Todos, contra el novio de mamá.

Capítulo 4 "'Vete"'

La decisión que tomó lógicamente tendría consecuencias y tener que dejar la universidad sería la primera de ellas. Por más que le doliera el corazón, tendría que ponerle pausa a ese sueño, que estaba tan próximo a lograr. Otra consecuencia sería alejarse de Iris, su amiga. No podía enterarse de su embarazo, porque ataría cabos y se daría cuenta de que Thiago, era el padre de su hijo. No es que no fuera consciente de que necesitaba ayuda, pero prefería evitarse que Thiago y la familia de Iris la trataran con arribista.

Seis semanas, seis semanas de vida, tenía ese bebé que hoy crecía en su vientre. Sabía que de ahora en adelante todo sería más difícil, pero no tenía el corazón tan duro para interrumpir su embarazo. Era su hijo, su bebé. Suyo y del hombre al que por mucho tiempo amó en secreto. Para ella aquel embarazo no había sido un error, fue más bien el fruto de su amor por Thiago. Sonaba tonto e idílico, pues sí, pero para ella era así. Aunque estaba segura de que para él, embarazarla sería el peor error de su vida. Regresó a casa y decidió dormir un rato. Hoy no iría a la universidad, pero al trabajo sí.

—¿Y Alicia? —preguntó Iris, una vez, vio a July.

—No se ha estado sintiendo bien, supongo que por eso no vino.

—¿Qué tiene?

—Parece que es algo estomacal, si no supiera que Alicia es virgen, juraría que está preñada.

Las alarmas en Iris se encendieron de inmediato. Ella sabía que su amiga sí podía estar embarazada, pero le extrañaba que no le hubiera contado nada.

Estuvo toda la mañana, pensando en eso, y apenas culminaron las clases, decidió ir a ver a su amiga. Estaba preocupaba por su salud, pero también por lo del comentario del embarazo.

Tocó el timbre, pero nadie le abrió, lo que la preocupó aún más. Insistió, pero el resultado fue el mismo. Justo cunado decidió retirarse, recordó que debajo del tapete, July y Alicia, escondían una llave para emergencias, por lo que decidió buscarla y entrar al lugar. Encontró a su amiga, sentada junto al retrete, vomitando.

—¿Estás bien? —preguntó asustada.

— Sí, sí, solo es algo que comí, que me hizo daño — respondió Alicia, algo nerviosa.

La mirada de incredulidad de Iris, se posó sobre ella.

— Levántate, voy a llevarte al doctor.

—No, no, ya fui, todo está bien, es solo algo estomacal.

—¿Y qué te recetó el doctor?

—Eh, no, no recuerdo.

—Alicia, si lo que tienes es lo que estoy suponiendo, no habrá manera de que puedas ocultarlo. Además, puedo entender que no quieras que el imbécil de mi hermano sepa, pero que me lo quieras ocultar a mí, que soy tu amiga y te quiero, realmente me duele.

Iris dio la vuelta y avanzó para salir del lugar, pero la voz de Alicia la detuvo.

—Estoy embarazada — expresó en un tono bajo.

Su amiga se volteó para mirarla, se llevó ambos manos a la boca. Iris en ese momento sintió una ambigüedad de emociones que la sobrepasó. Por un lado, estaba enojada, con su hermano, por ser tan irresponsable y no cuidar a Alicia, aun sabiendo que era su primera vez, pero por el otro lado, estaba feliz, ¡Iba a ser tía!

Se acercó nuevamente a su amiga y se puso de cuclillas junto a ella.

—¿Estás segura?

—Sí, fui con una doctora y me hizo un ultrasonido, tengo seis semanas — agregó.

Los brazos de Iris la envolvieron y fue inevitable que ambas lloraran, pero aquel llanto no era de tristeza, era de una emoción distinta, una que ninguna de las dos, podía entender.

Se sentaron en el sofá de la sala, en medio de un silencio cómodo, que luego de unos minutos Iros, decidió romper.
—¿Vas a decirle al babieco de mi hermano?

— No, no lo haré.

—Pero y como vas a hacer, necesitas su ayuda. El bebé va a necesitar muchas cosas y tú…

—Yo trabajaré para proveérselas.

—Tendrá un padre millonario, no puedes privarlos de los privilegios que eso conlleva.

—No quiero que nadie vea a mi bebé, como el hijo de la arribista, que se embarazó del joven millonario, para atraparlo.

—Tú y yo sabemos que eso no es cierto.

—¿Sí, pero que hay de tu familia y del resto del mundo?

—Que piensen lo que quieran, Alicia.

—Se dice fácil, amiga.

Iris guardó silencio, sabía que no era fácil estar en los zapatos de Alicia, sin embargo, ella solo quería ayudar a su amiga.

—Te apoyaré, en lo que tú decidas —señaló.

—Gracias — respondió Alicia, un poco más calmada.

(***)
El mal humor no se le ha quitado. Desde que regresó a la ciudad está luchando con la tentación, de buscar a la amiguita de su hermana.

—Si no fueras porque no quiero problemas con Iris, ya habrías vuelto a ser mía — dijo con suficiencia, convencido de qué no tendría que hacer el menor esfuerzo, para volver a tenerla —Eres un gusto culposo, Alicia — añadió, saboreando su trago y sonriendo con malicia.




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