Primer día. Kai bajó del camión y cruzó la calle para entrar a la escuela. En la entrada había un montón de gente, esperando también a que abrieran las puertas. Pudo reconocer a algunas caras como las de Noah y Zarina, su exnovia y la amiga de su exnovia, respectivamente. Estaba Lalo, junto a varios de sus amigos, y cerca de la puerta, todos de pie, estaban Juliana, Félix y Candy, la última con su hermano menor.
Kai se acercó a ellos a saludar.
— Hola - Lo saludó primero el hermano de Candy.
— Hola niño.
Kai saludó después a sus amigos y Candy le presentó a su hermano menor. Después, volteó hacia el velódromo que rodeaba la ciudad deportiva frente a ellos, donde Kai vivió poco más de un año. Un automóvil se detuvo y dejó bajar a Lucy, la mejor amiga de Kai. Tras las vacaciones de verano, la chica lucía un poco más bronceada que antes, cuando su piel pálida destacaba entre la multitud.
— Hola homosexual - Lo saludó ella.
Atrás, los chicos del grupo de Lalo observaban con atención a Lucy. El propio Lalo le prestó atención a la chica unos cuantos segundos antes de que el comentario de uno de sus amigos llamara su atención una vez más.
— ¡Jóvenes! ¡Hagan una fila para entrar! ¡Hagan una fila jóvenes!
Kai, como el resto de sus amigos, protestó en silencio antes de formarse en una maldita fila que fácilmente le daría la vuelta a la manzana. Ya adentro, un par de prefectas comenzaron a conducir a los alumnos a sus aulas. La del grupo de Kai sería esta vez la que estaba ubicada justo sobre la entrada, en el segundo piso del edificio. Por otro lado, Noah, Zarina y todos los de tercer curso estudiarían en el edificio que Kai y sus compañeros habían ocupado durante todo un año.
Los chicos subieron las escaleras y pasaron a ocupar las bancas para dos personas ubicadas por todo el salón. Kai decidió hacer un pequeño cambio y sentarse ahora en la tercera fila en la primera columna, pegada a la ventana y frente al escritorio para el profesor, del lado opuesto al de la puerta.
Kai vio a varios de sus amigos de siempre entrar. También vio al amigo Zárate, ese indeseable e irritante pedazo de carne con retraso que sacaba de quicio a Kai cada vez que respiraba. Darinka y sus amigas se sentaron en la esquina contraria a la del escritorio del profesor, cuando antes se sentaban todas cerca de la puerta. El club de Lalo se sentó al fondo, en las dos columnas de mesas en medio del aula.
De seis filas y cuatro columnas de mesas, más de la mitad ya estaban ocupadas, pero faltaba gente en un enorme espacio en medio y al frente que sin embargo, ya estaba ocupado por varias mochilas que nadie reconocía.
— ¿Recuerdan que Roger y Mendel nos dijeron que nuestro grupo iba a ser disuelto? - Preguntó Félix, quien se había sentado junto a Juliana justo enfrente de Kai (y Caín).
Kai asintió.
— Pues creo que no nos disolvieron a nosotros pero...
La puerta se abrió y un grupo de adolescentes, más o menos tan grande como la banda de Lalo entró al aula. Una chica con la complexión de una ballena asesina bebé iba al frente de ellos con una masa un tanto amorfa como cuerpo y una cara de señora gritona de mercado que solo significaba problemas.
Ella se sentó en la mesa justo al lado de la de Amelia e Irina, frente al escritorio de la profesora, aunque antes, ella intentó intimidar a Amelia y a una Irina durmiente para quitarlas de ahí, cosa que, lejos de funcionar, resultó en una batalla de miradas furiosas entre Amelia y ella.
Bien, que la ballena asesina se sentó en primera fila, al lado de Amelia. A su lado se sentó una chica con el cabello teñido de rubio y con las raíces negras, esbelta y atractiva. Caín volteó a verla durante una breve fracción de tiempo, la suficiente para que Kai lo mirase como madre al ver a su hijo mirando a una chica.
— Pareces violador, detente - Dijo Caín, intentando ignorar la mirada de enfermedad sexual de Kai.
— ¿Te gusta?
— Ni siquiera la conozco, cállate.
— A quien sí le gusta alguien es a Irina - Gruñó Juliana.
Tanto Caín como Kai voltearon a verla, prestándole toda su atención.
— Sí, ¿No sabían? Irina ha estado saliendo con...
Irina se levantó como si no hubiese estado durmiendo todo el rato para taparle la boca a Juliana.
— ¡No lo digas!
— Ah, por favor, todos lo sabían de todos modos - Se quejó Félix - Ha estado saliendo con Louis - Explicó - Ya saben, el amigo de Juliana, estudió con nosotros en tercer curso y tiene la piel color yogurt de fresa.
— Ah, el tomate - Recordó Caín - Sí, me acuerdo de ese wey.
— Total, Juliana ha salido con cinco chicos en las vacaciones.
— NO ES CIERTO - Intentó callarlo Juliana.
— Al mismo tiempo - Silabeó Félix, acentuando cada palabra por separado.
— Pero tú te comiste el glande de...
Félix le acomodó un golpe en el hocico a Juliana, quien se fue de lado intentando esquivarlo sin éxito alguno. Los chicos se rieron. Kai sonrió. Ellos; Amelia, Irina, Félix, Juliana, incluso Caín, eran su grupito de amigos más frecuente. Podía incluirse con la banda de Lalo ocasionalmente, pero los suyos eran ellos. Eran como otra familia.
La puerta se abrió y uno que otro estudiante entró antes de dejar pasar al primer profesor del curso. Kai se alegró al ver a la profesora Ross, su maestra de informática desde hace un año.
— Buenos días, chicos, veo muchas caras nuevas por aquí.
Y era cierto. Más de la cuarta parte del grupo era nueva ahí. La profesora Ross decidió pasar la nueva lista antes de comenzar con las actividades usuales.
— Abad, Caín.
— Presente - Contestó Caín.
— Acuña, Daya.
Una chica en la segunda fila, al lado de la mesa de Félix y Juliana, contestó. Caín y Kai la miraron también. Era de tez blanca con un poco de acné y lentes con marco fucsia. Su rostro era ovalado y pecoso. Era bonita y daba la impresión de ser una buena niña. Además, su teléfono tenía una funda de sandía hecha de plástico. Tenía una lapicera con varios bolígrafos de colores sobresaliendo de ella.
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Editado: 22.12.2020