Tu amor en mi piel "En cuanto te vi"

Una vida que no era

 

Parado frente a su torta de cumpleaños número 22, pensando en todo lo que había vivido, se quedó mirando su mesa y las personas que la rodeaban. Cualquiera diría que tenía la vida perfecta: amaba su profesión, desde muy pequeño la música era su mejor compañera y, gracias al apoyo generoso de sus padres, logró cumplir su sueño de componer. 

Tenía una familia increíble, llenaban de amor y comprensión sus días. Amador, su padre era un hombre admirable, había sido su amigo y jamás le reprochó sus faltas, ni sus picardías adolescentes; parecía entenderlo todo. Era un roble en su vida y un cómplice fundamental en la de Esteban, Violeta, Marcelo y Jonathan, sus amigos del alma, sus hermanos por elección. 

Eva, su madre, le mostraba otra cara del amor. Aunque estricta y exigente, Eva era pura emoción, no recordaba un solo acto escolar en el cual ella no derramara lágrimas de amor y orgullo, sentía una gran devoción por la familia y Tatú se lo atribuía al amor infinito que sus padres se profesaban.    

Centró su mirada en Julia, hacía unos meses que salían juntos, ella parecía adorarlo, quizá porque era bastante más joven que él. Intentó pensar qué le gustaba de ella, solo una cosa se le vino a la mente: “es bastante graciosa”, y gracias a su fracaso mental, recordó a Violeta y pensó en todas las negativas que le expuso al enterarse de su nueva novia, lo que le provocó una sonrisa burlona que quedó congelada por la voz de Jonathan: “¡No te olvides de pedir tus deseos!”, le recordó con una mirada exigente y un tono de voz bajo y deprimido, que en nada se parecía al tono alegre que acostumbraba usar.

A pesar del momento confuso y de la incomodidad en la que se vieron envueltos, los demás lo animaron a que terminara el ritual con alegría. Simuló hacerlo, aunque ese momento lo aturdió profundamente; una vez más, todo lo que tenía que ver con Jonathan lo desconcertaba y un montón de sentimientos se anidaron en su pecho.

El resto de la noche disfrutaron, bailaron y rieron como acostumbraban a hacerlo cada vez que estaban juntos, Sus tres amigos eran para él su tesoro más preciado y después estaba Jonathan o quizás antes, antes de todo y de todos.

 

 




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