Todas las veces que nunca me amaste

Capítulo 36

Por un momento, al ver que todos estaban quietos y en silencio, siento que estoy en un sueño. Uno muy malo. Me pellizco el brazo disimuladamente para ver si mi teoría es cierta, pero rápidamente queda descartada al sentir un molesto dolor y la risa de Jude que ha notado claramente mi acción.

—Ah no, no es un sueño amor —se burla de mí, Kara le da un codazo en el estómago para que se calle.

El primero en acercarse a mi es James. No pasa de alto las manos de Aaron todavía en mi cintura, tiene su mirada fijamente en ese lugar, ni siquiera me echa un vistazo cuando sus ojos se enfocan en su mejor amigo.

—Suéltala —gruñe mi hermano —. He dicho que la sueltes —repite cuando Aaron ni siquiera se mueve.

—E-esto…ay —trato de moverme, pero Aaron vuelve a jalarme.

—Tessandra y yo tenemos que hablar —pronuncia él, firme.

—No hay nada que…

—Contigo —lo interrumpe — no tengo nada de qué hablar, con ella sí. Así que, dejando claro esto —mira a Jude un momento —, nos retiramos.

Pasa tan rápido, pero él me toma de la mano y me saca de ahí. Yo parezco una idiota siguiéndole, pero me encontraba en un estado tan…desconcertada que no hago el mínimo esfuerzo por detenerlo. Llegamos a un lugar apartado de la música y de la gente, no podía ni siquiera identificar donde estábamos, pero me ahorro las preguntas. Él aprecia estar a punto estallar en cualquier momento y yo solo lo observaba.

—Creo que es mejor que regrese…

—¿A dónde? —me interrumpe—¿a mi habitación? ¿con ese idiota?

Frunzo el ceño por su tono despectivo hacia Jude. Ni en un millón de años estaría con Jude de esa manera, sería raro y…asqueroso. No lo veía de manera sentimental, no de esa forma, lo nuestro era un lazo especial de pura amistad.

—No —contesto, despacio —. Jude tiene novia, no me gusta y tampoco tienes que portarte así con él. Es mi mejor amigo.

Me callo al ver sus ojos, mis palabras logaron herirle, puedo verlo. Sus hombros se hunden y me da una mirada llena de dolor. No me muevo, tomo aire lentamente para armarme de valor.

—¿Ahora me cambias por él?

—Jude es mi mejor amigo…

—Yo lo soy, Tessandra.

—Yo no me beso con mis amigos —lo interrumpo, enojada —¿Por qué me besaste delante de todos?

Respiro agitadamente mientras espero su respuesta. Aaron se queda en silencio mientras el peso de mis palabras cae sobre mí. Había sido una pregunta estúpida, lo sabía. No tenía por qué haberla hecho, ni siquiera tendría que haberle seguido ese estúpido beso porque…

—Porque me gustas.

Abro los ojos conmocionada. Mis labios tiemblan mientras ambos no dejamos de vernos, las chispas a nuestro alrededor se disparan como fuegos artificiales, nuestra burbuja parece cerrarse mientras trago saliva para encontrar las palabras justas y necesarias para hablar y decir lo mismo que él.

—Tu… ammm —me trabo, como siempre lo hago. Justo en el instante que estaba esperando toda mi vida, mi trastorno salía a flote.

—No hace falta que digas nada —me sonríe —. Me gustas, mucho y no es un sentimiento de ahora, sino de ayer. Me has gustado desde que te vi por primera vez.

Mis manos sudan como nunca, así que las aprieto para calmar también el pequeño temblor que me recorría entera.

—Y-yo… es que tu —me aclaro la garganta apartando dejando de mirarlo. Si no lo hacía ahora, no iba a hacerlo jamás e iba a arrepentirme toda mi vida. Vuelvo a mirarlo, esta vez, decidida —. Tú también me gustas… mucho… mucho.

Aaron acorta los pocos pasos que nos separan y yo me voy para atrás, asustada. No es hasta que mi espalda choca con la pared que sus ojos se detienen por un segundo en mis labios y luego en mis ojos, sonriéndome.

—¿Mucho…mucho?

Me sonrojo como una tonta.

—M-mucho mucho.

Sus dedos pasean delicadamente por mi cara y mi pelo. Parpadeo un par de veces para no cerrar completamente los ojos. Su aroma, aquel que tenía grabado en la parte más profunda de mi alma, se cuela por mis fosas nasales y me deja mareada un momento.

—Mucho, mucho —repitió, suavemente —. He esperado años por escuchar salir esa palabra de ti, Tess.

Saliva se siente tan espesa mientras trata de pasar por mi garganta, que tengo que hacer un esfuerzo para no ahogarme y no pasar vergüenza. Viendo directamente a sus ojos busco algún tipo de indicio que me diga que está mintiéndome, que está burlándose, pero lo que me encuentro es pura y exclusivamente fuego pasional dirigido a…mí.

Cuando el entendimiento se agolpa en mi pecho, callando a cualquier tipo de absurdo pensamiento pesimista, no puedo evitar sonreír tímidamente.

—Entonces, ¿esto no es un sueño?

—No, Tess —toma aire, inflando se pecho y contorneando con sus dedos el inicio de mi cuello —. Nunca lo fue, estoy enamorado de ti desde que nos presentaron.

—¿Por qué no me lo dijiste? —mi voz trata de quebrarse, pero me contengo—, todo hubiera sido diferente, tú y yo…

—Lo sé —me interrumpe —. Pero nunca pensé que podrías llegar a sentir algo por mi más que una simple amistad.

—Eso no es lo que todo el mundo dice —me muerdo el labio, ocultando una risa —. Una vez alguien me dijo que parecía una idiota cuando te miraba.

Aaron se ríe, inclinando su cabeza hacia mí. Nuestras frentes chocan delicadamente y es cuando lo siento. El pequeño metal uniéndose al mío.

—No eres la única a quien se lo han dicho —sus dedos sacan de mi vestido el collar que tenía escondido, y es ahí cuando siento las primeras lagrimas salir —. Una vez me dijeron que si no te diste cuenta que tan perdido me encontraba por ti, la ciega eras tú, porque a mí tenían que darme un golpe para que deje de mirarte.

Por fin nuestros dos pedazos largos de metales, aquellos que eran sostenidos por el collar plateado que colgaban de nuestros cuellos, son rebelados. Como eran imanes, estaban conectados, atraídos uno por el otro. Así éramos los dos.




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