Torbellino: El Vuelo de la Mariposa (volumen 3)

Capítulo 9

Sam se detuvo y titubeó por un instante; pero: «Una orden es una orden», pensó y sin tener más alternativa subió de inmediato.

—Le dije que fuera a la enfermería —pronunció el Capitán y con la seriedad de su semblante puesta sobre el camino, puso en marcha el vehículo—. Veo que tampoco acata usted las órdenes.

—No, señor. No es eso —Se apresuró ella a contestar—, es sólo que prefiero ir al hospital.

—¿Por qué? ¿Cree tener una lesión mayor?

—Espero que no. O más bien no lo creo, señor —respondió Sam. Elevó la mirada por un minúsculo segundo hasta él; sin embargo, se apresuró y puso de nuevo toda su atención sobre el dolor que sentía en el costado.

Lo poco que restó del trayecto, transcurrió en medio de un estricto silencio que, para Sam, más bien consistió en tratar de respirar lo menos posible; intentando así mitigar el dolor que le contraía el semblante. Ya en las afueras del hospital le dio las gracias a su superior y bajó del Humvee, viendo cómo éste se alejaba sin más demoras de allí.

—No puedes darte el lujo de verte envuelta en este tipo de disputas, Sam —refunfuñó Lorie muy cerca de su rostro, mientras curaba las heridas de su boca—. Afortunadamente no fueron más que golpes y rasguños. ¿Qué tal que te hubiesen lesionado de nuevo?

—Lo sé, Lorie; pero, ¿qué quieres que haga? —Respondió ella en medio de sus regaños—. Esa tipa no deja de provocarme y yo no puedo seguir permitiendo que se salga con la suya.

—Dejarás que se salga con la suya, si por estar siguiéndole el juego te expulsan de aquí, Samanta. Estás a punto de graduarte; muy pronto entrarás a ejercer tu profesión con un muy buen rango y eso es, con exactitud, lo que esa mujer quiere sabotear. Además, apenas ayer estábamos hablando de optar por una especialización, ¿no es así?...¿No es así? —reiteró Lorie demandando de ella una pronta respuesta.

—Si…así es —respondió Sam, reconociendo la gravedad de su falta.

—Sabes, muy bien, que estableciéndote con una plaza de médico cirujano asegurarás por completo tu futuro. En cuanto termines con tu servicio militar podrás continuar ejerciendo tu profesión; ya sea en el sector privado o integrándote de lleno en el cuerpo médico de especialistas del ejército. Si alguno de tus oficiales superiores se llega a enterar de este tipo de faltas, Samanta…Y escúchame bien lo que te digo. Si se llegan a enterar de tus comportamientos, podrías estar comprometiendo tu historial y tu récord, tanto así como tu desarrollo profesional.

—Opps… —Se le escapó pronunciar a Sam en ese mismo instante y en medio de las retahílas de su amiga, extravió la mirada hacia otra parte.

—Opps, ¿qué? —Preguntó ésta en seguida.

—Opps, que yo creo que ya es demasiado tarde para eso.

—¿Por qué?

—Porque uno de ellos estuvo en medio de la trifulca —confesó Sam delante de Lorie, mientras sentía como la cabeza se le iba hundiendo en medio de los hombros.

—¡Rayos! —Manifestó Lorie y por medio de arrebatados gestos, le dio la espalda a Sam enseguida—. ¡Ya ves de lo que te hablo! —Le dijo volviéndose de nuevo hacia ella. Su mirada iracunda abofeteó su lastimado rostro—. Pero, ¿qué sucede contigo, niña?

—Lorie, perdóname. Es que yo no pensé en ese momento lo que hac…

—¿Cuál de ellos fue? —Preguntó Lorie acotando de tajo sus disculpas—. Quizás yo pueda hablar con él e intentar minimizar lo sucedido.

—No lo sé —respondió Sam de inmediato—. Nunca antes lo había visto en la base. Pero creo que su nombre es Crowe.

—¿Crowe?

—Si, así fue como escuché que los demás oficiales le llamaban.

—¿Te refieres al Capitán Crowe? —Preguntó ella bastante asombrada.

—Exacto —respondió Sam—, ¿por qué, acaso lo conoces?

—Por supuesto que lo conozco —mencionó Lorie y volviéndosele el semblante pensativo, permaneció así por unos cuantos segundos—. Es Richard Crowe, Capitán de vuelo —advirtió de un pronto a otro y en dirección a Sam—. Es lo bastante joven; pero, aun así, es uno de los mejores pilotos de combate que tiene la fuerza aérea y de los que cuenta con mayor experiencia en zona de guerra. Son muchas horas de vuelo burlando a la muerte. Su padre ocupa uno de los más altos rangos en la milicia.

—Entonces, creo que ya estoy en problemas —pronunció Sam, sintiendo cómo se le agolpaban las preocupaciones sobre el rostro—. Aunque, tal vez no sea así, Lorie. La verdad es que no vi que le diese mucha importancia al incidente.




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