Treinta días de soledad.

Día vigésimo cuarto: ''A mi.''

''A mi.''

Calma.

 

 

 

Cautivado por el ritmo de mis pasos mi silencio se encuentra.

Callando el susurro del alba,

apaciguando el ruido de las aves que opacan la calma de la tormenta.

A mí que hoy me encuentro arrullado por el pasar del tiempo,

que en silencio espero el golpe,

y en paz aclaro el agua, gritando a torrentes.

El andar de la vida me ha destrozado el futuro,

perpleja, sumisa, atenta.


 

El torrente de la lluvia cae encima de mi techo,

mi cielo se inunda y el pecho se hincha.

Las paredes se caen, y dejan ver la dicha del aguacero.

Dulce y pacifica en algún momento espero.

Un pedacito de nube se cuela en mis manos,

el cielo se cae a mi diestra.

A mí que con temple me forjaron,

que con calidez fui maleable,

y que con sencillez dejada.


 

Soledad que se viste de compañía,

fiel a quien le sirve.

Empapada, la lluvia no se detiene.

El cielo llora en torrentes, mi alma se aplaca.

Mujeres que fueron cautivadas y ahora el cielo guarda sus penas.

A mí que miro con ojos pacíficos en silencio espero ser vencida,

que en vista de ser atestada busco cuencos que me tomen,

y que siendo incapaz de protestar murmuro en mi memoria.

Perpleja, sumisa, calma.




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