Los siguientes meses las visitas al doctor fueron todo un caos, toda la familia de Thiago quería asistir y en cada una de ella, le invadían el consultorio a la amable doctora, que disfrutaba las ocurrencias de la entusiasmada familia. Lo que más disfrutaban eran las desatinadas preguntas de Thiago, que, cada día, lucia más nervioso.
—Calma muchachos, todo va a estar bien —dijo la doctora —Puedo entender que estén asustados, pero estoy seguro de que sus familias, lo van a apoyar.
—Así es, nosotros estaremos allí y vamos a malcriar, digo a cuidar a nuestros nietos —bromeó, Román.
—No lo dudo — aseguró Iris, sonriendo.
—No se metan con mis niños —advirtió Irania, ellos serán los niños más lindos y educados.
—Y consentidos… —agregó Iris.
—Definitivamente que sí —afirmó Irania.
Salieron felices de la consulta; según la doctora solo era cuestión de esperar, faltaban dos semanas para el nacimiento de los bebés. Alicia estaba programada para cesárea.
—Thiago, me gustaría conversar contigo sobre algo —dijo Alicia, justo antes de irse con Iris, en su auto.
—¿Puedo llevarte y conversamos? —expresó él.
—No quiero molestar.
—No molestas.
—Vale, entonces vamos —dijo ella, finalmente.
Subieron al auto y afortunadamente, el ambiente ya no era tan tenso, como los meses anteriores. Habían aprendido a tratarse con respeto y ser considerados el uno con el otro y para ambos, eso era un gran avance.
—¿De qué querías hablarme? —preguntó él, mientras conducía. Alicia está extasiada con ese perfume maderado que inundaba el auto. Los lentes oscuros que Thiago se había colocado lo hacían lucir, como un modelo de revista. Fue inevitable que las mariposas revolotearan en su estómago; definitivamente, las hormonas estaban a mil, por razón del embarazo.
—Bueno, lo primero es que aún no hemos escogido el nombre de los bebés —dijo ella, intentando sonar serena.
—Eso es cierto, vaya, suena emocionante hacerlo. Tengo una idea; ¿qué te parece si escogemos una letra, para que ambos nombres inicien con la misma? Digo tomando en cuenta que serán gemelos.
—Me gusta esa idea, incluso podrían ser nombres parecidos, solo que ajustados a cada género —declaró ella, entusiasmada.
—Claro que sí.
—Hagamos algo, escojamos ahora mismo la inicial y tú haces la lista de los posibles nombres de niña y yo, haré una de los nombres de niño. Luego nos reunimos y escogemos los que sean más afines.
—Vale —expresó emocionada —Lo otro que quería preguntarte es si crees que mi mamá pueda venir a acompañarme, el tiempo que falta para que nazcan los bebés. Te pregunto ya que, tendrá que quedarse en el apartamento y bueno, necesito que tú lo autorices.
Él la miró extrañado, aprovechando que se encontraban en un semáforo.
—No necesitas mi autorización, ese apartamento es tuyo y de mis hijos.
Ella lo miró sorprendida, como si le dificultara creer aquello.
—¿Estás hablando en serio? Eso es demasiado yo…
—Será tu hogar y el de mis hijos, Alicia. Yo no tengo ningún tipo de injerencia allí. De hecho, las escrituras están a nombre tuyo.
Los ojos de Alicia, se abrieron como platos. No tenía idea de aquello. No respondió nada, sino que se quedó en silencio, procesando todo lo que acababa de escuchar de parte de Thiago.
El padre de sus hijos, la dejó en el edificio donde ahora vivía. Bajó del auto, luego de despedirse de Thiago, y subió a su casa.
El apoyo que había recibido de parte de Thiago y su familia, había sido una bendición. Irania se había encargado de que no dejara la universidad y ya tenía todo cuadrado, para que, durante el tiempo del nacimiento de los bebés, pudiera recibir las clases por módulos. No tenía idea de ¿cómo iba a hacerlo?, pero lo haría. Irania confiaba en ella y se iba a esmerar, en no defraudarla.
El cuarto de sus hijos ya estaba listo, la decoración era hermosa y todo lo que necesitaban ya había sido comprado. Acarició su abultado vientre y cerró los ojos. Tenía las emociones a flor de piel. Estaba asustada y nerviosa, por lo que avecinaba, pero también se sentía feliz y agradecida, porque pronto vería a sus hijos, cara a cara.
Seguía sintiendo cosas por Thiago, a ella misma no se lo podía negar, pero se encargaría de que aquel amor, quedara relegado a lo más profundo de su corazón, a una parte en donde fuera imposible que volvieran a aflorar. Seguirían existiendo, eso era innegable, pero nunca volvería a hablar de ellos. Tal vez algún día, aquel amor desaparecía, mientras eso pesaba, ella lo enterraría. Una nueva etapa, estaba a punto de iniciar en su vida y no quería que sus hijos la conocieran, como una mujer triste.
(***)
El dulce llanto de un bebé varón, fue lo que ambos escucharon, una vez que la doctora sacó al primer bebé.
La emoción se vislumbró en los ojos de Thiago, que en cuanto vio aquella personita, sintió una emoción indescriptible.
—¿Cómo se llamará? —preguntó la doctora.
—Jony — respondió Thiago, mientras tomaba a su hijo en sus brazos.