NUEVO PERSONAJE:
Conrad
Pasamos la tarde en Georgetown, donde Caleb y yo nos encontramos con nuestro viejo amigo, Noah. Teníamos años sin verlo y era el momento de ponernos al día. Hicimos una reserva en el Next Whisky Bar, con sus paredes cubiertas de botellas sin abrir del suelo al techo, que le daban un toque original. Siempre nos gustó su ambiente de cómodas sillas rojas y su perfecta iluminación.
Saludamos a Noah a lo lejos, cuando lo vimos entrar al lugar, para que supiera dónde estábamos. Él pertenecía a la acaudalada familia Saylor y su rancho también se encontraba tambaleante ante la cambiante economía. Era evidente que para nuestros padres el mundo tomaba un rumbo inesperado a una velocidad que no sabían manejar.
—Créeme cuando te digo esto, Conrad: El futuro está en las telecomunicaciones —aseguró Noah, luego de dar un sorbo a su vaso de whisky—. Acabo de egresar en economía y he estudiado este fenómeno que viene con la internet. Mi estudio de grado trató sobre eso y tengo la impresión de que la tecnología dará volteretas a la economía dentro de unos años. Necesitamos estar preparados para esto si queremos seguir siendo las familias más ricas de Virginia.
—He pensado lo mismo que tú. Solo los que se adaptan sobreviven. Me parece que, si queremos mantener nuestro nivel de vida, necesitamos cambiar la forma de pensar. Mañana tengo una reunión con mi padre y Mario Bicandi sobre el futuro de los ranchos —dije mirando con seriedad a mis acompañantes.
—Yo solo sé administrar mi restaurante —aseveró Caleb—, y no me quejo. Me ha ido muy bien. Poco sé de tecnología o negocios.
—Pues espero que no te sorprenda cuando tengas que relacionar tu restaurante con internet de algún modo —dijo Noah—. Te lo aseguro. Deberías escucharme, Caleb, y tomar medidas desde ya.
Noah agitó su vaso con un movimiento circular, inhaló, percibiendo aquel amaderado aroma, dio un sorbo y continuó:
—Su viejo es chapado a la antigua. Si es que hasta su rancho luce como una postal de colección de principios de siglo. Me parece que no será fácil hacerles dar este giro. Mi papá ya cedió. Ojalá lo consigas con el tuyo, Conrad.
—Ni siquiera sé por qué cae sobre mis hombros este asunto, pero no me queda más que asumirlo. Ya veremos qué surge en la reunión de mañana.
—¿Y qué haremos al salir de aquí? —preguntó Noah mirando alrededor. Seguro buscaba alguna chica que le gustara para salir.
—Vamos al ensayo de Caleb —dije casi como una orden.
—¿Ensayo? ¿Ensayo de qué? ¿Acaso somos un trío de viejos? Estamos en nuestro mejor momento, profesionales, sin compromisos. Tenemos que salir a divertirnos —expresó abriendo los brazos.
—Eso es divertido para mí. Me presentaré en el festival de verano. No tienen que ir si no quieren —argumentó Caleb, quien comenzó a levantarse.
—Yo iré al ensayo —aseveré.
Noah accedió sin tener más opción, imponiendo una condición:
—Pero después del ensayo ese, volvemos a salir, ¿bien? Necesito una chica para esta noche.
Miré a mi hermano y nada contestamos, dando a entender que no nos comprometíamos a nada.
Unos veinte minutos después, entramos a la sala de ensayos de YMCA, con su gran pared de espejos en frente. Jazmín ya estaba allí y usaba vestido que le quedaba muy bien. Era ajustado en el torso, afinaba su cintura, y mostraba una falda corta, pero con vuelo, que marcaba su femenina figura. Tenía una coleta que sostenía su largo cabello y una brillante flor en él. Se veía espectacular, hermosa, llena de brillo y vida. Nos miró extrañada, no esperaba visitas y supuse que Caleb nada le informó.
Los tres la saludamos con un beso en la mejilla. A Jazmín le sorprendió ver a Noah allí, siempre había sido desinteresado y lejano. Yo no recordaba haberlos visto hablar alguna vez. Ella siempre fue solo una pequeña a la que a Noah jamás le interesó tratar.
—¿Y esto? ¿No sabía que vendrían espectadores? —preguntó ella, dando una mirada a Caleb.
—Ellos insistieron en venir —replicó él con rapidez.
—¿Yo? Yo no quería venir —aclaró Noah con su típica y sincera odiosidad. Y luego añadió, mirando a Jazmín—: Aunque ahora que la veo a ella… No tengo problema en quedarme.
Jazmín ignoró el comentario y captó la idea. Me miró asintiendo con los ojos entrecerrados, sabía que fui yo el que quiso estar allí y el que orquestó todo como solía conseguir cuando deseaba algo. Caleb y Noah siempre me habían seguido de algún modo.
—Bien. Supongo que… Así será —dijo Jaz resignada.
Ella encendió el reproductor y la música country empezó. Caleb la saludó tocando el borde del sombrero, se acercó y la tomó de las manos. Ambos movían sus pies un paso adelante y atrás con rapidez. Los taconazos sonaban a ritmo en el suelo de madera. Luego vinieron las vueltas, Caleb la hacía girar como tagadá de feria. La liberó y ella continuó girando, mientras él le daba rápidos toques a su falda.
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Editado: 13.09.2023