—Ve a despertar a papá con un beso —susurra Sam sobre el oído de Ben.
Lo envía con un par de nalgaditas mientras yergue la postura y se recuesta con toda comodidad sobre el marco de la puerta del estudio. Observando como el niño, quien sigue al pie de la letra sus instrucciones, se sube sobre el pequeño taburete, en el cual David siempre lo sienta a su lado, y acercándose hasta el rostro de su padre, plasma un tierno beso sobre su mejilla.
—Papi, despierta.
El rostro de David se encuentra privado sobre la pila de papeles y planos, que cubre a totalidad la amplitud del escritorio; pero en cuanto siente al pequeño a su lado sonríe, incluso antes de lograr abrir los ojos con pesadumbre.
—¿Cómo amaneció mi campeón? —Pronuncia sosteniendo al niño con la fuerza de una sola mano y llevándolo hasta sus labios, lo llena de dulces besos mañaneros. Lo que desencadena, allí mismo, la alegría de muchas risas y de más súplicas por parte de Ben para que su papá lo deje, pues le está haciendo cosquillas con la barba.
—¿Pudiste terminar? —Pregunta Sam acercándose hasta David. Mira el desorden de planos, documentos, lápices, reglas y compases; además de las múltiples hojas. Unas rotas, otras hechas un puño y otras simplemente extendidas que están regadas por todo el piso. Sam se inclina y toma la que se encuentra bajo su pantufla y comienza, según ella, a examinarla—. Te quedó muy bonito —menciona volteando el papel de un lado al otro y sin lograr entender nada—. ¿Pero en dónde se supone que van los pasajeros?
—No —responde David. Toma el papel de manos de Sam y sonríe con amabilidad—. Este es uno de los diseños del tablero de los sistemas de vuelo y navegación, pero no se ajustó a lo que deseaba y lo deseché.
—Oh, ya veo —pronuncia ella sumida en la ignorancia y como de igual forma sigue sin entender nada, se aventura a tomar otro más. Esta vez uno proveniente del escritorio de David—. ¿Y este?
David sonríe al ver el interés que ella muestra por su trabajo. Con Ben sobre su regazo y trazando el niño un desorden de líneas sobre una hoja en blanco, lo asegura junto a él y comienza a hablar.
—Este es el sistema de propulsión de la nave —le dice manifestando con emociones, similares a la de un niño, toda una cátedra de conocimientos delante de Sam. Desde las ideas de planeamiento, concepto y visualización que dan inicio a un proyecto de esta magnitud. Exponiendo ante ella como realizan los cálculos en hoja y papel, de allí al diseño electrónico y luego al laboratorio. El proceso culmina con las pruebas de campo, en donde el prototipo de un avión es puesto a prueba hasta llevarlo a su uso comercial.
Sam inclina la cabeza frente al computador, mirando y tratando de asimilar un millón de líneas, esferas y más números, que bajo los comandos de David y luego de un breve clip, se transforman frente al asombro de sus ojos en un estilizado y moderno avión de aerolínea comercial.
Ella se muestra encantada al instante. De lo que le habló David no entendió ni media palabra. Su lenguaje fue demasiado técnico y ella es, claro, que no es ingeniero. Pero los resultados le parecen fantásticos. Es increíble que él pueda hacer algo así y piensa esto mirándole a los ojos. De inmediato se adueña del brillo que él proyecta de su mirar, pues se da cuenta de lo mucho que David ama y disfruta de su profesión.
—Es maravilloso —manifiesta delante de él mostrando una genuina sinceridad e inclinándose besa su mejilla.
—Gracias —responde David colmado de satisfacción—. Ha sido más de un año de arduo trabajo. Claro, sin contar con los meses que me tomé para remodelar la propiedad; pero creo que por fin logramos plasmar el diseño que nos solicitaron.
—¿Logramos…?
—Si, acuérdate que somos todo un equipo trabajando en este proyecto. ¿No pensarás que yo solo podría con todo?
«Cierto». Considera Sam frunciendo la nariz con fastidio. Había olvidado que David tiene a todo un equipo detrás de él, incluida…esa mujer. Tan sólo el pensar que ella tuvo algo que ver con el diseño de ese avión, ya no le parece tan bonito el juguetito de David. No sólo es hermosa, sino que, además de eso, es inteligente al igual que él. Un par de cerebritos, sí. ¿Cuánto más podrían tener en común los tortolitos? Lo que la lleva a caer en cuenta de que ella, a pesar de conocerlo desde que eran niños, no está al tanto de todo con respecto a David. Hasta hace pocos minutos ni siquiera estaba enterada de lo que él hacía en concreto. Es más ni siquiera estaba interesada. Por lo que ahora sí lo está.
—David, ¿cuál es tu especialidad? —Se preocupa Sam por preguntar de inmediato—. Sé que me dijiste que eras un ingeniero aeronáutico, pero nunca en qué estabas especializado.
—Bueno, no. Yo no te dije que era un ingeniero aeronáutico. Te dije que soy un ingeniero aeroespacial, ¿recuerdas? Lo cual abarca la ingeniería aeronáutica y la astronómica.
—Ahh, ¿pero en qué te especializaste? —Insiste ella en preguntar. La verdad es que quiere saber. Quiere conocer todo cuanto pueda acerca de él.
—En realidad tengo dos especialidades... —lo escucha pronunciar como la cosa más natural del mundo.
«Ahhh…dos especialidades», comienza a pastar Sam con la boca seca mientras procura mantener su silencio. Siente como las aletas de su nariz intentan alzar vuelo en ese mismo instante. Ella con miles de penurias y sobreesfuerzos logró terminar la suya y resulta ser que aquí, el caballero presente. O dígase más bien, el Doctor Oliver, posee dos de ellas.
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Editado: 29.05.2024