Tres Guerras

Epílogo: La guerra

Tampoco Lucy lo tomó bien cuando le contó. Ella fue, de hecho, la primera en molerlo a golpes. Amelia y Candy lo miraban con desaprobación, la primera por negarle la oportunidad de embarcarse en una aventura suicida y la segunda por embarcarse él en una misión suicida. Lucy sólo buscaba una excusa para pegarle y encontró un motivo real.

— Pero oigan, estoy bien - Sonrió Kai.

Lucy barrió la pierna herida de Kai y lo hizo caer de boca al suelo, dándole tiempo apenas de meter las manos.

— Puto.

— Sí - Añadió Amelia, sonriendo.

Apenas se levantó, Lucy lo abrazó y Candy y Amelia le siguieron. Candy le pidió que fuese con ella un momento y se sorprendió al ver a Milo y Sonia con ella.

— Hola guapo - Saludó Milo, besando en la mejilla a Kai, quien le devolvió el beso bajo la severa mirada de Sonia, quien abrazaba más de lo normal a su novio tras esa escena homosexual de afecto entre ambos.

— ¿Que pasó ahora? - Preguntó Kai.

Pamela salió del interior del salón de Candy y se paró de frente a Kai.

— Tengo...tenemos algo que decirte.

Kai se recargó en el muro que servía de barandal en el segundo piso del edificio.

— Parece que...él, Zeta, no era el único "malo" que te quería muerto.

— Son varios pero...

— Logré escuchar una conversación entre Claude y Beckett hace un par de horas - Lo calló Pamela - Y necesitas saberlo. Estaban alegres porque Zeta está en prisión. Dijeron algo sobre que ya eran libres y...

— ¿Qué? ¿Qué pasó?

— Que ahora van por "los demás". Quizás se refieran a ti o a Sonia o a alguien más. No lo sé, solo creo que deberías saberlo.

— Gracias por decirme - Contestó Kai - En serio gracias, Pamela. Si quieren, podría...

— Soy Alba Dorada - Le recordó Milo - Puedo defenderme a mí y a mi amorcito.

Sonia jugó con las mejillas de Milo. Pamela no supo cómo reaccionar, pero cuando Milo y Kai se abrazaron, ella pensó que lo más apropiado sería hacer lo mismo.

— Gracias Carlos - Sonrió Pamela.

— Se los debo.

Kai caminó en un doloroso descenso de las escaleras cuando una chica con piel color leche de almendras y un montón de pecas en la cara se le tiró encima.

— ¡ESTÁS VIVO! - Le gritó Zarina, emocionada.

— ¡Mi pierna! - Gritó Kai.

Zarina se apartó y levantó el pantalón lo suficiente para ver el vendaje.

— Puto. Te fuiste a hacer esas cosas y casi te matan - Reprochó ella.

Kai ni siquiera intentó echarle en cara su heroísmo. Estaba feliz de poder ver a sus amigos de nuevo.  Nada más se puso en pie y se encontró con una pequeña Noah Nakamura con los brazos detrás de su cuerpo, dando vueltas a lado y lado en su lugar, con la mirada completamente baja.

— Perdón - Murmuró.

Kai se recargó en el pasamanos de la escalera. No estaba preparado para esto.

— En seis meses te vas y yo estoy malgastando el tiempo - Se excusó la chica - Sé que las cosas que hago te hacen sentir mal, pero lo siento, ¿sí? No volveré a beber.

— No se trata sobre si bebías alcohol o no niña - La detuvo Kai - Sólo es que te estabas convirtiendo en alguien con quien yo no podía estar. Me duele ver que te vuelves tan...tan distinta a la linda niña que todos conocemos. Si quieres cambiar, cambia, pero hazlo para bien.

— Puedo intentarlo - Prometió Noah, antes de intentar rodear a Kai con sus pequeños brazos.

Noah sacó su teléfono y se lo dio a Kai. Le estaba pidiendo que anotara su número de teléfono en los contactos. Kai dibujó una sonrisa en su cara. ¿Por qué no?

        

Era martes ya y en contra de la voluntad de Lucy, Kai se acercó a Melissa mientras ella hablaba con Arthur. Él lo vio acercarse y prefirió irse con Karina un rato. Melissa también estuvo a punto de irse cuando Kai la detuvo.

— Hey - Saludó él.

Melissa se sobresaltó. Aunque se habían dedicado miradas de vez en cuando en todo ese curso, jamás se habían dirigido realmente la palabra otra vez.

— Hola - Devolvió el saludo Melissa, dándose la vuelta.

Su tersa cara tenía una o quizás dos arrugas bajo los ojos.  Su frente estaba llena de pequeños granitos rojos que destacaban sobre su piel blanca. Parecía haber ganado dos años de edad, aunque su estatura y voz seguían siendo de la misma chica que Kai conoció a la salida del colegio en primer curso.

— Han pasado muchas cosas, ¿No? - Sonrió Melissa, intentando romper el hielo.

— Sí... ¿qué tal lo de...

— Encontraron su contrato. Creo que soy libre ahora, ¿No?

Kai sonrió y golpeó suavemente la frente de Melissa.

— Creo que todos estaremos mejor ahora niña. ¿Amigos?

— Siempre que uno de los dos dice eso, algo malo pasa - Intentó evadirlo Melissa.

— Estaré esperando.

— Amigos.

        

El potaje cayó en su bandeja. Miró la rendija con recelo, pero cogió la bandeja después de todo. El uniforme gris del reclusorio no le sentaba tan bien como su traje negro y su máscara, pero era lo que tenía. Sólo le quedaba esperar. No sabía quién, si el Troyano, si Gwen, Beckett, Claude o el propio Carlos Rivera serían quienes fueran por él, pero irían.

Hizo una mueca y escupió el pasador para el cabello. Era su oportunidad, pero la usaría en otro momento. Ahora solo le quedaba esperar. Con toda una vida en ese agujero, tenía suficiente tiempo para planear su venganza.




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