Torpeza perfecta

Capítulo 5:La casi confesión

Caleb caminó a su lado hasta el pasillo del edificio, ambos todavía empapados, el paraguas doblado torpemente en una mano y un silencio cómodo llenando los espacios entre palabras.

—Bueno… —dijo él, llegando a la puerta del apartamento de Elizzy—, creo que aquí te dejo.

—Sí… gracias por acompañarme —respondió ella, tratando de mantener la calma mientras su corazón latía como un tambor enloquecido.

Caleb se inclinó un poco hacia ella, y por primera vez, Elizzy se dio cuenta de lo cerca que estaba. Su respiración se volvió un hilo entrecortado; podía oírla, sentirla, como si cada segundo alargado fuera una nota sostenida en una melodía que sólo existía para ellos.
Su mente trataba de decirle algo inteligente, algo que no sonara torpe… pero no podía. Todo se reducía a una especie de burbujeo en el pecho, como si su corazón estuviera practicando maratones dentro de su caja torácica. Cada nervio parecía vibrar, cada latido le dolía de lo intenso que se sentía.
Podía ver las pequeñas gotas de agua en su cabello, el reflejo de luz en sus ojos, la manera en que la comisura de sus labios temblaba ligeramente… y algo en su interior le gritaba "acércate, no lo pienses, solo siente".
Las palabras desaparecieron. No existía nada más que la proximidad, la tensión eléctrica que se formaba entre sus cuerpos. Era un instante tan cargado que cada sonido del pasillo, cada respiración, cada leve crujido del edificio parecía amplificarse. Todo en ella estaba alerta: los sentidos disparados, la emoción mezclada con miedo a equivocarse, y un cosquilleo en la piel que la hacía temblar ligeramente.
Y justo cuando su mundo se reducía a ese solo momento, cuando sus labios estaban a punto de rozarse y la realidad parecía suspenderse… la puerta se abrió de golpe, rompiendo el hechizo y arrojando todo de nuevo al caos.

—¡¿Qué hacen ustedes dos?! —gritó una voz desde dentro del apartamento, abriendo la puerta de golpe.

Ivy estaba allí, con la mochila colgando de un hombro y esa sonrisa traviesa que siempre arruinaba los mejores momentos de Elizzy.

—¡Sí! ¡Exactamente como lo imaginé! ¡Pero más dramático! —exclamó, como si estuviera presentando un espectáculo improvisado.

Elizzy se separó de Caleb de inmediato, roja a más no poder y sin poder contener la risa nerviosa. Caleb, atrapado entre frustración y diversión, suspiró, frotándose la nuca.

—Genial… —dijo, con la mezcla perfecta de sarcasmo y exasperación—. Estábamos a un milímetro de romper récords mundiales de romanticismo… y tú llegas como huracán humano.

Elizzy y Caleb compartieron una mirada rápida, una que decía “gracias, Ivy, por arruinarlo todo”, mientras ella se moría de risa por lo absurdo de la situación.

La tensión romántica no desapareció, sólo se congeló por un instante, lista para reanudarse en cuanto el mundo, y la amiga entrometida, les diera un respiro.



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En el texto hay: humor, romance, ficcion general

Editado: 22.09.2025

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