Treinta días de soledad.

Día undécimo: ''Plasmada se quedó en el alba.''

''Plasmada se quedó en el alba.''

Agobio.

 

 

 

Cansada me acosté en el lecho de tu pecho,

recordé viejas memorias que me sacudían el alma

y me enjuagaban las lágrimas.

Esclava de tus versos me he vuelto,

y el agobio me acuna, haciéndome recordar tus besos.


 

He de caminar descalza por las huellas de tus pies,

palpando en el aire la angustia de tu voz.

No hay nada que tomar,

porque ya todo se ha disuelto en el agravio de tu aliento.

Aunque la felicidad me toma el espíritu,

la tristeza me seduce entre tus cabellos color luz.


 

Antiguos desencuentros me amarraban,

quizás el sol de hoy no recuerde al alba,

porque las palabras sobran entre los cánticos dulces de la luna.

No soy más la pista que se perdía en el agua,

o el lienzo que se traslucía bajo de tu lechosa piel,

me he vuelto el susurro del viento, aquello que se cuenta pero no se ve.

Arrastrando cadenas que atormenta el ser, y anhelan el desvanecer.




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