Tú eres el hombre que amo

Capítulo 4

Owen

 

Ruedo los ojos viendo a Carter sonreírle coquetamente a mi nueva secretaria, la chica lo mira como si él fuese un montón de mierda, pero mi amigo aun así no deja de lado su jugada, se acerca al escritorio de la mujer y comienza a buscarle conversación, ella de manera discreta y educada lo despacha y poco le falta para que su amabilidad se escuche como un: vete a la mierda, no me interesas.

Esa fue una de las razones por las que decidí contarla, ella solo vela por su empleo y no se distrae por una cara bonita. La mujer es muy profesional y hasta el momento no me ha dado ningún problema, lo cual es un alivio porque en los últimos 5 meses ya he tenido 7 secretarias.

Toso para que Carter deje de babear sobre la mujer y gire a mirarme, rueda los ojos al observarme y se despide caminando para entrar a mi despacho. Cierro la puerta y siento el estrés que me está provocando toda la situación del compromiso. Maldición, se supone que en una semana Beatrice y yo haremos una fiesta para celebrarlo formalmente, cortesía de sus padres que no hacen más que meterse en asuntos que nadie les ha pedido.

—Pareces cabreado, pero eso no es noticia nueva—comenta Carter sentándose frente a mi escritorio, lo rodeo para sentarme en mi puesto.

La verdad es que mi humor en vez de mejorar los últimos días solo empeora. Aunque desde hace tiempo el verme de buen humor no es algo que la gente tenga la oportunidad de apreciar. De hecho, suelo ser un cabrón de mierda, solo Carter es el único al que le permito estar cerca.

—Estoy bien—es todo lo que le digo, mi amigo se queda observándome en silencio, leyendo la mentira que le estoy diciendo. Sus ojos negros me analizan y yo dejo que lo haga, mientras reviso algo en mi computador.

—Escuché un rumor de que vendrá alguien a ocupar el puesto vacante en la nueva sede—hago una mueca, ese temita tiene a Beatrice fastidiándome.

—Si, y gracias a eso no he tenido descanso porque tengo una maniaca como prometida que no quiere que una mujer ocupe el puesto. Todo está siendo un caos, no puedo estar ocupándome de mi empresa y también de esa sede, no puedo estar todo el tiempo metido limpiando el desastre que hacen las personas que ellos contratan—comento de mal humor—le dije que la persona a cargo no estaba capacitada, no me hicieron caso y ¿qué ocurrió? Que ahora tengan muchos más problemas—susurro despacio y masajeo mi cuello.

—Yo no quería venir con problemas, pero ayer me encontré a Caín—me tenso completamente, Carter lo nota porque hace una pequeña mueca con los labios.

Cierro las manos en puño cuando el recuerdo de ese jodido bastardo llena mi cabeza. Mismos ojos azules, sonrisa engreída, palabras que lograron herirme, pero, sobre todo, el causante de que todo nos estallara en la cara.

Maldito Caín Beckett.

—¿Qué quería?—cuestiono tratando de controlar la puta ira que me recorre.

Si antes mi relación con la familia Beckett no era buena, ahora es mucho peor. Tanto así que cuando Celeste desapareció hace años, me pelee a los golpes con su hermano, con su padre y su madre se llevó algunos insultos de paso. Fue un caos que hizo que terminara en una delegación y ahora tratamos de ninguno de los dos tenernos cerca, porque cuando estamos en un mismo lugar parece que no podemos comportarnos.

Y lo intento, intento que su maldito rostro no me afecte, pero se parece mucho a Celeste, hasta que abre la maldita boca y suelta palabras que no quiero escuchar y todo se va a la mierda.

—Estará como invitado en la celebración de tu compromiso—levanto la mirada hacia mi amigo.

—¿Quién lo invitó?—Carter parece incomodo con el tema.

—Tus suegros—respiro hondo, era de esperarse.

No tengo ganas de hablar del compromiso, hoy llega la gerente de la nueva empresa, aunque tengo entendido que no iniciará el mismo día, algo sobre adaptarse a estar aquí según escuché.

—Tengo que hablar con Beatrice—comento, Carter sonríe de manera tenue porque sabe que cuando yo voluntariamente busco hablar con Beatrice es porque algo está mal. Estoy por hablar cuando llaman a mi puerta, frunzo el ceño cuando mi secretaria se adelanta con una pequeña sonrisa.

—Señor, la señorita Helena Davies está esperando—confuso observo a mi secretaria quien al mirar mi cara de confusión se adentra cerrando la puerta y acercándose a mi—es la nueva abogada que contrató la empresa, su traslado ya fue hecho—respiro hondo porque esto no puede ser posible.

—¿Nueva abogada? ¿qué pasó con la anterior?—cuestiono sintiéndome enfurecer.

—La señorita Beatrice la despidió señor, me trajo la carta firmada por usted dando autoridad para proceder... y veo que no estaba enterado—ella traga saliva nerviosa y yo respiro hondo.

—Haga pasar a la señorita como se llame, luego cancela todas mis citas, tendré que salir—Carter se levanta.

—Creo que es momento de irme—comenta sonriéndome.

La puerta se abre y da paso a una mujer alta enfundada en un traje elegante. Su cabello rojizo castaño va en una coleta alta y mantiene un porte serio, pasea sus ojos marrones de Carter a mí, para luego detenerse y sonreír con aires joviales.

—Usted debe ser el señor Remington—comenta con formalismo, yo solo la miro curioso, ella sonríe y deja una carpeta sobre mi escritorio sin dejarse intimidar por mi mirada analizando hasta la última respiración que da antes de iniciar la siguiente.

Abro su hoja de vida, y ella habla sobre sus estudios y su manejo como abogada, yo simplemente escucho con la sangre aun hirviendo por lo que Beatrice se atrevió a hacer sin consultarme. Aunque no puedo negar que está mujer parece estar mucho más preparada que mi anterior abogado.

—Será un placer tenerla en la empresa, espero que podamos llevarnos bien. Mi secretaria le dirá todo lo que necesita saber—comento cuando ella se calla. Frunce el ceño, antes de darme una sonrisa.




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