Todas las veces que nunca me amaste

Capítulo 26

En el auto, camino a casa, todavía seguía consternada. Había acordado una cita de estudio con las chicas más populares del instituto, y en mi casa. Obviamente les textee a los chicos contándole de mi pequeña y esporádica charla con Beatriz rompe nariz. Harry se espantó, Beau mando un sticker de un perrito asustado y Max mando otro de bebe llorando. Trato de no reírme, pero no fue posible. Estaba desconcertada y alarmada al mismo tiempo, iba a dejar entrar a mi casa a una de las personas que más molestaba a gente como yo en el instituto. Todavía no entendía cómo había aceptado tal cosa.

Al llegar a casa noto un silencio que comúnmente no era tan pesado como este. Charles me recibe y le tiendo mis cosas. No le pregunto por mi padre, ya sabía la respuesta y James estaba en practicando con el equipo de futbol, estaba sola.

—¿Puedes subirme algo para comer?

—Claro, mi lady —me mira entusiasmado —. Le serviré un par de bizcochos que preparo Jane y algo de té, ¿Qué le parece?

—Me encantaría. Iré a darme una ducha —le informo.

—De acuerdo, su ropa ya está doblado y el postre que llevara está listo.

—Gracias, Charles —le agradezco y subo a mi cuarto.

Me tiro en mi cama para abrazar y besar a Otelo. El muy holgazán estaba durmiendo patas para arriba. Mi celular vibra en un mensaje y lo desbloqueo para leer.

“Saluda a tu primer sobrino, Tessy-bu”

Parpadeo un par de veces, sorprendida. El pequeño bebe de negros cabellos estaba al lado de una niña preciosa, del mismo color de pelo. Ambos parecían muy pequeños en la foto y estaban abrazados.

Respiro un par de veces para no ponerme a llorar y contesto el mensaje mandado un montón de caritas emocionadas, llorando, con corazones y muchos besos.

“ES PRECIOSO”

“LO SE”

“¿Por qué se adelantó el parto, Mila?, te dije que no tenías por qué estresarte”

“Nikolai apareció”

Hago una mueca. Habrá sido una sorpresa para él encontrar a Mila embarazada y se habrá sorprendido aún más cuando descubrió que eran 2 bebes.

“Te tomo por sorpresa. Lo lamento, Mil”

“Mucho. El condenado está más caliente que nunca”

“Esto es algo serio” Odiaba que se tomara todo a la ligera, Mila no tenía remedio.

“Esto es algo serio ¿Cómo es que yo engorde 10 kilos y el sigue como si nada?”

“Tu cuerpo es hermoso, con embarazo o sin”

“De todas maneras, el muy imbécil no me deja en paz. Esta pegado a mi como un chicle”

“Es su padre, es lo normal”

“Solo es el donante de esperma”

Finaliza y no quiero seguir tocando más el tema porque sé que todavía le duele.

“Pero no hablemos más de mí, ¿Qué tal tu cita con Aaron?”

No le contesto, ni siquiera podía. Parpadeo un par de veces para no ponerme a llorar como una niña. No pensé en él todo el día, ni siquiera lo había visto en el instituto y eso estaba bien. Traía algo de paz imaginar que él no existía, porque paraba mis pensamientos monstruosos creándose en mi cerebro.

Cuando estoy saliendo de la ducha, Charles me indica detrás de la puerta que la merienda ya estaba servida. Me recuerda que tome las pastillas antes de irme y se despide. En bata y con una toalla en la cabeza, como tranquila mientras leo algo de Bukowski. Luego, me seco el cabello y comienzo a vestirme. Hacía mucho frio para ir de vestido, así que opto por un jardinero de una sola pieza de color negro, para no estar temblando con una hoja, también me pongo en remera larga debajo, luego escojo un sweater de color rosa pastel y mis botas militares negras. Limpio mis anteojos, tomo las pastillas sin dar muchas vueltas, me pongo algo de perfume y cuando estoy lavándome los dientes, Beau me indica que ya estaba en la puerta. Tomo mi bolso y luego de darle un beso a Otelo, salgo.

En las escaleras escucho unas voces conocidas, son los padres de Aaron. Me entra la desesperación y miro para todos lados antes de poner un pie en la sala. Charles aparece el postre y me regala una sonrisa tranquilizadora.

—Tenga, mi lady —lo sujeto temblando —. No se olvide su abrigo.

Se da media vuelta y saca del guardarropa mi chaqueta inflada para luego ayudarme a ponérmela.

—Gracias… emm…

—Ya le avisé a su padre, no se preocupe.

Suelto aire despacio, aliviada en todos los aspectos. No quería entrar a decirle a mi padre que ya me iba, quería ahorrarme el disgusto.

—Gracias, otra vez —me rio —. Están esperándome.

Los 2 nos dirigimos a la puerta y antes de que pueda siquiera abrirla, esta se abre. Aaron entra con mi hermano y yo me quedo congelada en mi lugar. Sus ojos no dejan los míos y trato de no ponerme a llorar delante de él. No iba a dejar que me haga daño, ya no.

Los rodeo rápidamente y le doy una sonrisa a Charles, en agradecimiento, y salgo de mi casa. En las escaleras de la entrada, tomo toda mi fuerza en no caerme por estar bajándolas tan rápido. Beau me abre la puerta y entro con una sonrisa.

—Hola —lo saludo primero.

Él se inclina para darme un beso en la mejilla y me sonríe mirando el postre que tengo en mi regazo.

—No tenías porque.

—Quise hacerlo —me encojo de hombros.

Abrochándome el cinturón, le doy una mirada rápida a la entrada de mi casa y Aaron todavía sigue ahí parado, solo. Mirando fijamente el auto de Beau y a mí. Aparto la vista cuando el auto comienza a moverse.

 

La casa de Beau era preciosa. Amplia, con un jardín pequeño pero muy bonito y cuidado. Él vivía a 30 minutos de mi casa, así que el viaje fue corto. Me ayuda a bajar y trato de no ponerme nerviosa al entrar. El ambiente es cálido, dejando detrás de la puerta el viento frio y pesado, un exquisito aroma a salsa y órgano está circulando en el aire.

De lo que creo que es la cocina, una mujer pequeña y delgada sale con un delantal anudado a su cuerpo. Al verme sonríe emocionada y cuando creo que va llamarme como todos hacen y se inclinara, acorta los pasos que nos separan y me abraza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.