Todo lo que necesitaba

6

En cuanto escuché la puerta de entrada abrirse mi corazón se sobresaltó, comencé a secarme el rastro de lágrimas que aún brillaban en mis mejillas y planté una sonrisa para recibir a Enzo.

En cuanto lo vi corrí para abrazarlo. Necesita que me abrazara y me haga sentir segura con la decisión que había tomado. Me aferré tanto a Enzo y a la necesidad de contención que no me percaté de que no me correspondía en lo más mínimo.

—Maia...—Enzo me hizo soltarlo.

— ¿Qué pasa? —lo miré extrañada por la frialdad de su trato.

— ¿Qué significo para ti ese hombre que metiste a casa mientras no estaba? —Mi cara palideció. Era imposible que se enterase.

— ¿Qué? — dije en un hilo de voz.

—Solo quiero saber qué significó para ti. Puedo soportar que me digas que fue una aventura o algo de una vez, pero necesito que me lo digas, por favor. — Sus ojos marrones me rogaban por una respuesta, era como si todo dependiera de lo que vaya a decir.

Sentí como algo se rompió.

—No puedo creerlo—Me alejé de él totalmente decepcionada.

—Maia... — Trató de tomarme del brazo, pero lo rechacé.

— ¿Qué quieres saber? — Lo miré furiosa y al borde de las lágrimas. — ¿Cuántas veces me acosté con ese tipo? Pues ninguna, Enzo— Me acerqué y lo enfrente, mirándolo a los ojos fijamente para que viera que decía la verdad. — Ese tipo era un amigo, un gran amigo que me acompañó una tarde para hacer comida para tus empleados. Pregúntales a todos para saber si les gustaron los budines y galletas que hicimos para ellos.

—Amor... Me dijeron que...— El habla de Enzo comenzó a trabarse.

— ¿Qué? ¿Qué tu novia metió a un hombre a tu casa en tu ausencia para revolcarse en tu cama? — Lo mire irónica.

—Lo siento, es que no me fue familiar cuando me lo describieron y...

—No me diste ni el beneficio de la duda, Enzo. Directamente me preguntaste si significó algo para mí, ya sacaste la conclusión de que te engañé. — Me senté en el sillón tratando de respirar tranquilamente y recuperar la compostura. Me sentía estúpida por haber estado preocupada de como contarle sobre Leo sin que mal entienda, para que no vea lo peor, pero fue en vano.

—Perdón amor, no te pongas así, no quise culparte, es sólo que...— Dejó la frase sin terminar suspirando pesadamente.

—Es sólo que me creíste capaz de engañarte. — Se arrodilló para estar mi altura.

—No. —Intento tomarme la mano, pero se lo negué. Con sólo pensar en lo angustiada que estuve los últimos días por la culpa, una pequeña carcajada irónica salió de mis labios. Enzo me miró extrañado por mi cambio de humor.

No podía reprimir la carcajada combinada con lágrimas que brotaba de mí.

—Y pensar...— Respiré hondo y me calmé antes de que creyera que me había vuelto loca— Y pensar que estos últimos días me las pasé llorando por la culpa.

— ¿Culpa de qué? — Preguntó Enzo sin entender nada.

 

- ¿Culpa de que?- Preguntó Enzo sin entender nada

— La culpa que sentía por un simple beso.

— ¿Beso?— Dijo levantándose del piso.

—Mi nuevo amigo era Leo— Enzo sólo me observó incrédulo. —El viernes salimos y me besó. Y yo lo rechacé y ni si quiera le dejé explicarse, directamente lo eche de mi vida porque no era correcto seguir como su amiga sabiendo que tenía otras intenciones. — Una mezcla de enojo y alivio se reflejaban en sus ojos. — Y ¿sabes? Me dijo que me amaba. Y yo le rompí el corazón porque te elegí a ti, porque ya teníamos armada nuestra vida, porque creía que te amaba y que no podía tirar estos cinco años de relación por algo tan nuevo como Leo.

— ¿Cómo que creías que me amabas?— Lo que parecían ser lagrimas se asomaban por los ojos de Enzo. Sabía perfectamente lo que le estaba haciendo, lo estaba lastimando, pero a esas alturas mi corazón ya estaba tan dañado que la empatía no era parte de mí.

—Sí, Enzo. Creía que te amaba tanto que podría soportar perder a alguien tan especial como Leo, pero me demostraste que no era así. Por lo que pasó veo que nuestra relación nunca estuvo basada en la confianza y me duele en el alma, pero yo no puedo seguir con esto.

—Maia, lo siento ¿Si? No quise que todo resultara así, perdón— Trató de acercarse a mí, al borde de las lágrimas.




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