Pasado 2

Owen

—Es preciosa—las palabras de Carter me hacen girar a verlo taladrándolo con la mirada ante sus palabras. Él se ríe al ver mi rostro y yo solo ruedo los ojos sentándome en mi asiento y haciendo girar la silla sin poder quitarme de la mente la mirada azulada que posee Celeste, parezco un loco pensando en ella, nunca una mujer me ha eclipsado de semejante manera.

—Eso ya lo sé, así que no me lo tienes que repetir—suspiro pasando la mano por mi cabello—recuerda que es mi objetivo—lo señalo y Carter solo rueda los ojos observándome con inquisición. Es un fastidio este hombre cuando quiere se pone como un grano en el culo, tiene desde que conoció a Celeste siendo un pesado queriendo saber de ella y ese temita ya me está hartando.

—¿Y?—cuestiona—tengo todo el derecho a decir lo hermosa que es, tú estabas babeando sobre ella y casi ladrándome por saludarla. ¿Qué te traes Owen? Nunca te has comportado de una manera tan posesiva apenas conociendo a alguien, y menos si se trata de tu objetivo. Me dijiste que ibas a ser un príncipe azul con la chica y solo te faltó raptarla y ocultarla del mundo—rueda los ojos—no se te caerá el pene por admitir que te gusta la chica, así que deja de ser un idiota—me levanto yendo por un trago porque cada que pienso en Celeste me pongo como un neurótico, así que evito pensar en eso.

Celeste es demasiado preciosa, demasiado mujer y es una maldita tortura no besarla como tengo ganas de hacerlo cuando la veo, cuando ella se marchó ese día en la oficina quise matar a mi padre porque por un momento me había olvidado en eso del plan de conquistarla, quiero realmente conocer el sabor de su boca y saber qué tan delicioso ella puede ser.

—Quiero llevarla a mi cama, me eleva en lo sexual—confieso sonriendo. Carter me da la mirada como si fuese un idiota y yo no menciono nada más solo me levanto cuando miro la hora—vamos, ella pronto saldrá de la universidad—le digo tomando mis llaves, Carter se levanta siguiéndome cuando salgo.

—¿Y tú como sabes eso?—cuestiona confundido.

—Porque obviamente averigüe muchas cosas de ella, entre ellas el horario de sus clases, es una chica aplicada al menos, sería un dolor de cabeza que no tuviese nada interesante de lo que hablar—me digo a mí mismo, para convencerme de que la chica no es solo inteligente, tiene unas calificaciones por los cielos.

—Y sigo diciendo que estás actuando como un imbécil, deja de ser así y despierta antes de que las cosas se te vayan de las manos. Te gusta la chica, deja de lado esa estupidez que tiene tu padre y tú y ve en algo más serio con ella—niego despacio.

—Me gusta, la pasaremos bien y luego, destruiré lo que quiere ese maldito de Beckett, no dejaré que se burle de mi familia, así como así—Carter no está de acuerdo, pero no menciona nada mientras me mira. Cierro los ojos suspirando y cuando llegamos al estacionamiento subo al coche emprendiendo la ruta hacia la universidad de Celeste.

Cuando llego estaciono y salgo esperándola porque sé que aún no es hora de que ella salga. Miro la hora y me subo en el capo del auto con Carter a mi lado, muchas mujeres me dan miraditas, pero yo la única que quiero es la de Celeste. Estoy ansioso por verla y cuando veo esas piernas kilométricas en su vestido floreado que le llegan a las rodillas, una mochila colgada al hombro, su pelo negro suelto en ondas sobre su espalda y viéndose tan hermosa se me corta la respiración. Definitivamente esta mujer es algo de otro mundo.

Me bajo del capo como un idiota y camino hacia ella que está pendiente del móvil que ni cuenta se da de los idiotas que la están observando, les lanzo una mirada de muerte haciendo que vuelvan a mirar otra cosa. Celeste se da cuenta de que hay alguien frente a ella y se detiene elevando la vista, veo con entusiasmo la manera en que sus carnosos labios rosados se abren con sorpresa cuando le doy una sonrisa.

—¿Sorprendida?—pregunto metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón. Celeste mete un mechón de pelo detrás de su oreja dándome una sonrisa divertida.

—Si te digo que no estaría mintiéndote en la cara—responde sonriendo—definitivamente estoy sin palabras, ¿Cómo sabias que me encontrarías aquí?—cuestiona y me pierdo en esa mirada azulada.

—Digamos que el destino, pero admito que procedí a intervenir para agilizar eso—ella vuelve a reír y me gusta como se ve su rostro al hacerlo—¿te parece una salida?—cuestiono y me atrevo a tomar su mano. Veo el momento justo en que su mirada cae en nuestras manos unidas, siendo más tenas entrelazo nuestros dedos y sonrío como idiota al ver cómo le afecto.

Sin embargo y contra todo pronóstico, también me afecta a mí la suavidad de su piel, y como me gustaría indagar más en las cosas que la haría estremecer o retorcerse, mi mente viaja a cosas más calientes cuando esos ojos me mira, lamo mis labios perdiéndome en esa mirada y quiero mandar todo al carajo cuando ella muerde su labio inferior, respiro agitado queriendo besarla y estamparla contra una pared, probar cada centímetro de su piel con mi boca, probar cada lugar prohibido y todo lo que ella me permita.

Creo que Celeste piensa de la misma manera que yo porque da un paso cerca de mí y tomándome por sorpresa es ella quien toma la iniciativa posando su boca sobre la mía, pero es tan preve que apenas y puedo procesar que sus labios tocaron los míos, ella se aleja y está sonrojada que pongo mi mano libre en su cuello para acariciarlo, suspira y sonrío cuando veo la luz verde para hacer lo que quiero.

Soy yo quien la besa ahora, pero no soy como ella. Yo sí que muevo los labios demostrándole que a mí no me van los besos de picos, que conmigo es indagar, que debo saborearla de esta manera para aprenderme el sabor de sus labios que me mantiene enloquecido.

Ella me sigue el beso y todo en mi cabeza queda en blanco, lo único en lo que pienso es en ella, en lo que su boca es capaz de hacer, en lo que me hace sentir. Mi mano suelta la suya y envuelvo su cintura en mis manos acercándola, ella suelta un sonidito y aprovecho eso para adentrar mi lengua en la suya indagando de manera profunda.