a mi familia… que yo era la causante de todo lo que le pasaba a su familia. Dijo que yo no tenía derecho a estar en el mismo lugar que él, porque iba a contaminar todo…

—¿Por qué…?

—Menciono que la gente dañada como yo no teníamos permitido estar en un lugar con gente de bien… y me golpeo.

Phoebe se levanta de un salto de su silla y se acerca a mí, tomándome de los brazos y mirándome directamente a los ojos. Parecía alterada, y mi silencio solo agraviaba ese estado.

—¿Quién fue?

No digo nada, porque conocía mis limites y los de ella. Decir solo el nombre iba a traer consigo miles de consecuencias. No para mí, sino para la familia de Bruno. Él con su padre no se llevaba bien, el ojo casi morado que tenía ese día cuando se saco el casco luego de jugar me lo confirmo. Su padre no solo abusaba de su madre, sino también de él.

—N-no puedo decírtelo.

—Mira —se enoja, soltándome —, esto es algo serio, Tessandra. Estamos hablando de un maltrato dentro de una institución. Si esto se llega a saber…

—Ese es el problema —interrumpo —. Si se sabe, el chico que me hizo esto va a pasarlo peor que yo.

—Así que es un chico —observa.

Trago saliva, sin querer había dado un detalle importante. Bueno…  no era buena mintiendo, y claramente ella lo sabía. Tenia que elegir bien mis palabras.

—Eso es otro tema. Él sufre de violencia en su casa.

—Se desahoga contigo, Tessandra. Que te quede claro eso. Una persona que sufre violencia doméstica, va a buscar sentirse superior.

—Lo sé.

—¿Te ha dicho que no quiere que estés en el mismo lugar que él?

—Si… todo el tiempo lo menciona.

—Entonces lo frecuentas siempre —se sienta.

Ruedo los ojos, molesta.

“elige bien tus palabras.

—Es obvio que esta celoso de ti, el que reclame espacios significa que no quiere que le quites lo único que tiene.

—Yo no quiero quitarle nada —frunzo el ceño.

—Bueno, eso él no lo tiene en claro. Si me dijeras quien es, podría ayudarlo.

Dejo de tocar el tema. Si yo pude buscar ayuda por mi misma, él puede hacerlo. Bruno sabia las consecuencias ser humillado por la persona que más ama, sabe lo que le podría pasar a su madre si la situación sigue así. Le digo a Phoebe que ya tenía suficiente por hoy y con la cara totalmente preocupada ella me dice que no debo guardar algo que podría perjudicarme a futuro.

 

Llego a casa pasada las 7. Charles me pide que suba para poder lavarme las manos y comer, esta vez mi padre iba a estar en la mesa y según él, quería hablar con nosotros. 

Cuando abro la puerta de mi habitación, Otelo me salta, contento y empieza a ladrar.

—Yo también te extrañe —lo beso en la cabeza y ambos subimos a mi enorme cama.

Mi celular vibra en una llama y sonrío al ver que es nada mas y nada menos que la mismísima Mila Rinaldi.

—Hola, Mil.

—¿Eres de la realeza? —pregunta de golpe, demasiado sorprendida.

Me levanto de golpe de la cama, asustada y en patético intento de desesperación, termino la llamada. El corazón me va a mil, siento los nervios al límite.

Y Mila vuelve a marcar.

Ella no deja de marcar. Son mas de 40 llamas las que me llegan, luego, se detienen, y es ahí cuando el nombre de Cassi aparece, luego Jude. Jude nunca llama, siempre hablamos por mensajes, en cambio, Cassi y yo hablamos de vez en cuando.

¿Qué pensaran de mí? ¿me hablaran? ¿me trataran de otra manera? ¿dejaran de ser mis amigas?

El día no podía ir peor. No quería que ellos se enteraran del enorme poder que tenia mi familia, ni siquiera el dinero, es por eso que invente que mi padre era dueño de empresas. De cierta manera no mentí, pero no les dije toda la verdad. Sabia como se comportaba la gente cuando sabían quién eras y cuánto dinero tenías. No quería, otra vez, gozar del privilegio con el que nací. Menos con mis amigos.

Mila vuelve a llamar otra vez y enfrentándome al miedo creciente de mi interior, contesto la llamada. Ambas nos quedamos en silencio un momento, esperando a que la otra hablo. Tomo aire y con toda la vergüenza del mundo decido hablar.

—Lo lamento.

—¿Por qué dices eso?

—Debí decirles sobre mi familia.




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