Todos, contra el novio de mamá.

Capítulo 3 ''Embarazada'"

Las tres pruebas dieron el mismo resultado, estaba preñada o más bien preñadísima. Por Dios, ¿Cómo había sido eso posible? Bueno, definitivamente que ella sabía como, pero ¿Por qué le pasaban esas cosas a ella?

Se llevó ambas manos al rostro y en medio de ellas, ahogó un chillido. Se puso de pie y caminó de un lado a otro, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Iba a ser madre a los veintitrés años, iba a ser madre y eso nunca estuvo en sus planes. No puedo evitar que las lágrimas brotaran, como río, y que su corazón se sobrecogiera por la realidad que acababa de venirse encima, como una avalancha.

Ni siquiera se había graduado, lo que ganaba apenas le alcanzaba para ella, ¿Cómo iba a mantener a un bebé? ¿Cómo iba a cuidarlo? Pero su padre es millonario, le gritó su entrometida conciencia y aquello empeoró su estado. Seguramente ese hombre iba a creer, que ella había planeado todo esto para atraparlo.

¿Y si abortaba? No, no, ella nunca haría eso, no iba a quitarle la vida a un hijo suyo, eso no eran los valores, que en su casa le había enseñado.

Se fue a su cama y se recostó, intentando asimilar la realidad de lo que le estaba aconteciendo, como su vida había cambiado de un segundo a otro y como ella dejaría de ser prioridad, para que otro ser empezara a serlo.

No tenía idea, de cuanto tiempo lloró antes de dormirse abrazada a su almohada. Nunca antes en su vida, había sentido que todo se derrumbaba a su alrededor, como lo estaba haciendo ahora. Decidió que al día siguiente, a primera hora, iría al doctor. Tal vez era solo un error y no estaba embarazada, al fin y al cabo las pruebas caseras no era cien por ciento seguras.

Se levantó temprano, se vistió y salió en busca de un centro médico, era domingo, por lo que dedujo, que no sería tan fácil encontrar algo abierto, pero luego de mucho caminar y preguntar, encontró un sitio abierto.

—Buen día — saludó al entrar al lugar.

—Buen día, le contestó una amable chica — ¿En qué puedo servirle?

—Quisiera una cita con ginecología — anunció apenada.

—La doctora está atiende un paciente, pero si espera en unos minutos la atenderá.

Alicia asintió a manera de respuesta, le dio unos datos a la chica y se sentó en un rincón, para esperar su turno. Sus manos sudaban y se sentía sumamente nerviosa. Se perdió en sus pensamientos, hasta que la voz de la chica que la recibió hace un rato, la sacó de sus pensamientos.

—ya puede pasar, la doctora la está esperando.

Alicia se puso de pie y avanzó por el pasillo que la joven le indicó. Mientras lo hacía su corazón, latía de forma desbocada.

—Buen día, doctora.

—Buen día, tome asiento, por favor — le indicó la mujer, mayor. El tono de voz de la doctora, por alguna razón, le transmitió paz — ¿En qué le puedo ayudar?

—Necesito saber, si estoy embarazada o no — dijo Alicia, con la voz quebrada.

La doctora empezó a hacerle una serie de preguntas, que Alicia contestó con lujo de detalles. Incluso le contó de las tres pruebas caseras que se realizó y de que las mismas habían dado positivo.

—Esas pruebas tienen un margen de error, pero que las tres hayan salido positivo, ya nos va indicando un norte — afirmó la doctora.

—¿Cree que debo hacerme una prueba de embarazo, en un laboratorio?

—Haremos algo mejor, ven, acompáñame — dijo la doctora, mientras la invitaba a pasar a un cuartito, contiguo, donde tenía un aparato. —Hagamos un ultrasonido, ponte esta bata y ven, salgamos de dudas.

Alicia hizo lo que la doctora le indicó y luego se recostó en la pequeña camilla, junto a la cual se encontraba la doctora sentada. La mujer le puso un líquido frío sobre su vientre y empezó a mover un aparato en forma circular, sobre su vientre. Ella cerró los ojos, mientras esperaba que la doctora le dijera algo.

La mujer guardó silencio por unos largos minutos, antes de hablarle.

—Ves ese punto oscuro allí — dijo señalando una mancha oscura en la pantalla.

— Sí — respondió Alicia, con la voz temblorosa.

—Ese es tu bebé.

Aquella frase la hizo sentir aterrorizada, pero al mismo tiempo provocó que su corazón saltara.

—¿Está segura?

—Totalmente, segura.

La doctora, miró la pantalla por un rato más y luego con un pedazo de papel, limpio el gel que hacía poco, había puesto sobre su estómago.

—Tienes seis semanas de embarazo, si deseas practicarte un aborto, estás en el tiempo oportuno para hacerlo.

—Yo no voy a abortar, estoy aterrada, pero no pienso matar a mi hijo.

La mujer sonrió de forma amable y palmeó su mano con ternura.

—Estoy segura de que no te vas a arrepentir de esa decisión Alicia. ¿Y el padre?

—No pienso decírselo, es un hombre de dinero y seguramente pensará que me embarace para sacarle dinero.

—Pues él es tan responsable, como tú.

—Supongo que sí, pero igual no se lo diré.

—Bueno, ya eso es una decisión personal, te haré tu tarjeta de control, te enviaré unos estudios y nos vemos en un mes —dijo la doctora.




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