Trampas Del Corazón

Capítulo 1: "La apuesta"

En una de las mesas del comedor de la prestigiosa y exclusiva preparatoria Select high school, se encontraban dos apuestos jóvenes vestidos con sus clásicos trajes entrenamiento, tratando de matar su aburrimiento haciendo un concurso de fuerzas con sus brazos, mientras se sostenían la mirada con fiereza, como cada vez que competían entre ellos por algo o alguien. Es que ellos eran así, los mejores amigos, pero a su vez los mejores rivales.

Osca Bellazcano y Bruno Venturilla, se conocían desde el kínder, desde entonces forjaron una amistad que cada día se fortalecía más y más, a pesar de los retos que ellos mismos se planteaban y en los cuales siempre eran rivales. Osca y Bruno, no solo eran hijos de los hombres más adinerados de su pueblo, sino además eran muy apuestos y grandes deportistas, pero un tanto flojos para los estudios, más uno que el otro; pero ellos siempre sabían cómo evitar reprobar algún curso, sea estudiando más o simplemente valiéndose de su atractivo; es así que se habían visto involucrados en más de una apuesta que tenía como objetivo alguna chica a la que hacían caer en sus encantos para poder librar algún examen, pero ese día no estaban compitiendo en realidad por alguna chica, ambos solo querían saber quién de los dos era el más fuerte.

 

—Ya ojitos, no seas tramposo y deja de moverte — decía con el ceño fruncido un joven de cabello negro un tanto desordenado, ojos grandes color caramelo, nariz respingada y rostro tallado cual los dioses del olimpo, mientras traba de doblar el brazo de su amigo.

—Ya te he dicho Bruno, que no me gusta que me llames así, tanto te cuesta llamarme Osca — respondía fingiendo molestia un joven de cabello castaño, ojos grandes de color verde, nariz también respingada, rostro perfecto, tan perfecto como el de los dioses griegos, y ni que hablar del físico de ambos, ellos tenían un físico espectacular, no por algo se pasaban más horas en el gimnasio que en sus aulas de clase.

—Ya cállate, yo te llamo como me de mi gana — respondió con firmeza el joven de ceño fruncido y mirada penetrante. Por algo soy mayor que tú, además así te llame siempre, pronuncio con orgullo.

—Solo me llevas un par de meses, y sí, es cierto así me llamas desde que nos conocimos, pero por tu culpa ahora todos los que nos conocen también me llaman así —expreso el otro joven, fingiendo molestia.

—Bueno, ello es solo un detallito, además no siempre te dicen solo “Ojitos”, al menos las chicas, ellas te dicen “Ojitos bonitos”, “bebé”, “carita de ángel” — añadió Bruno sonriendo.

—Para ti es muy gracioso ello, ¿no? — respondió con calma el joven de mirada cristalina, mientras trataba de doblar el brazo de su amigo sobre la mesa.

—La verdad sí — agrego el otro joven, mientras trataba de evitar perder ante su amigo.

—Este punto ya es mío — pronunció Osca con firmeza, haciendo que su amigo pose su mirada en él.

—¿Qué?

—¡Gane, gane! — decía Osca, quien, en un rápido movimiento, aprovechando la desconcentración de su amigo, termino inclinándole el brazo sobre la mesa.

—Va ahhh¡, solo lo hiciste porque me desconcentre, además aun así seguimos empatados — contesto el otro joven tomando un cuaderno y un bolígrafo que estaba sobre la mesa, para hacer un conteo de sus triunfos.

—Ay, no se quejo el otro, pero tenemos que desempatar esto, ¿verdad? — decía Osca, con una sonrisa en su rostro.

—Sí, no pienso dejar que un niño como tú se crea superior a mí — contesto riendo con mofa Bruno, al tiempo que miraba con detenimiento su cuaderno. Pero no se me ocurre nada, ya hemos hecho todo tipo de apuestas y aun así seguimos empatados, agrego.

—Sí, es cierto — respondió con pesar Osca, al tiempo que un par de jóvenes que los habían estado observando desde otra mesa, decidieron acercarse a ellos.

—¿Y a ustedes que les pasa? — dijo uno de los jóvenes al llegar a la mesa, mientras tomaba asiento en una de las sillas que estaban alrededor de esta.

—De seguro nuevamente están empatados — expreso el otro joven.

—¿Cómo lo sabes? — pronunció Osca, mirando intrigado al joven que había descubierto el motivo de su repentina tristeza.

—Por esto — contesto el joven señalando el cuaderno de Bruno.

—Tenemos que encontrar la forma de desempatar, alguien tiene que ser mejor que el otro — decía con cierta molestia Bruno.

—No lo puedo creer son tan buenos amigos, pero a veces se comportan como verdaderos rivales — pronunció uno de los jóvenes.

—¡Se me ocurre algo! dijo el joven que había descubierto el motivo de desilusión de sus amigos.

—¿Qué? — respondieron los jóvenes a coro.

—Ustedes siempre terminan empatados porque ustedes siempre son los que eligen sus retos o sus víctimas, pero si el o los que elige es alguien neutral a lo mejor la suerte cambia y hasta se les hace más difícil ganar el reto….

—Puede que tengas razón Yadiel, pero que sea la última apuesta Bruno, mira como nos fue con esa absurda apuesta de las primas Pesadilla — contesto Osca posando su mirada en su mejor amigo.

—Dirás Pesantini — dijo el otro joven.




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