En cuanto llegó al tercer piso, Adam no necesitó preguntar por ella, los desesperados alaridos de su hermana guiaron la frenética búsqueda hasta la habitación en la que se encontraba. Adam ingresó de una conteniendo a Taylor y quitándoselo de encima a David. Lo llevó hacia atrás, sujetándolo con fuerza por los brazos. Pero el muy desalmado forcejeó con insolencia para liberarse de Adam. Quería dejarse ir nuevamente sobre David. Quería continuar golpeándolo... ¡Quería matarlo!
—¡Suéltame! —Gritaba enfurecido como el mismísimo demonio—. Que quiero romperle el alma a este infeliz.
—¡Amigo, cálmate! —Medió Adam en contra de la locura de Taylor y aumentando las fuerzas con las que lo sujetaba intentaba controlarlo―. ¿Qué rayos te sucede, acaso te volviste loco? ―Todos sabían que David no era contrincante de pelea para nadie. Entonces, ¿por qué cometía Taylor semejante estupidez?―. Tranquilízate —añadió sosteniéndole el cuerpo—, piensa en tu familia, en tu futuro. Tienes que controlarte. —Y preocupado por las repercusiones que su amigo pudiese tener, a raíz de lo que había hecho, no lo soltó hasta que vio que por fin comenzaba a tranquilizarse. Las palabras de Adam lentamente le hicieron entrar en razón y viendo lo que había hecho quiso justificarse.
—Él fue quien tuvo la culpa, amigo —pronunció, entonces, con temor. Volviéndose hacia Adam y tomándose con frenesí de su saco—, por provocarme.
—¡Eso no es cierto! —Chilló Sam a todo pulmón. Para ese momento ya se encontraba postrada al lado de David. La escena era aterradora, había sangre donde fuese que posara la mirada. En la cama, en las paredes, en la alfombra. David botaba sangre por la nariz y por la boca a borbotones, tenía un gran corte en la frente de la cual también emanaba mucha sangre y sus ojos cerrados, no daban seña de vida alguna. No se movía para nada y por un instante Sam llegó a pensar que estaba muerto...—¡Llamen a una ambulancia, por favor! —Gritó al montón de curiosos que llegaron a ver el circo que se había formado en la suit.
—Él fue quien tuvo la culpa —continuaba repitiendo Taylor.
—Él lo único que hizo fue intentar protegerme —lloró Sam, inclinando el rostro sobre David, intentando lograr sentir su respiración, pero sólo se miraban las lágrimas de ella llover sobre la ensangrentada faz del chico. La debilidad de su cuerpo temblaba como una frágil hoja movida por el viento. No podía creer que algo así estuviese sucediendo. Su voz se arrastró de nuevo por toda la habitación con demencia.
—¡¿Dónde está la ambulancia?!
—Vendrá pronto —informó una de las chicas que se encontraba allí—, varios de nosotros ya marcamos al número de emergencias.
Sam apoyó la cabeza de David sobre su regazo, con la única esperanza de que abriese los ojos. Un trozo rasgado de su vestido reposó sobre la humedad de aquel cabello castaño oscuro, empapándose de inmediato con su sangre. En medio de tanta confusión, Adam ni siquiera se había fijado en el estado en el que se encontraba su hermana. Con el vestido destrozado y hecho jirones en la parte frontal, el busto resguardado solamente por su ropa interior. Su cabello y maquillaje estaban hechos un desastre total, aparte del golpe que ella presentaba en el rostro y el cual ahora comenzaba amoratarse.
—¿Por qué tu vestido está roto? —Preguntó, entonces, por medio de un severo gruñido. El ceño fruncido que emanaba de su expresión se unió a la pregunta—. ¿Y a qué te refieres con que David tuvo que protegerte?
Sam volvió la mirada iracunda hacia Taylor.
—Pregúntale a este animal —fue lo único que respondió y entregó de nuevo sus preocupaciones hacia David.
No hubo de decir más para que Adam asumiera al instante lo que había sucedido allí. Más su afán por David no le permitió a Sam advertir como el semblante de su hermano cambiaba mientras que tornaba la rigidez de su cuerpo hacia Taylor.
—Hermano, no. No es verdad lo que ella está diciendo —rehusó el cobarde—. No es lo que tú piensas.
—¿Ah, no? —Interpeló Adam con el sarcasmo de sus gestos―. ¿No es lo que yo pienso? —Y sin darle tiempo a nada lo tumbó al suelo de un solo golpe.
Casi que todo el equipo de futbol se encontraba allí, adentro en la habitación, observando lo ocurrido. Sin embargo, ninguno de ellos intervino en el momento en el que Adam arremetió contra Taylor a golpes y a punta pies. Todos ellos eran amigos de años, compañeros de clases, de deportes y fiestas de fines de semana; mas al parecer a ninguno le gustó lo que Taylor había hecho esa noche...Había cruzado la línea. Todos siempre fueron de molestar a David y de gastarle bromas pesadas al pobre tonto, pero lo sucedido fue demasiado. Además, lo que Taylor intentó hacer con la hermana de su compañero fue de lo más bajo, así que decidieron no ayudarlo; ni tampoco permitir que nadie más lo hiciera, dejándolo a merced del brutal castigo. Esa noche Adam le rompió a Taylor dos costillas y la nariz.
Los gritos de afuera provenían de los chicos que estaban en los pasillos. Anunciaban y prevenían que la policía había llegado al lugar. El hotel dio parte a las autoridades por los disturbios en el tercer piso. Dos de los amigos de Adam se apresuraron, pero prácticamente tuvieron que hacerlo arrancado de Taylor para lograr que lo soltase y se lo llevaron a rastras del sitio, de otro modo se vería en graves problemas con las autoridades. Dejaron a su otro amigo tendido en el suelo, desangrándose por completo y sin importarles un pepino lo que sucediera con él. Entre tanto los demás miembros del equipo de fútbol advertían a los que se encontraban a sus alrededores, que no fuesen abrir la boca con respecto a la golpiza, sino se las verían con ellos.
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Editado: 12.05.2024