Todos, contra el novio de mamá.

Capítulo I ¿Hermoso recuerdo o error?

(***)

—¿En serio mi hermano y tú…?

—Sí, pero por favor no digas nada, lo que pasó solo será un hermoso recuerdo — dijo Alicia, ruborizada.

—Es que Thiago es mi hermano preferido, pero como hombre, no sirve — dijo Iris, impactada, al escuchar todo lo que su amiga, acababa de contarle.

—Fue tan bonito.

—Ay, amiga, quisiera felicitarte, pero … es Thiago, mi hermano, el mujeriego.

Alicia no respondió nada. Aún estaba en las nubes, luego de haberse entregado al hombre que amaba.

Se despidió de su amiga y se fue para su trabajo, en la cafetería cerca de la universidad. Había pasado una semana desde que Thiago y ella, estuvieron juntos y no lo había vuelto a ver. No es que se había hecho ideas raras, ni nada por estilo, pero de solo pensar en volver a verlo, su corazón se aceleraba.

Se puso su uniforme de mesera y empezó a trabajar. Ya faltaba poco para terminar la universidad, pero mientras se convertía en la mejor abogada del país, había que pagar las cuentas y comer. Terminó su turno y se dirigió al apartamento que compartía, con otra compañera de universidad.

Los días pasaron y de Thiago solo sabía, lo que Iris le contaba. Sintió su corazón arrugarse al darse cuenta de que él no la había buscado y a estas alturas estaba segura de que ya no lo haría. Se sintió como una tonta al darse cuenta de que, muy en el fondo de su corazón, había concebido aquella idea.

Entre el trabajo y la universidad los días pasaron y no volvió a saber de Thiago. Incluso decidió no volver a preguntarle a su amiga, nada más de él. No iba a seguir alimentando esa falsa ilusión.

El tiempo pasó y en su corazón la ilusión, llamada Thiago, se fue apagando. El playboy, era el protagonista de las portadas de las revistas más famosas y sus acompañantes, diversas por cierto, eran mujeres muy hermosas. Cada una de esas imágenes, hacía que el corazón de Alicia, sangrara profusamente.

—Lo siento, amiga, yo…

— No es tu culpa, en todo caso es la mía, por poner mis ojos donde no debía — contestó Alicia. No solo se refería a que Thiago era un mujeriego, sino también porque la familia de su amiga y de su amor imposible, eran gente adinerada y ella solo un don nadie, sin familia y sin riqueza.

—Ay Alicia, me siento tan avergonzada.

—No tienes por qué, yo solo espero que el terror que cometí no afecte nuestra amistad.

—No tiene por qué hacerlo — contestó Iris, segura.

Las amigas se abrazaron y continuaron su conversación, mientras intentaban estudiar.

Iris no había podido hablar con Thiago, desde que se enteró de lo sucedido con Alicia, porque este había salido de la ciudad y no consideró que era un tema que se podría tratar por teléfono.

Thiago era uno de los solteros más codiciados de la ciudad. Era el Ceo de las empresas automovilísticas de la familia O’Brien. Por lo que a sus características de hombre guapo e inteligente, se le podía sumar el ser un hombre poderoso.

—Hola, hermanita — lo escuchó decir, desde el umbral de la puerta de su habitación.

Iris lo miró y quiso correr a abrazarlo, como siempre lo hacía, pero decidió no hacerlo. De alguna manera tenía que hacerle ver, su molestia y aunque era cierto que Alicia era una mujer de veintitrés años y que él no la había obligado a nada, también era cierto que debió haber tomado en cuenta, que era su amiga.

—Hola — respondió seca.

El hombre frunció el ceño, imaginando el porqué de la actitud de su hermana.

—Iris… — dijo metiendo ambas manos en sus bolsillos.

—No debiste — reclamó ella.

—Yo no lo planeé, solo pasó y listo.

—Tomaste su virtud y la tiraste a un lado, como a un trapo viejo.

—Yo no la obligué — se defendió él.

—Pensarías igual si alguien me hiciera lo mismo a mí.

—Tú no eres como ella — alegó él.

—¿Por qué no?

—Porque eres mi hermana y yo no permitiría que nadie te hiciera eso.

—Entonces supongo que, como Alicia, no tiene a nadie que la defienda, si podías hacérselo a ella.

—Yo solo me dejé llevar y no le vi problema.

–-Te confesó que te amaba, te abrió su corazón y pese a que era una mujer, por la que nunca demostraste ningún tipo de interés, lo mejor que se te ocurrió fue llevártela a la cama.

Las palabras de Iris, le cayeron como un balde de agua fría. Hasta ese momento entendió la magnitud de lo ocurrido.

—Tal vez deba disculparme con ella.

—Piensas pedirle disculpas a una mujer que está enamorada de ti, por haberte acostado con ella. Wao, cuanta inteligencia emocional, hermanito, me dejas anonadada.

—¿Y entonces, que quieres que haga? —declaró exasperado.

—Exactamente, lo que has hecho hasta aquí, mantenerte alejado de ella. Tarde o temprano te olvidará y lo sucedido solo será un recuerdo.

—Bien, justo eso he hecho hasta ahora.




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