Torbellino: Quizás en algún Sueño muy Lejano (volumen 4)

Capítulo 21

—¿Y a ti qué te pasó? ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas? —Pregunta Lorie; mas al ver como Sam simplemente rompe a llorar frente a su asombro y se lanza sobre su cuello, la abraza de igual forma y la hace pasar a su departamento, cerrando la puerta tras ella—. Ven aquí, siéntate junto a mí. ¿Dónde están David y los niños?

—En casa —balbucea Sam en medio de sus chillidos y continúa llorando sobre su hombro.

No pasa mucho tiempo antes de que los gritos y las amonestaciones de Lorie se paseen por toda la sala del pequeño lugar.

—¿Pero, en qué rayos estabas pensando, Samanta? ¿Cómo pudiste hacer algo así?

—Lorie, por favor, ya no me regañes —le dice ella sin dejar de llorar.

—¿Y dices que te corrió de su habitación?

—¡Siiii! —Chilla Sam con más fuerza mientras hunde el rostro entre las manos—. Me echó de allí y después se puso como loco a golpear la puerta y a romper objetos.

—¡Oh, Dios! —Vocifera Lorie y llevándose ambas manos a la cintura, eleva el rostro por todo lo alto y deja salir un vasto suspiro de exasperación—. Es definitivo, ustedes tres me van a volver loca. Primero David y sus enredos con esa mujer. Y ahora vienes tú y me sales también con esto.

La conmoción en el rostro de Sam se eleva hasta llegar a su amiga.

—¿De qué estás hablando? —Se deja decir hasta quedar frente a ella—. ¿Acaso tú sabías lo de David y lo de esa…

—Si…sí lo sabía —le dice Lorie sin abandonar aquellos mismos gestos de reprimenda.

—¡¿Y por qué demonios no me dijiste nada?! —Prorrumpe Sam poniéndose histérica frente a ésta—. ¡¿Cómo pudiste hacerme algo así, Lorie?!

—¡Precisamente para que no fueses a cometer la estupidez que cometiste esta noche! —Le grita Lorie—. ¡Niña tonta! ¡Niña, estúpida!...Por eso lo hice. Sabía que si te hablaba al respecto te pondrías como loca y lo utilizarías de pretexto para ir a buscar a Richard.

Los temblores en el cuerpo de Sam tan sólo hablan de la furia que la consume y la histeria de sus manos comienza a rasguñar y a romper la piel de sus propios brazos con nerviosismo.

—Tranquilízate —le dice Lorie intentando tomarla por los hombros.

—¡No, no me toques! —Le grita Sam apartándose de ella—. Una celestina, eso es lo que eres tú. Y él un maldito sinvergüenza que tuvo la desfachatez de venir hasta acá para alardear frente a ti sobre sus logros. Preferiste encubrir los romances de David con la mustia esa, antes de que yo me enterase tan sólo por “tus supuestos” temores a mis reacciones.

El rostro de Lorie se retrae y sacude la cabeza en repetidas ocasiones mientras parpadea con asombro al escuchar las barbaridades dichas por Sam.

—¿De qué romances estás hablando?

—No vengas a hacerte ahora la desentendida —le dice Sam adelantando el cuerpo hacia ella al tiempo que la señala con el dedo—. Hablo de la aventura que ha sostenido David por tanto tiempo con esa mujer. Sabes que lleva años engañándome con Rebeca. Yo misma te hablé de las llamadas que él recibía en plena madrugada desde que estaba esperando a Adrian.

El rostro de Lorie se pierde entre sus manos y permanece moviendo la cabeza de un lado al otro.

—Claro, esas llamadas —le dice descubriendo el rostro frente a Sam—. Cariño, ven acá, debemos hablar —pronuncia Lorie e intenta tomarla de nuevo por los hombros; pero al ver como aquellas malacrianzas le impiden proseguir manteniendo la condescendencia, se planta frente a ella con aires de autoridad—. ¡Siéntate ahora mismo sobre ese sofá antes de que te pierda la paciencia por completo! Por eso fue que decidimos no decirte nada. Cuando David vino hasta aquí, hace un par de meses, para exponerme la situación; le reprendí en gran manera por haberse metido en ese lío sin necesidad alguna. Mas fui yo misma quien le aconsejó que guardase silencio debido a tus arrebatos y a la forma que tienes siempre de complicar las cosas. Ni bien te enteras a medias de lo que está ocurriendo y mira la estupidez que fuiste a cometer, yendo a buscar respuestas donde no debías hacerlo. ¿Hasta cuándo te dejarás llevar así por tus impulsos, Samanta? ¿Hasta cuándo, dímelo? ¿Qué no ves que desde los inicios de tu juventud éstos no te han traído más que lágrimas y dolor? Llevamos toda una eternidad navegando en medio de estas aguas y tú no avanzas, niña. ¡Ahora, siéntate! —Le ordena Lorie una vez más.

Sam obedece a regañadientes; sin embargo, se encarga de darle la espalda a su amiga mientras se cruza de brazos, mostrándose muy indignada frente a ella.

—¿Y qué más me podrías decir para convencerme de lo contrario? —Le dice sin abandonar aquella misma postura—. Si yo misma los escuché hablar. Escuché a David intentando terminar con ella por teléfono; diciéndole que no lo buscase más, que sus encuentros se habían acabado. Que por más que le importase hasta allí habían llegado sus tratos con ella. Por eso mismo fue que intenté guardar la compostura y hasta me propuse olvidar y continuar hacia adelante con toda esta farsa. Pero, esta misma noche, esa mujer intentó comunicarse de nuevo con él, diciendo que necesitaba escuchar su voz y le agradeció por la nueva oportunidad que él le estaba brindando. Y si éstos no son tratos gestados entre dos amantes, Lorie; entonces, quiere decir que yo me volví, por completo, loca —le dice Sam, volviendo el rostro cargado de furia hacia ella.




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