Treinta días de soledad.

Día decimotercio: ''Oh de mi que caigo.''

 ''Oh de mi que caigo.''

Dolor.

 

 

 

Amagas ángeles que se desvanecen en el azar del tiempo.

¡Oh de mí que caigo en el semblante ausente del sepulcro!

Tambaleo en mi sonrisa,

mientras mimo al dolor

y a la angustia propia.

 

Sucumbo a la ira de mí ser,

gritos que añoran y paralizan el que socava a la tierra.

Penosa mirada que se aleja de tus ojos negros,

ocasiona embriaguez en mi espíritu.

¡Oh de mí que caigo en el

triste sentir de un par de letras!

 

Mi lejanía tapa la luz del sol, la presiona y la obliga a desaparecer,

más las lumbreras me gritan

que abrace la alambrada entre tus miedos y mi estupor.

¡Oh de mí que caigo en el crepúsculo de mi dolor!

Recientemente mi pesar camina en la ceniza ardiente de un ocaso que se disfraza de mi agobio.

 

Ay de mí que reo y esclavo estoy sujeto a la ebriedad de mi sentir,

que se vuelve eufórico y acaricia

mi delirio sediento de agua

y de promesas necias que se fusionan y me atormentan el alma.




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