Liliana
La vida dejo de tener sentido hace mucho tiempo, me levanto, respiro, me baño, como, “trabajo”, duermo, todo de manera mecánica, ni siquiera sé por qué sigo aquí, hace mucho debí irme con ellos, dejar de sentir este vacío que quema mi pecho, un vacío que no se puede llenar con nada.
La sonrisa que antes me acompañaba desapareció hasta convertirse en una horrible mueca, en el vecindario me ven como la loca y no se los niego porque tal vez si lo soy.
Llegue hace 5 años a la ciudad, mi vida era el campo, la naturaleza. Tenía que escapar, huir de mis recuerdos, aquellos que me atormentaban día tras día.
Nunca imagine que algún día viviría en la ciudad, al principio el ruido aturdía mis oídos, pero a todo te acostumbras en esta vida. Ahora ya no presto atención a eso
— Buenos días, Lili
— Buenos días — esa es la señora Rosa, la única que no me ha abandonado, ella conoce mi pasado, conoce mi historia y no me juzga, ha sido mi apoyo para no caer mucho más a ese vacío, por más que a veces ni le regrese el saludo o incluso le llegue a hablar con voz fuerte, no tengo control de mis emociones. Pero ella ha estado ahí, muy en el fondo le agradezco porque sé que, si ella también se va, no sabría a que aferrarme. Ella se convirtió en mi única familia.
Empezamos la rutina de todos los días, abro la cortina del pequeño local y junto a Rosa acomodamos las flores de modo que se vea hermoso para los clientes y para mí, además de Rosa las flores son mi medicina, el olerlas, tocarlas, hacer arte con ella hacen que por momentos olvide lo que soy y el porque me convertí en lo que soy ahora.
Hoy tenemos una entrega para una boda, ayer ya dejé hecha la mayor parte del trabajo y hoy solo espero que vengan por todo esto e ir a decorar donde sería la boda, aquí yo sola me encargo de esa parte, solo en ocasiones como esta hay quien me ayude, regularmente esto ocurre los fines de semana, mientras, solo somos Rosa y yo, ella se encarga de atender a los clientes y yo estoy en la parte trasera haciendo los arreglos. Es un local pequeño, pero al parecer les gusta el trabajo que hago así que constantemente tengo clientes.
— Regreso en la tarde Rosa, te encargo la entrega al señor Jiménez ya está terminado solo es entregarlo, espero no tardarme y estar aquí antes de las 3.
No le pido que me llame porque no tengo móvil, realmente me desconecte del mundo después de aquello, no escucho música, no veo televisión y no tengo un teléfono.
— Si Lili, ve con calma.
Hemos llegado al lugar donde sería la fiesta, es en el jardín de una casa que a simple vista es todo un lujo, en realidad parece un castillo y solo observar el jardín que es enorme me da una idea de lo excéntrico que es esta familia, hacemos la decoración tal como la organizadora nos lo pidió y mi trabajo aquí ha terminado.
Siempre después de cada evento como este tengo demasiada nostalgia, recordando mi propia boda, a veces me quedo un momento a ver como los esposos prometen amarse eternamente y solo me permito una lagrima, no más. Tal vez suene a que soy masoquista por revivir una y otra vez mi tragedia.
Me siento en una banca alejada de donde ocurre la boda, pero lo suficientemente cerca para ver perfectamente lo que ocurre
Desde aquí puedo ver como los invitados empiezan a llegar, como dije todo esto es muy excéntrico, juraría que son gente millonaria, al ver mi vestimenta me siento demasiado insignificante y estoy a punto de retirarme cuando un hombre me detiene.
— Señorita usted aun no puede retirarse.
— ¿Cómo dice? Mi trabajo aquí ha terminado
— Lo siento señorita, son órdenes del novio, el señor Torres, al parecer le encanto su trabajo y quiere hablar con usted de negocios.
No tenía lógica lo que me decía, era su boba. ¿Quién en su boda está pensando en hacer negocio con una florista? Pero al parecer este gorila no me dejara salir, así que regreso al lugar en donde estaba hace rato. Aviso a Rosa que no llegare y también a los ayudantes para que puedan irse porque la verdad no sé cuánto tiempo estaré aquí.
Después de otros minutos más ya todos han tomado sus posiciones, veo al novio y por un momento dejo de respirar.
Desde aquella tragedia nunca más me volví a fijar en un hombre, jamás me intereso en ver más allá, a ellos los veía como cualquier otra persona, en realidad nunca prestaba atención a las personas que llegaban a la florería.
Desde mi posición puedo ver exactamente lo que ocurre, el novio viste un tarje color gris que hace resaltar el cuerpo formado que imagino tiene.
Veo como la novia se va acercando, verla vestir de esa forma me regresa a lo que ocurrió hace años, evito por todos los medios que mi cabeza regrese a ese momento, no quiero, no quiero, no quiero.
Me concentro, como me dijo la psicóloga, enfoco mi vista en la boda, en los novios, en la decoración.
No permitas que el recuerdo vuelva a ti, no lo permitas, no lo permitas.
Lo repito una y otra vez, me concentro. Escucho la boda.
El sacerdote comienza dándoles un sermón sobre la importancia del matrimonio y un montón de tonterías más. Me concentro en su voz y en lo que dice.
— Hannah Villaseñor Ferrer, ¿Acepta por esposo al señor Lucas Torres Hernández para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad todos los días de su vida hasta que la muerte los separe?
— Acepto.
Le dedica una mirada al novio mientras lo dice.
— Lucas Torres Hernández, ¿aceptas por esposa a la señorita Hannah Villaseñor para amarla y respetarlo, en la salud y en la enfermedad todos los días de su vida hasta que la muerte los separe?
— Pasan algunos segundos y el no responde. Voltea a ver a los invitados como buscando a alguien o tal vez sea en busca de iluminación para dar una respuesta.
Voltea a ver a la novia.
El sacerdote vuelve a realizar la pregunta.