—No, eso no es posible. Esa etapa fue superada desde hace mucho tiempo.
—Pues lamento mucho informarte que no es así —interpone David ante los alegatos de Lorie—. Ella continúa bebiendo y si tú no me ayudas. Si ambos no hacemos algo al respecto, entonces la perderemos para siempre. Escúchame —menciona David adueñándose de la anonadada expresión de Lorie—. Debes decirme qué fue lo que sucedió ahora mismo. ¿Dónde estuvo Sam todos estos años y por qué es que guarda silencio acerca de su pasado? Sé muy bien que ella tuvo un hijo con ese tipo.
—¿Ella te lo dijo? —Pregunta Lorie elevando la mirada hasta él.
Y con esta revelación David confirma que sí, entonces, sí…Hubo otro nacimiento.
—No, no me lo dijo —Es su escueta respuesta—; pero yo mismo encontré las fotografías y pude ver con toda claridad que ella estaba embarazada y además de eso, se encontraba al lado de él. Por eso es que necesito saber. Debes decírmelo, por favor. ¿Dónde está la criatura? ¿Es un niño o una niña?
—Fue un niño —contesta Lorie luego de permanecer unos pocos segundos en silencio y mostrando el semblante turbio frente a David, se aparta de él y toma asiento al borde de una de las camillas de descanso.
—Entonces, ¿ella tiene un hijo de la misma edad de Ben?…Lorie, no me hagas esto, por favor contéstame —suplica David ante el silencio que ella le impone—. ¿Por qué el niño no se encuentra a su lado? ¿Qué, acaso, también lo abandonó?
—¡No! —Es la escandalizada respuesta que lanza Lorie sobre sus acusaciones—. Ella no lo abandonó. Ella jamás habría hecho algo así.
—¿Por qué no? Si ya lo hizo una vez, perfectam…
—¡Porque no! —Lo interrumpe Lorie con suma molestia y poniéndose en pie camina hasta el otro lado de la sala dándole la espalda.
—Bien, si no lo abandonó, entonces dime: ¿dónde está el hijo de Richard? Es más…¿dónde está Richard? —Pregunta David en medio de tonos sublevados y los cuales exigen una rápida respuesta por parte de Lorie.
Ésta gira el rostro sobre su hombro y advierte la silueta de David detrás de ella, tan determinada…tan demandante. Pero Lorie sabe que no puede pasar por encima de Sam. Ella fue asignada a su lado para guiarla y aconsejarla. No puede cruzar ciertos límites, tomarse ciertas libertades que no le corresponden. Es Sam la encargada de contarle toda su verdad, no ella y así mismo se lo hace saber a David.
—¡¡Pero, Lorie...!!
—Lo único que puedo decirte —añade ésta sobrepasando los exasperados tonos de David—. Es que, si el niño no está con Sam, no fue por su culpa. Aunque ella misma afirme todo lo contrario. Por eso fue que comenzó a beber. Que aún bebe, según lo que has dicho. Para aliviar su dolor…para intentar olvidar.
—¿Olvidar? ¿Olvidar, qué? —Pregunta David.
—Olvidar que…su hijo ya no está más con ella.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero —pronuncia Lorie, mientras gira de un modo impetuoso hasta encontrarse de frente con las expectativas de David—…a que ella perdió a su bebé recién nacido.
—¡¿Qué?!
—Así como lo oyes. El hijo de Sam está muerto…y el padre del niño también lo está —Lorie advierte la perturbada expresión de David, al punto de verlo caer sentado sobre una de las sillas que tiene al lado—. Ambos murieron el mismo día —le dice sentándose junto a él.
Mas la forma y el modo en el que ocurrieron los hechos se los guarda para sí; porque como lo mencionó hace poco, a ella no le compete revelar esa clase de información a David, ni a nadie más.
—¡Dios mío! Ella perdió a su hijo.
—¿Ahora comprendes su dolor? ¿Ahora entiendes su desesperación, David?
—Esto es horrible —pronuncia David poniéndose de pie—. Esto tiene que ser una pesadilla. No es posible que su bebé esté muerto…Que él también lo esté.
—Por esa razón ella volvió a casa. Fue la penitencia impuesta por Richard antes de morir. Las últimas palabras pronunciadas frente a ella en su lecho de muerte: “Vuelve a casa y recupera a tu hija” y así mismo fue como lo hizo. Tratar de enmendar los daños que provocó en su juventud, le ha costado a Sam verter lágrimas de sangre. Por eso te pido que, por favor, no te apartes de ella. Sólo tú y tu pequeño han sido capaces de hacer que ella vuelva a sonreír. Que su existencia no transcurra muerta en vida como ocurrió por tantos años…David, por favor —pronuncia Lorie solicitando sus atenciones.
Pero David, él en este momento no se siente capaz de brindar más que la desesperación que se proyecta de su mirar. Con muchas dificultades logra permanecer en pie y le da la espalda a Lorie tan sólo para sostenerse de la pared con la ayuda de una mano. La otra recorre sin cesar y de un lado al otro, sus cabellos hasta llegar a la nuca.
«Su hijo…su hijo. Ella perdió a su pequeño». Repite una y otra vez, dentro de su mente, sin poder detenerse.
Ahora comprende por qué Sam se negó a revelar la cruda y horrible realidad; pero también sopesa que no es justo el que ella lleve sola esa carga tan pesada dentro de su alma. Por eso todas aquellas palabras llenas de amargura y aflicción: “Hace mucho tiempo que no hay vida dentro de mí”, la escuchó gemir aquella vez. Y cómo no se iba a sentir así, piensa David mostrándose por completo devastado, si había perdido a su bebé y al hombre que ella amaba…que aún ama. Ambos el mismo día. Por eso estaba tan desecha, por eso se sentía tan perdida.
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Editado: 12.05.2024