Todos, contra el novio de mamá.

Prólogo

Aquella boca besándola, por primera vez, esas manos grandes y varoniles, acariciándola toda. La imagen de ese hombre, haciéndola suya, de forma, desenfrenada, mientras ella se sentía, perdida en las sensaciones, sin poder creerse del todo, que todo aquello realmente sucedía. Todas esas imágenes vinieron a su mente, una vez abrió ella los ojos. Llevó ambas manos a su boca y ahogó el chillido de emoción. ¿Cómo pasó aquello? ¿Cómo terminó en la cama con el hermano de su mejor amiga?

Miró a todos los lados y ya no lo encontró en la habitación, por lo que dedujo que ya se había marchado. Desde muy joven había estado enamorada de él, pero no fue hasta anoche en el cumpleaños de su amiga, que se atrevió a confesárselo. Lo que nunca se imaginó es que terminarían en la cama y que él se convertiría, en su primer hombre.

Se envolvió en la sábana y se levantó. Observó la mancha roja, sobre el colchón que evidenciaba, que le había entregado su virginidad. Se metió al baño, se dio una ducha y se vistió para salir de aquella habitación de hotel, en donde el hombre de sus sueños, la hizo su mujer.

(***)

Sonrió al recordar la forma tan inocente, como a la pelinegra de piernas bonitas, se le había salido decirle que estaba enamorada de él. Siempre la había visto como la amiga de su hermana y nada más, pero a su ego de hombre, aquello le gustó y terminó llevándosela a un Hotel.

Se sorprendió al darse cuenta de que era virgen, pero ya en ese punto, ninguno de los dos quería o podía detenerse, así que sucedió lo inevitable, la hizo suya. Le hubiera gustado quedarse un rato más en aquel sitio y tal vez hasta repetir, pero no quería que ella malinterpretara las cosas. Él no era un hombre de relaciones. De hecho, era un mujeriego empedernido, que no se privaba de disfrutar de lo más bello de la creación, que a su parecer eran las mujeres.

Subió su auto y una sonrisa de triunfo surcó sus labios, esa sonrisa de satisfacción que esboza el cazador, luego de atrapar la presa.

Probablemente, guardaría aquello como un bonito recuerdo y esperaba que ella lo hiciera también.

¿Cómo imaginar que, de lo sucedido, habría más que un bonito recuerdo?




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