No tiene idea de cuantas horas esperó, sentado en su auto, aguardando a que Alicia terminara su turno. Durante ese tiempo, fueron tantos los escenarios que concibió en su mente, que hasta jaqueca le dio.
La vio salir del lugar y se bajó del auto de inmediato.
—Necesitamos hablar —dijo abordándola.
Los ojos de la chica lo miraron con asombro, al no esperar verlo allí.
—¿Qué haces aquí?
—Esperándote y no pienso irme, sin que hablemos.
—No hay nada de que hablar —alegó ella.
—Pues yo no opino igual —expresó. Mientras la agarraba de la mano y la llevaba hacia el auto.
Abrió la puerta del pasajero y la invitó a entrar al mismo. Ella pensó en negarse, pero no le vio sentido a hacerlo. Tal vez era necesario que tuvieran esta conversación, por lo que no tenía sentido, seguirla posponiendo.
Thiago condujo hacia las afueras de la ciudad, llegó a una especie de mirador y allí estacionó el auto. Se bajó e invitó a Alicia a hacer lo mismo. Una vez fuera del auto, ella se recostó en el capó y él se paró de pie frente a ella, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Cuántos meses tienes?
—Cinco.
—Justamente hace ese tiempo que tú y yo…
—¿Qué importa eso?
—Mira, Alicia, yo no soy un dechado de virtudes y mucho menos un santo, pero lo que sí me han enseñado mis padres, es el valor de los hijos y la familia. Y si ese bebé… —suspiró en medio de aquella frase— Si ese bebé es mío, pienso hacerme responsable.
Ella bajó la mirada, se sentía, sumamente, avergonzada.
—Yo no he estado con ningún otro hombre en mi vida, Thiago. Un par de semanas después de esa noche, me enteré de que estaba embarazada — dijo sin mirarlo.
—¿Por qué no me dijiste nada? — cuestionó él.
—Lo que pasó entre tú y yo, fue algo de solo una noche y yo temí que tu familia y tú creyeran que me había embarazado a propósito, porque ustedes son gente adinerada. No quise ser señalada, de esa forma.
—Lo que pasó fue responsabilidad de ambos, y en todo caso el de la experiencia era yo, debí haberme asegurado de que no hubiera un bebé como consecuencia —señaló frustrado, mientras pasaba ambos manos por su rostro.
—Son dos —Thiago la miró extrañado. — Son dos bebés, un varón y una nena — dijo ella, con un amago de sonrisa.
Los ojos de Thiago estuvieron a punto de salirse de sus órbitas. Aquello que acababa de escuchar le parecía realmente increíble.
—¿Dos bebés? —preguntó —incrédulo Rayos.
Ambos guardaron silencio por un par de minutos. Aquel silencio empezó a volverse un poco incómodo, por lo que al cabo de unos minutos, ella decidió romperlo.
—Creo que ya debemos irnos.
Thiago estaba justo de espalda a ella, mirando fijo a la nada.
—¿Cómo has estado solventando los gastos, propios del embarazo?
—Iris me ha estado ayudando y con lo que gano, yo…
—A partir de ahora yo me haré cargo de todo —dijo serio. —No puedo comprometerme a más, Alicia, no voy a ofrecerte matrimonio, ni nada por el estilo, pero mis hijos tendrán un padre presente en sus vidas — señaló él, volteándose a mirarla.
—Soy consciente de que no fuimos, no somos, ni seremos nunca nada —dijo intentando que su voz no se quebrara.
—Pues, parece que seremos los padres de esos bebés — bromeó él, intentando aminorar la tensión.
Ella posó ambas manos sobre su vientre, como si intentara acariciar a sus pequeños.
>>¿En algún momento pensaste en no tenerlos? —cuestionó él.
—Jamás podría dañar a un hijo mío — respondió de inmediato.
—Tampoco, yo. Nuestros hijos no tendrán una familia convencional, pero tendrán todo el amor de sus padres —alegó él.
—Así es —respondió ella, convencida.
—Empezaré a pasarte una manutención y buscaré un sitio cómodo, para que puedas vivir.
Alicia quiso negarse, pero recordó la conversación con su compañera de apartamento y la forma como esta le dejó claro que sus hijos y ella, no eran bienvenidos allí.
—Te lo agradezco — dijo ella.
—Otra cosa, no creo que debas seguir trabajando en esa cafetería, lo digo por el bienestar de los bebés y el embarazo.
—Trabajaré hasta que el embarazo me lo permita — respondió seria.
—No será necesario, yo asumiré todos los gastos.
—Tu compromiso es con los bebes, no conmigo. Por tanto, yo seguiré supliendo mis necesidades.
—Eso no es necesa…
—Ese tema no está en discusión —rechistó ella— ¿Podemos irnos?
Alicia rodeó el auto y se sentó en el asiento del pasajero, mientras Thiago subió en el del copiloto. Era evidente que Alicia era una mujer de carácter y que sus convicciones iban a prevalecer, pero a él lo que le interesaba era el bienestar de sus hijos.