No se puede decir lo mismo del demonio de Tasmania, aún gira revoltosa y botando chispas hasta llegar a su auto. No puede creer que David la haya humillado así, de esa manera...—Que ni se piense que por haberla dejando en evidencia las cosas cambiarán entre ellos. Al contrario —espeta llena de indignación—; ahora menos que nunca sería capaz de considerarlo como un amigo...Un conocido, sí, eso es todo lo que es. Un simple aparecido sin relevancia alguna en los asuntos que vino a resolver. Porque cuando llegue el momento de hablarle de la niña (si es que ahora decide dejárselo saber), no serán más que eso. Un par de personas con el bien común de haber procreado un ser juntos.
Cuando menos algo bueno sobrevino a causa de todo este arrebato que David desencadenara sobre el Universo; porque el pie de Sam se hunde hasta el fondo del acelerador, dejando así al estridente rechinar de las llantas hablar acerca de la furia que la consume. La adrenalina que en estos instantes corre por sus venas, le ha otorgado la fuerza y el valor, la decisión y el coraje para dirigirse hacia el otro lado de la ciudad. Irá a buscar a su padre y si es que él se lo permite, le verá por fin después de doce años de ausencia.
—Es mejor así —piensa mientras conduce en medio de las congestionadas calles. Respira hondo y siente como la ansiedad comienza a sustituir a la ira conforme el avance de cada kilómetro recorrido. Aún así lo considera más conveniente que llegar directamente a su casa y hacerle frente a todos a la vez. Su papá siempre fue más indulgente con ella que el resto de la familia. Prefiere arriesgarse primero con él que con su madre.
Poco después de media hora se encuentra frente al edificio. Es una monumental estructura de al menos cincuenta pisos de altura, ubicada en Aurora, al Norte de la calle 24. Con finos y extendidos ventanales, que reflejan a grandes rasgos, los trescientos sesenta grados de la creciente ciudad en todo su alrededor. Afuera, en la entrada, una enorme y elegante placa de metal dorado, lleva grabada en ella el nombre de Kendall & Kendall & Asoc. Antes, esto era en referencia de su abuelo y de su padre; ahora el agregado de seguro que será por su hermano. Esto le recuerda cuando era una adolescente y el único motivo que la llevara casi siempre acercarse al lugar era para pedirle dinero a su papá. Las tardes de "amiguis", por aquel entonces, eran un tanto costosas y de constantes derroches y excesos. Así que de cuando en cuando tenía que efectuar fuertes retiros adicionales del bolsillo de su padre, aparte de la mesada que ya de por sí le era destinada. Jim nunca le negó los gastos extras a su consentida.
Advierte cómo todo se mira exactamente igual. Introduce el auto en el edificio mientras desciende con cautela hasta llegar al sótano. El único inconveniente es que ahora hay una barrera amarilla en posición horizontal que le bloquea el paso y le impide el ingreso al estacionamiento.
Una voz femenina se proyecta desde los intercomunicadores situados en su flanco izquierdo:
—Sea usted bien recibido al bufete legal de Kendall & Kendall & asociados...Identifíquese por favor.
—Sam Kendall —responde ella de inmediato.
―Por favor, diga su nombre completo.
―¡¿Qué?!...Samanta Jane Kendall.
—¿Cuál es el motivo de su visita, Samanta Jane Kendall?
—Vine a hablar con Jim Kendall.
—¿Tiene usted alguna cita previa establecida?
—No, no la tengo, yo...
—¿Tiene usted algún parentesco? ―Importuna la metálica entonación.
— ¿Qué? Sí...soy su hija —declara ella. El tono de su voz demuestra que está comenzando a perder la paciencia.
—Espere un momento, por favor —Solicita la irritante voz—. Buscando en la base de datos. Identificando parentesco...Femenino...Kendall: Alexandra Jane Kendall, Linda Jane Kendall, Susan Jane Kendall...Huellas digitales confirmadas. Visitas previas confirmadas. Samanta Jane Kendall. Huellas digitales pendientes de confirmación. Visitas previas, cero. Por favor coloque su dedo pulgar en la placa para la confirmación de huellas digitales.
—¿Que haga, qué? —Pregunta Sam. Piensa que está por mandar al diablo a la exasperante mujer. Aún así accede, después de todo qué puede perder con intentarlo.
Luego de unos cuantos segundos en silencio, se escucha de nuevo:
—Escaneando huella digital...Procesando datos...Samanta Jane Kendall. Huella digital confirmada. Parentesco confirmado...Bienvenida, Samanta Jane Kendall a Kendall & Kendall & Asociados.
Sam mira como la barrera se eleva frente a ella. Se pone en movimiento e ingresa sin decir más. Después de todo se percata de que no era más que una computadora con quien su ignorancia contendía. Esto no sólo le habla de lo mucho que han cambiado las cosas por allí, sino que además se da cuenta de que su padre está aguardando por ella. De no ser así, sus huellas no hubiesen estado en la base de datos, aguardando con paciencia y por largos años por su esperada confirmación. Esto representa un aliciente que le impulsa a seguir adelante. Por eso se apresura, toma el ascensor y sube hasta la recepción. Logra advertir que ya nada es igual que antes. Se nota que les ha ido muy bien, que la firma de su padre ha prosperado a gran escala.
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Editado: 12.05.2024