Treinta días de soledad.

Día decimoctavo : ''Vuélveme eterna.''

Vuélveme eterna.

Anhelo.

 

 

 

Bailas lánguidamente, con ojos cerrados y pupilas al horizonte.

Amor que te enredas en mis manos y me atraes a ti.

Te recuerdo cada día temprano por el alba,

cual golondrina que surca el cielo calmadamente al amanecer.

No eres tú la bonanza que contempla mi ira,

soy yo el ingobernable miedo que afronta mi duelo.


 

Me arraigo a tu silueta,

quizás en un pobre intento de volver a buscarte.

Parte de mi temple se construye en tu tristeza,

se deshace en tu solemnidad,

y se quiebra en tu esperanza.

Apática calmo mis lamentos, mis lloros.

Amor que nace en invierno, y muere en otoño.


 

Camelias y amapolas que se esconden en tus libros,

las martirizas en aquellos cuentos,

donde danzas libremente,

con pies descalzos y sutileza en el alma.

Aligeras mi carga, mi zozobra.

Me vuelves efímera, petulante.

Tal cual canción me pierdo en tu diario,

en el viento y en cada susurro que se escapa de tus belfos.


 

Vuélveme eterna, vuélcame en poemas y déjame existir.

acaricia mis ataviados cabellos como si fuera yo el susurro del viento que mima tu piel.

Vuélveme eterna, y vuélcame en poemas.




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