Tú eres el hombre que amo

Capítulo 3

Celeste

—Eres tan hermosa—no puedo evitar decirle a mi pequeña quien me regala la sonrisa por la cual creo que cada día nuevo, vale la pena. Continúo peinando su cabellera suave y abundante, mi hija tararea alguna canción que escuchó en la televisión mientras juega con las muñecas en sus manos.

Cuando me enteré de la existencia de mi hija mi embrazo iba muy avanzado, aun así, fue terrible. Estaba en un país nuevo, sola y con apenas lo suficiente para sobrevivir, estaba aterrada con la idea de ser madre y, además, no poder darle todo necesitaría.

Aun así, poco tiempo después, fue demasiado emocionante imaginar a una pequeña en mis brazos, acariciarla, cuidarla... amarla.

Nunca pensé que existiría un amor tan puro en este mundo, pero el amor que le tengo a mi hija es el más hermoso que he sentido. Ella me ha enseñado tantas cosas, fue la personita que me hizo poner los pies sobre la tierra y aceptar mi nueva vida, me hizo reparar mi corazón roto para no darle un amor a medias, ya que ella se merecía solo lo mejor.

Aunque a veces es tan chocante el parecido que tiene con Owen, siempre me he sentido un poquito estafada por eso, de mi apenas y tiene algunas cosas, los genes de ese imbécil fueron más fuertes que los míos.

Aun así, mi princesa es una hermosura. Es la niña más hermosa que he visto, aunque creo que eso es porque soy su madre, aun así, es preciosa.

—Mami linda—llevo mis labios a su frente dejando un sonoro beso que la hace reír encantada.

—A pesar de que amo que me halagues, no te salvas de ir a la guardería—ella hace un puchero precioso y yo le guiño un ojo colocando todo en su lugar y bajándola de la cama—vamos o mami llegará tarde al trabajo—le aclaro y ella suspira negando antes de tomarme de la mano y caminar hacia el exterior.

Ya Helena se fue al trabajo, sigue en proceso lo de su traslado. Así que cierro bien la puerta con el bolso enganchado en un hombro y lo demás en mi mano, mientras la otra tiene la pequeña mano de mi hija. Cuando todo está seguro, camino con ella cantando alguna melodía de unas caricaturas, no se entiende casi nada, pero la voz de mi hija no es fea, de hecho, es muy bonita.

Al llegar al estacionamiento, busco mi coche y la subo al portabebés, se queja, pero luego se distrae mirando las ventanas. Yo acomodo todo y subo para poner el auto en marcha.

En el camino tenemos una conversación, aunque después me ignora cuando se aburre de esta. Al llegar a la guardería la lleno de besos antes de dejarla, ella me lanza besos y sonríe deseándome lindo día, claro que luego que cierran las puertas y se da cuenta de que no me quedaré comienza a llorar y debo irme porque me parte el corazón ver a mi hija llorar.

Al llegar a mi trabajo saludo a Susy quien me sonríe con amabilidad y me adentro a mi despacho. Me sorprendo de encontrarme a Gabriel mirándome, un capuchino sobre mi escritorio me hace amarlo enseguida.

—Te vas vuelto mi segunda persona favorita del día—le aclaro sonriente mientras me acerco a tomar un sorbo. Cierro los ojos amando el sabor.

—Me gusta ser la persona favorita de ti—me guiña un ojo y sonrío.

—A pesar que me caes bien, no creo que me hayas esperado solo para un capuchino, ¿tengo razón?—cuestiono sentándome frente a él, los ojos de Gabriel se pasean por todo mi rostro antes de sonreír un poco.

—Necesito una respuesta, hoy—suspiro fuerte, ya me imaginaba que era eso lo que diría—me están atacando porque debo mandar una respuesta a los altos mandos, necesito confirmar todo para tu traslado. La empresa necesita que alguien la maneje Celeste. Han pasado varios días y tú aun no te has decidido. ¿Qué es lo que ocultas en Londres para no aceptar esta increíble propuesta?—pregunta y me trago el recuerdo que quiere atravesarme.

Sus ojos verdes observándome, esos labios saboreando cada centímetro de mi piel, esos mismos labios mintiéndome con palabras de amor, los secretos que me llevaron a tener un corazón roto.

Owen.

Parpadeo regresando al presente, porque a pesar de que han pasado años, sigo de alguna manera marcada por todo lo sucedido en el pasado. En donde dejé de ser una hija para una familia y la novia de un maldito mentiroso.

—No oculto nada—respondo de inmediato sonando un poco a la defensiva, es por eso que suspiro despacio tranquilizándome—iba a darte una respuesta hoy, pero te adelantaste—él sonríe avergonzado.

—¿Qué dices?—parece un poco ansioso. Yo abro la boca y la cierro.

No quiero dejar que mi padre gane, que ese maldito infeliz de Owen siga con su vida mientras yo dejé todo atrás por su culpa. Así que cierro los ojos, suelto una bocada de aire por los labios y luego los abro.

—Acepto la propuesta—susurro con determinación. Gabriel parece pasmado, supongo que pensaba que la respuesta sería una negativa de mi parte. Él se levanta rápido y yo hago lo mismo, me abraza con fuerza y correspondo el abrazo porque realmente Gabriel ha sido un apoyo increíble.

—Me alegro mucho realmente estás tomando una buena decisión Celeste, ya verás—niego divertida y él se ríe—tenemos un apartamento en el que te vas a hospedar hasta que consigas algo mejor, lo conseguí cerca de una guardería de buen prestigio, sé que eso te facilitará muchas cosas—lo abrazo aún más fuerte.

—Muchas gracias, realmente eres el mejor—cuando nos separamos, me doy cuenta de lo cerca que se encuentra su rostro del mío.

Gabriel no se separa, antes de que pueda pensar, une su boca a la mía. Estoy tan sorprendida por el contacto que me quedo totalmente paralizada. Luego de Owen solo estuve con un hombre, un desliz de una noche, pero me di cuenta de que eso no es lo necesito. Tengo una hija, en cuanto él lo descubrió me miró como si quisiera que le pusiera su apellido a mi hija, desde entonces no salí con nadie más.

Así que luego de ese fatídico encuentro, yo no me relacioné de esta manera con un hombre, pero mi cuerpo responde estremeciéndose cuando él coloca su mano en mi cintura y sigue moviendo su boca, sobre la mía tiesa.




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