Aprender a cambiar pañales, preparar biberones, entonar canciones de cunas, bañar a los bebés, todas estas han sido experiencias únicas y retadoras. Alicia en un principio creyó que el rol de Thiago, solo sería el de proveedor, pero se equivocó. Él ha estado sumamente comprometido con el cuidado de los bebés e incluso los vigila, para que ella estudie o vaya a la universidad a presentar sus exámenes. Por supuesto que Jeny y Jony, tienen sus niñeras personales, ya saben si hay pobreza que no se note, pero para los O’ Brien, no la hay.
—Buen día — dijo Alicia saludando a su madre, que se encontraba con los bebés — ¿En serio tienes que irte, mami?
—Tengo casi tres meses acá mi amor, tus hermanos también me necesitan.
—Lo sé, mami, pero voy a extrañarte — dijo Alicia, haciendo un puchero, en lo que abrazaba a su progenitora.
—Me voy tranquila, sé que estarán bien —Por favor, recuerda lo que hablamos, el amor no se obliga y a veces es mejor, hacerle caso a las advertencias de la vida. Lo que no es para uno, simplemente no lo es.
—A fuerza, ni los zapatos entran — terminó de decir Alicia.
—Refúgiate en el amor de tus hijos, disfruta cada etapa de su crecimiento. En el momento indicado llegará el hombre que te ame, como te lo mereces.
—¿Y si no logro olvidar a Thiago?
—Nunca lo harás, fue primer hombre en tu vida y el padre de estas preciosuras, pero tal vez el tiempo hará que dejes de amarlo o que lo ames menos y será allí, donde alguien más podrá ocupar tu corazón, m¿i niña.
Alicia tragó grueso, las palabras de su madre eran duras, pero estaban llenas de verdad.
Compartieron un rato más, le mandó saludos a sus hermanos y se comprometió a llevar a los gemelos, cuando estuvieran más grandes.
Con el corazón entristecido, se despidió de su madre. Hubiera querido acompañarla a tomar el autobús, pero la mujer no lo permitió.
Regresó a la habitación de sus hijos y los observó por largo rato Sus frijolitos, estaban creciendo demasiado rápido, ya pronto cumplirían cuatro meses.
Se quedó con ellos un rato y se encargó personalmente de cambiarlos y alimentarlos. Cuidar a sus hijos y estudiar no era nada fácil, a fuerzas tuvo que dejar el trabajo, de lo contrario no tendría vida.
Agradecía inmensamente la ayuda que recibía de la familia de Thiago, pero en algunas ocasiones, sentía que le daban demasiado, siendo que ella no era nada de ellos.
No fue fácil terminar todas sus materias, pero lo logró. Por supuesto que sus notas, no fueron la mejores, pero al menos no perdió ninguna materia.
Era sábado, así que hoy no tendría que ir a la universidad, por lo que pasaría todo el día con sus frijolitos.
Escuchó el timbre de su celular y se levantó para contestarlo.
—¡Hola! — escuchó decir al otro lado de la línea, a esa voz varonil que le erizaba la piel.
—Hola Thiago — contestó, queriendo sonar indiferente.
—Quería saber ¿Cómo están mis hijos? Y avisarte que más tarde pasaré a verlos. —Estarán aquí, esperándote.
—Bien, nos vemos luego.
Se dio una ducha y se puso presentable. No era nuevo que Thiago fuera a ver a sus hijos, pero algunas veces, quien lo recibía era su madre, porque ella no se encontraba. Sin embargo, hoy sí le correspondería atenderlo.
Desde la conversación con su progenitora, luego del nacimiento de sus hijos, había decidido poner cierta distancia entre ella y el padre de sus hijos. Solo que, algunas veces, eso resultaba un poco complicado, tal cual sucedía hoy.
El timbre sonó y ella fue abrir, mientras que dejaba a sus hijos, con las nanas
—Buenas tardes — saludó él.
Alicia odiaba que su sola presencia, hiciera que su corazón se alebrestara de la forma en la que lo hacía.
—Buenas tardes —respondió —Adelante.
Thiago traía en las manos dos enormes osos, uno con globos rosas y el otro con globos celestes. Alicia rio al ver las ocurrencias del hombre.
—¿Crees que les gusten?
—Estoy segura de que sí — contestó ella.
–--Voy a verlos — anunció el hombre.
Alicia lo vio avanzar hacia la habitación de los gemelos y decidió irse a la suya. Tomó un libro y se dispuso a estudiar un rato, la semana entrante tenía algunos parciales y prefería adelantar material.
No tiene de cuanto tiempo leyó, antes de dormirse. Se sumió en un profundo sueno y allí, como tantas otras veces, se encontró a Thiago.
‘’Caminaba de la mano con sus hijos, felices y sonrientes. Era un día soleado y la brisa suave, acariciaba sus rostros.
—Mami, debemos esperar a papi — expreso Jeny, deteniéndose de manera abrupta.
—Si mami, no podemos irnos sin él — dijo Jony, soltando su mano y llevando ambos brazos sobre su pecho, en señal de protesta.
—Niños, papá no está. Tal vez no venga — expresó ella.