Tu amor en mi piel "Sobreviviendo"

Receso invernal

 

  Las vacaciones escolares se festejaban en julio por lo que el viernes seis, al salir del colegio, pasaron por el hotel en busca de las valijas; se despidieron de Adelina y partieron hacia la terminal. Jonathan se burlaba de Marcelo, que cargaba dos valijas. 

  —¡Sos tan exagerado! Todavía no puedo creer que lleves tantos regalos para Violeta.

  —Ha pasado momentos muy difíciles y yo estuve lejos, no he podido acompañarla y en cierta forma yo la metí en este lío. Quiero que sepa que no he dejado de pensar en ella ni un segundo.

  —¡Estás loco, Jara! Vos la salvaste; si no fuera por vos no estaría viviendo con Eva.

  —Como sea, igualmente ha pasado momentos muy duros y yo no estuve, eso es lo que cuenta para mí.

  —Viole no piensa igual que vos. Aunque no me ha hablado mucho de lo sucedido, siempre habla de vos con amor y agradecimiento.

  Jonathan se refería a la denuncia que había presentado Amador el mismo lunes veintiocho de mayo, luego de llevar a Marcelo hasta la terminal.

  Martín Meier, el abogado que llevaba el caso de Violeta, había cumplido cada palabra que les había prometido. Incluso había conseguido la trabajadora social que había mencionado. Lola Urdaneta visitó la casa de los Restrepo por primera vez el viernes primero de junio. 

  Marcelo, como le había pedido Martín, le informó a Violeta que de un momento a otro la visitaría una trabajadora social. Por supuesto que tuvo que contarle cómo llegaron a hacer la denuncia y, aunque en un principio pensó en ocultar los detalles referidos a Lorena, prefirió no hacerlo, pues en conocimiento de lo que su madre era capaz de hacer, Violeta sería menos vulnerable a la manipulación.

  En varias oportunidades flaqueó; el llanto de ella no languidecía y él se encontraba a kilómetros de distancia. Intentaba animarse pensando que todo aquello era para mantenerla segura. Cuando le relató la última charla que Amador había mantenido con su madre, Violeta pasó de la tristeza a la furia. No comprendía por qué Lorena no le permitía vivir con sus amigos. Marcelo le expuso la teoría de Tatú, la que había explicado en la Traffic una vez terminado el cumpleaños de ella. 

  —Si esa teoría es cierta, mi mamá está más enferma que Javier.

  —Viole, para eso es necesaria la intervención de profesionales; ninguno de nosotros está capacitado para diagnosticar a tus papás. Lo importante es que vos estés bien y que no estés preocupada porque tenés un montón de personas que desean ayudarte, pero para eso te tenés que comprometer.

  —¿Qué es lo que me estás queriendo decir?

  —No podés seguir ocultando, ni mintiendo.

  —No tenés idea de la vergüenza que da admitir que tu papá te golpea.

  —Algo conozco de ese sentimiento, el maltrato tiene más de una cara.

  —Perdoname, amor, hablé sin pensar. Estoy nerviosa y me pongo a la defensiva.

  —No te preocupes. Lo que yo quiero es que me jures que si en tu casa hay conflicto o si tu papá te lastima, vas a referírselo a Esteban o a Tatú. Ellos van a ir directo a buscar la ayuda de Amador, que sabe bien lo que tiene que hacer.

  —¿Y el abogado quién lo paga? No sé mucho de esos temas, pero sé que son carísimos.

  Mintió para evitarle una preocupación más. 

  —Es un abogado del Estado, no vamos a tener que pagarle.

  —¡Qué alivio!

  —Vos solo preocupate por decir toda la verdad ante la trabajadora social. ¿Recordás su nombre?

  —Lola.

  —Muy bien, amor, Lola Urdaneta. 

  —Marce, viajaste todo el día, llevamos horas hablando por teléfono y mañana tenés colegio. Es hora de que descanses.

 —Antes de cortar, quería explicarte que no hablé de esto con vos personalmente porque era tu cumpleaños. Ha sido horrible hacerlo por teléfono pero no podía arruinarte tu día.

  —Gracias por pensar siempre en mí.

  —Te amo —declaró apretando el dije que colgaba de su pecho.

  —Descansá, Marce, yo también te amo.

 

  La visita de Lola fue imprevista; luego de explicarles que se había asentado en el juzgado de familia una denuncia contra Javier y Lorena por maltrato infantil, dejó que los adultos hablaran. Cuando terminaron su relato, pidió hablar con Gael y Violeta por separado, cuestión poco habitual pero que ella sabía era la única posibilidad de obtener una declaración verdadera. Gael, como era de esperarse, enalteció a su padre, y las pocas veces que dijo algo que lo molestaba lo hizo refiriéndose a Lorena. Llegó el momento de Violeta de contar su parte de la historia; se sentó frente a Lola y, apretando una mano con la otra, la saludó.

  —Sé que hay mucha gente que te quiere, por eso han presentado tu caso al juzgado. Lo único que yo deseo es tu bienestar y por eso estamos acá sentadas. En una familia debe existir amor, respeto, comprensión y en ningún momento podemos aceptar la violencia. —Ante la mirada fija y aterrorizada de Violeta, Lola continuó su discurso—. ¿Sabías que hay diversos tipos violencia?   




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