Lucas.
¿Alguien podría ser tan amable de apagar la alarma que lleva sonando hace mucho?
No, no hay nadie.
Con toda la flojera del mundo me levanto, mi día ha de dar comienzo. En días como hoy no quisiera levantarme de la cama, lo único que deseo es permanecer acostado y no es que sea flojo, pero últimamente lo que duermo es muy poco, las pesadillas se volvieron recurrentes y en ocasiones lo único que logro es un par de horas de sueño.
Después de asearme y dejar que lo que sea que me aqueje se valla junto con el agua que recorre mi cuerpo, bajo hasta la cocina. Al llegar me detengo un momento, extraño demasiado a mi nana, ella también se terminó yendo al igual que el abuelo, ya solo nos queda mi abuela Soledad.
La casa ya no es lo que era antes.
Recuerdos de mi niñez invaden mi mente, yo entrando a la cocina mientras nana María preparaba mis galletas favoritas, inmediatamente corría hasta ella para que me dejara ser el primero en probarlas, poco a poco me dejo involucrarme en la cocina, claro solo viéndola porque era demasiado pequeño como para que pudiera hacer gran cosa o servir de ayuda en algo. En ocasiones me dejaba amasar la masa o decorar algunos pastelillos que ella hacía.
Crecí en la cocina al punto que mamá siempre dijo que terminaría siendo chef.
Y no se equivocó, solo que estudie y me prepare en el arte culinario más por pasión que por querer dedicarme de lleno a eso.
Desde hace ya varios años ayudo a mi papá en la empresa, especialmente en los restaurantes que tiene, ese es mi fuerte. Mi hermana sol es la que trabaja en el corporativo con papá, digamos que es su mano derecha.
Dejo que mis recuerdos y pensamientos se vayan y me dispongo a preparar el desayuno, me concentro en lo que hago mientras pongo algo de música y solo me dedico a disfrutar el momento y lo que estoy haciendo.
Miro el reloj y falta muy poco para que todos comiencen a bajar y el bullicio de las mañanas se haga presente.
— Buenos días hermanito.
Es Sol la primera en aparecer.
— Buenos días pequeña Sol de la mañana.
Odia que le diga de esta forma y es una manera de molestarla, aunque mis padres la siguen llamando de esta manera, ella es la princesa de la casa ya que está rodeada de hermanos hombres.
— Sabes que odio que me llames de esa forma renacuajo. – aquí vamos con el apodo que me puso cuando empecé a molestarla con ese apodo y ahora hasta mis padres me llaman renacuajo a mis 26 años.
Comenzamos una discusión como si fuéramos chiquillo, si hasta terminamos sacándonos la lengua.
— Ya se calma, parecen más niños que los gemelos.
Escucho la voz de mi padre y enseguida dejamos la discusión.
— Que consten que el que empezó fue Lucas. – me acusa señalándome con el dedo como cuando éramos pequeños.
— Eso es mentira. — me defiendo, pero como ocurre desde siempre papá ama demasiado a su pequeña como para reñirla solo a ella a pesar de que en algunas ocasiones ella comenzaba la discusión.
— Tranquilos si no quieren que les de sus nalgadas.
Ahora es mi madre la que interviene, inmediatamente me acerco a ella y deposito dos besos en cada uno de sus mejillas.
— Disculpa ma, ya sabes cómo es la princesa de la casa.
— Ya basta deberás con ustedes no se puede. — dice mientras se acerca a besar al amor de su vida, frente a nosotros y es que crecimos así, viéndolos demostrarse amor a cada momento, de hecho, no recuerdo ocasión en la que haya discutido frente a nosotros, sé que si lo han hecho ahora que crecí entendí que solo no quería hacerlo mientras nosotros estuviéramos presentes.
— iiiuh — decimos ambos para molestarlos.
Voltean a vernos ignorando nuestra expresión.
— Que sea la última vez que los veo discutir — dice.
— Ya mamita, no te enojes, sabes que así nos demostramos amor.
Reímos los cuatro, pero es la verdad, los 5 hermanos somos muy unidos, los que faltaban no tardan en hacerse presentes y ya estando todos nos disponemos a desayunar.
Esta es mi familia, a los que desde siempre recuerdo con mucho amor. Se perfectamente que no comparto la misma sangre con ellos, recuerdos vagos vienen a mi mente sobre la mujer que me dio la vida, ahora de vez en cuando la visito y le llevo flores a su tumba.
Mamá siempre me hablo de ella, yo jamás pregunte por quien es mi padre, para mi ese papel será para siempre de Elián, aquel que nos acogió cuando más lo necesitábamos, aquel que fue el primer hombre que me mostro amor, que me lleno de cariño, regalos y mucho más.
De reojo veo a mi padre tomando la mano de mamá y después deposita un beso casto en sus labios, y como si el mundo dejara de existir se dedican a darse de comer mutuamente.
Sueño con vivir un amor como el que mis padres se profesan, me costó encontrar a una mujer que no solo le interesara el dinero, pero afortunadamente Hannah llego a mi vida, la amo y pronto me casare con ella.
Se preguntarán que si estoy a punto de casarme ¿Qué hago viviendo en casa de mis padres? Pues bien, tengo mi propio departamento, por un tiempo estuve viviendo solo, pero como estoy tan acostumbrada a vivir en familia me costó mucho adaptarme a la soledad así que inevitablemente terminaba viniendo a la casa. Después de eso tome la decisión de regresar a la casa. Hasta que conocí a Hannah y cuando queremos privacidad pues nos vamos a pasar la noche e incluso algunos días ahí.
Ahora ella vive en el departamento, ya después de la boda me mudare oficialmente con ella.
— Tierra llamando a Lucas.
Escucho que me llaman.
— Disculpen, solo pensaba en lo afortunado que soy por tenerlos a mi lado.
— Ni creas que después de casado te libraras de nosotros. — es la abuela quien habla, después de permanecer callada por mucho tiempo. Así es ella, nunca la oirás hablar demás, pero eso sí cuando le toca intervenir todos callamos.