Artem
Una vez más, quizo buscar el gorro invisible sobre su cabeza, pero Artem se contuvo. Se levantó, miró a su alrededor y vio un gato negro y gordo con una mancha blanca en el pecho y patas blancas.
Vlada gritó, Asadov hizo una mueca. Un gato normal y corriente, lo único que faltaba era comenzar a creer en supersticiones. Mientras Vlada seguía gritando, el gato, contoneándose se acercó a las niñas.
— Esto no es una señal, este es Marcel, — dijo la niña frunciendo el ceño.
Su hermanita, con un rizo colgando sobre su cara, atrajo al gato por las patas delanteras. Artem tenía miedo de que el animal pudiera arañar a la niña, pero este ni siquiera se movió.
— ¿Quiere acariciarlo?
Y entonces tuvo como una iluminación. Marcel.
El gatito que Al bajó de su techo hace seis años también se llamaba Marcel. No de inmediato, por supuesto, ella lo llamó así después. Y luego lo inundó lo prohibido, en lo que él se prohibía pensar. Pero que de todos modos lo alcanzaba y lo destruía periódicamente.
Era por ella que no podía tener relaciones normales. Debido a ella recibió el título de misógino y soltero eterno. Debido a ella, no tuvo éxito con Zlata, cuando Artem cedió y aceptó intentar comenzar de nuevo. Darse una oportunidad.
Entonces estaba tan cansado de esta lucha eterna dentro de sí mismo, que quiso creer que tendrían éxito. Y que él todavía amaba a Zlata.
Solo que no pudo. Algo ya no lo estimulaba en estas relaciones. Y ya no creía ni en el amor ni en la sinceridad.
Artem estaba subiendo al avión cuando recibió un mensaje de Alena. No dudó ni por un segundo que era de ella, nadie más sabía de su relación.
Así es como las ilusiones se rompen en un instante, cuando recibes un mensaje exigiendo dinero, de lo contrario todos tus amigos y conocidos sabrán sobre tus pensamientos sucios. Un ataque violento de la oveja inocente por la que se hacía pasar Alena.
Seguro se dió cuenta de que él la observaba desde la ventana, por eso fue que le dió el dinero a los mendigos. Sabía que se lo tragaría y se relajaría.
Asadov estaba tan enojado que ni siquiera leyó el dossier de esta perra calculadora y mentirosa, que prepararon sus agentes de seguridad. Rompió la impresión en papel y borró el archivo del correo.
Pero después, cuanto más pensaba, más dudaba. Dio instrucciones a sus agentes de seguridad para que sacudieran a la hija de la empleada de limpieza de los Gordeev, y de repente esta admitió que quería ayudar de esa forma a su amiga.
Una vez más, se había equivocado con esta chica extraña, Alena. Incluso pensó en buscarla, pero sucedió el accidente, y Artem no tenía tiempo para dedicarle a Alena.
Ahora resultó que su gato pertecía a la gerente del hotel "Tres estrellas", y la propia gerente, resultó ser el cerebro supergenial. Y, obviamente, con determinadas desviaciones psíquicas. De lo contrario, no estaría sentada en la oscuridad debido a una bombilla quemada.
Pero lo más importante era que las maravillosas chicas "florales" resultaron ser sus hijas. De ella y un hombre desconocido que tuvo tanta suerte y que enfurecía tanto a Asadov.
Un segundo.
***
Alena
— ¿Qué? ¿Qué usted dijo?, — pregunto asombrada. — ¿Está bromeando?
Del shock, hasta me olvido de que tengo que esconderme, bajo la computadora portátil y me levanto de la silla. La máscara impide respirar, también me la quito.
No puedo creer lo que oigo. La imagen vuelve a cobrar vida: Artem atrae hacia sí a la chica del abrigo corto, coge su cara entre las manos. Se besan bajo el muérdago decorado con adornos, la feria de Navidad bulle y brilla a su alrededor, y yo estoy a dos pasos de distancia con la nariz hinchada de un color rojo púrpura, los ojos húmedos y una inmensa barriga.
Demasiado cerca para no ver lo tiernamente que la besa. Demasiado cerca y demasiado doloroso. Por mí y por mis hijas, que aún no habían nacido.
Asadov a mí me besaba de manera brusca, dura, exigente, porque era asunto solo de deseo. Pero él amaba a aquella chica, era visible a simple vista.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué ha pasado en estos seis años? ¿Por qué rompió con su novia amada y se casó con otra?
No tuve tiempo de examinar atentamente a la esposa de Artem, pero me pareció bastante hermosa. Bastante, porque con Asadov de fondo, él pone el listón demasiado alto.
Yo no tuve suerte, él no tuvo tiempo ni de envejecer ni de quedarse calvo. Para mi profunda decepción. Todo lo contrario. Y notar a alguien a su lado solo es posible si este alguien se destaca al menos un poco sobre un fondo tan impecable.
Ahora Asadov, que acaba de casarse con una chica hermosa, me exige que le eche a perder la noche de bodas.
Me pregunto quién de nosotros se ha vuelto loco. ¿Seré yo? Eso es muy inapropiado ahora, pronto habrá una junta de accionistas y además yo tengo hijos...
— ¿A usted le parece que yo estoy bromeando, señora Mala? — oigo una voz ronca muy cerca y me estremezco.