Torpeza perfecta

Capítulo 4: El ascensor, la atracción y el desastre

Después del diluvio, Caleb insistió en acompañar a Elizzy hasta su edificio.
Ella aceptó, más por cortesía que por otra cosa… o al menos eso se repetía para convencerse de que no estaba emocionada de tenerlo cerca.

El hall estaba vacío, silencioso, con ese olor a limpieza barata mezclado con humedad. Caleb miró el ascensor.

—¿Es seguro?

—Bueno… a veces se detiene entre pisos —respondió Elizzy—. Pero nada grave.

—Nada grave —repitió él, arqueando una ceja—. Genial, ya me siento en una película de terror.

Subieron. El ascensor comenzó a moverse con un quejido metálico. Elizzy sentía la tensión en el aire: el encierro, el silencio, la cercanía. Sus hombros casi rozaban, y los momentáneos toques suaves de sus abrigos encendía un infierno en sus corazones. Cada vez que él se movía un poco, el espacio parecía encogerse y la adrenalina tentaba con jugar a tomar el control.
Y justo cuando Caleb abrió la boca para decir algo, el ascensor se detuvo con un golpe seco.

—…

—Te dije que pasaba —dijo Elizzy, intentando sonar tranquila.

—¿Esto es tu plan secreto para encerrarme contigo? —bromeó Caleb, con esa sonrisa peligrosa.

Ella iba a contestar algo ingenioso, pero el altavoz crujió y una voz dijo:

—Estamos atendiendo una emergencia. El ascensor se restablecerá en unos minutos.

Silencio.
Se miraron.
Ahí estaba, esa tensión eléctrica, como si el mismo aire se hubiera vuelto más denso. Elizzy tragó saliva.
Caleb se inclinó un poco.

—¿Sabes qué es lo peor? —susurró, su voz salió ronca, como si hubiera despertado hace solo unos segundos.

—¿Qué? —preguntó ella, con el corazón a punto de subir por su garganta y correr hacia cualquier parte. Su voz le hizo saltar un latido.

—Que huele a muffin de arándanos… y no hay muffins aquí.

Elizzy estalló en carcajadas, más por incredulidad que por genuina gracia.

—¡¿EN SERIO?! —dijo entre risas—. ¡Estamos atrapados, y sales con eso!

—Perdona, es mi mecanismo de defensa. Hago chistes malos cuando estoy nervioso.

—¿Nervioso tú? —lo retó ella, sonriendo.

Él la miró fijo. Muy fijo.

—Un poco —admitió, con esa sonrisa que tranquilamente Colgate patrocinaría en sus comerciales.

La tensión estaba de nuevo ahí, vibrando entre los dos. Elizzy sintió que iba a ser el momento, el verdadero, ESE momento… hasta que el desgraciado del ascensor, se sacudió y volvió a funcionar, lanzándolos contra las paredes como dos sacos de papas.
Cuando se abrieron las puertas, un vecino los miró con cara rara, como si la basura fuera más limpia que ellos.
Elizzy salió despeinada, riéndose tanto que casi no podía caminar.

—Romántico, ¿no? —dijo Caleb, siguiéndola.

—Claro. Súper romántico. Nada dice “te quiero” como un ascensor homicida.



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En el texto hay: humor, romance, ficcion general

Editado: 22.09.2025

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