Trampas Del Corazón

Capítulo 21: "Tú me hiciste creer en la trampa del amor"

En una iglesia se llevaba a cabo la ceremonia de boda de dos felices jóvenes, quienes decían sus votos de amor frente a todos sus familiares y amigos.

 

—No llego — pronunció con tristeza Leo, tras haber buscado con la mirada entre los presentes en el lugar a la persona que él y que sus amigos esperaban ver tras aquellos largos 5 años.

—No puedo creer que Osca sea tan tonto, Alessia está libre la que se casa es Barcia — se lamentaba Yadiel.

—Hay amigo tienes que superarlo —  dijo Tomás, mientras dos de sus amigos intercambiaban aros.

—Si ya lo sé, además lo importante es que ambos se aman y a partir de ahora serán felices — respondió con una gran sonrisa Yadiel.

 

En tanto en una habitación, un apuesto joven se encontraba alistándose para ir a presenciar con sus propios ojos la unión del amor de su vida con su mejor amigo.

 

—Bueno creo que no llegare para la ceremonia, pero si para el festejo, al menos los veré bailar —  decía con tristeza Osca, mientras se arreglaba la corbata frente a un espejo.

 

Mientras tanto, dos jóvenes salían de una bella iglesia donde eran recibidos entre aplausos por sus amigos quienes les arrojaban pétalos de rosas, con las clásicas palabras ¡qué vivan los novios¡ ambos jóvenes se dieron un apasionado beso frente a todos y se dirigieron al auto de bodas, que los trasladaría al lugar donde se llevaría a cabo la fiesta, haciendo lo propio los invitados.

Luego de más de 1 hora, ya estando en el lugar de recepción de la boda, donde se llevaría a cabo el festejo, la feliz novia convocaba a las solteras presentes para que ella realice el clásico arrojo del ramo de novia entre las presentes.

 

—Chicas solteras, hagan un circulo — decía Barcia, quien se colocaba en posición para arrojar el ramo.

—Alessia ven — expreso Dafne, mientras tomaba del brazo a su amiga, para llevarla al centro de la pista de baile, donde se lleva a cabo el tradicional protocolo del ramo.

—Pero yo…

—¡Vamos Alessia! estas soltera — dijo Dafne sonriendo, llevándola hacia el lugar indicado.

 

Barcia miraba de reojo a sus dos amigas en especial a Dafne, pues era la única de sus amigas que ya llevaba años de novia uno de sus amigos.

 

—A la una, al dos y a las….tres — pronunció Barcia, luego del ello arrojo el ramo, el cual salió volando por los aires ante la atónita mirada de todos los presentes al ver la persona que sin querer atrapo  el ramo.

—¡Alessia!, amiga, todo parece que tú serás la próxima — dijo Dafne, riéndose al ver la cara de susto de su amiga.

—¡Cómo se te ocurre decir eso! si yo ni novio tengo — respondió la joven sonriendo nerviosamente, mientras la novia se acercaba a ella.

—Bueno amiga después que baile con mi amor, tú bailaras con él, agrego riendo ante lo sucedido Barcia, luego de ello fue donde su esposo, al tiempo que la pieza elegida por lo ya esposos empezó a sonar para que ambos den su primer baile como esposos.

 

En tanto Osca llego al fin al lugar donde se llevaba a cabo el matrimonio de los que eran sus mejores amigos pues a pesar de haberse mantenido alejado de ambos, el siempre los consideraría así.

Dentro del local, tras haber dado el baile con su esposa, Bruno se acercó a Alessia, para bailar la misma pieza bailada con su esposa ahora con ella, cumpliendo así lo que mandaba el protocolo del ramo, “Bailar la pieza principal del baile con la afortunada soltera que coja el ramo”.   

 

—Sabes linda, creo que es momento de que les des oportunidad a otros chicos, el atarantado de Ojitos no llego, pero no te pongas triste, él fue el que perdió, no tú — dijo el joven mientras limpiaba con la palma de su mano las lágrimas derramadas su amiga tras sus palabras.

 

Todo ello era observado por un apuesto joven que había ingresado a mitad de la pieza de baile de Bruno y Alessia, el cual con tristeza miraba la escena sintiendo un profundo dolor de su corazón al volver a ver a ella en brazos de su mejor amigo.

 

—Osca, tantos años sin saber de ti, por lo visto esta vez sí leíste los mensajes que Bruno te enviaba, pues los nuestros nunca lo hiciste, y ni que decir de las llamadas, ni las contestabas, pero, ¡Qué bueno que hoy viniste! — decía Leo, con mucha alegría.

—Leo,¡ hola! — pronunció Osca, con tristeza en su voz.

—¡Hola amigo!, pero no respondes a mi duda, ¿Por qué nunca respondiste nuestras llamadas y nuestros mensajes a tu correo? —  dijo Leo.
—Leo, ahora no es el momento, si — agrego Osca, con la misma tristeza.

—Pero, ¿Cómo que no es el momento?, si tu deberías estar feliz, no solo por Bruno, sino también por ti y por Alessia, ni siquiera imaginas lo mal que estuvieron esos dos cuando te fuiste — añadido Leo.




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