Treinta días de soledad.

Día vigésimo primero : ''Para quienes te atacaban.''

''Para quienes te atacaban.''

Tristeza.

 

 

 

La presión de tu calidez sumerge mi espíritu,

cálida, arriesgada, mutilada y despiadada.

Mujer que se viste de pesar,

tus décadas han pasado y el tono de tu voz me estremece el corazón.

Te recuerdo tosca y sublime.

Eres tú, tristeza.

Dama con ojos de tempestad, mirada perdida y oculta en mi silencio.


 

Soy yo tu desalmado esclavo

que en momentos de agonía me sujeto a tus manos.

El silencio de tu voz me estremece el espíritu.

Vives, te unes a mis lamentos,

me subyugas cual amante de media noche.


 

No son narcisos que crecen en tu lago,

no son amapolas que te regalan su blanco furor.

Tu humilde servidor,

aquel que se deja hacer ante tu mera presencia.

Cielo de mil amores, eres quien contiene mis lágrimas,

que de noche llueves, sometiéndome.


 

No soy nadie para admirar la pena que surca tus ojos.

Eres tu quien con murmureos me dejas seca, perpleja.

No soy alguien que deba contar tu historia.

Eres tú que cuentas mis errores.

Tristeza que calla y solloza en silencio,

a ti que te ocultaron de la luz

y creciste cultivando espinas para quienes te atacaban.




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