Tú eres el hombre que amo

Pasado 4

Celeste 

Caín me abraza alzándome y me rio totalmente divertida, son pocos los momentos en donde mi hermano es cariñoso conmigo, por eso lo disfruto muchísimo cuando sucede y los atesoro aún más. 

Cuando él me deja sobre mis pies despeina mi cabello y me da una sonrisa observándome con curiosidad. A veces me siento muy lejana a él, aunque eso se debe a que una pequeña parte de mi siente envidia de él. Caín es todo lo que mi padre siempre querrá como hijo, quizás todo el amor que papá siente es solo hacia él, creo que ni siquiera quería tener una hija como yo. Soy todo lo que le molesta, de eso me di cuenta, o bueno, todos se han dado cuenta. 

—No esperé que estuvieras tan temprano aquí—le comento sin perder mi sonrisa. Caín ya trabaja en la empresa de papá por lo que casi no lo veo, aunque creo que eso también se debe a que siempre anda de falda en falda. 

—No tenía trabajo que hacer... además me dijeron que la princesa Beckett está de novia con un Remington—me sonrojo un poco y cierro mi cuaderno de apuntes para mirarlo—aunque ese tema lo hablaremos cuando me prepares esas galletas de chocolate deliciosas que sabes hacer—una sonrisa divertida curva en mis labios. 

—Nana siempre estará orgullosa de que yo use sus recetas—mi hermano me guiña un ojo. 

—A ti te quedan mejor, pero es un secreto que no debemos divulgar—sonrío con fuerza tomándolo de la mano para llevarlo a la cocina. Él se sienta para verme trabajar, me movilizo con confianza en el espacio, ya que paso mucho tiempo preparando postres. 

—¿Con chispas?—cuestiono y mi hermano asiente. 

—Así que dime... o mejor háblame de ese novio tuyo—cada vez que mencionan a Owen como mi novio siento que mi corazón saldrá de mi pecho de la emoción, de las ganas de reír como tonta o quedarme horas hablando de lo dulce que es él conmigo, o como le gusta hacerme cosquillas cuando estamos solos, o la manera intensa en la que me observa cuando me besa... o me toca. 

—Es un buen hombre, así que cuidado con espantarlo—advierto tomando el globo para batir mi mezcla. 

—Dame algo que me haga no ir a golpearlo por salir con mi hermanita—me encojo de hombros. 

—Es dulce cuando está conmigo, me trata como a una princesa, siempre vela porque esté cómoda y que nada me moleste. Es muy atento, es un buen chico—mi hermano me observa incrédulo. 

—Escuché que los Remington están por firmar un contrato con una importante empresa—menciona mi hermano y eso es verdad, es algo que me comentó Owen en una de nuestras conversaciones. 

—¿Como lo sabes?—por un momento él se queda en silencio y luego sonríe. 

—Porque nosotros también estamos queriendo a esa empresa, pero al parecer se quedará con ellos—se encoge de hombros restándole importancia. 

—La verdad es que Owen no me habla mucho de los temas de su empresa, pero sí sé que están evaluando una oferta, parece que ellos quieren hacer algo más que los Remington no—me encojo de hombros. 

—Y dime, ¿qué le gusta y le disgusta a mi cuñadito?—sonrío. 

—Le gusto yo y le disgusta el resto de las personas—bromeo y mi hermano se ríe. 

—Celeste, yo no confío en ellos. Quiero cuidarte, así que para eso voy a necesitar estar al tanto de tu relación con él, de esa manera podré cuidarte—él se levanta y se acerca besando mi frente—no me ocultes nada, por favor, cuando te pregunte algunas cosas no te extrañes, solo protejo mi hermanita—una sonrisa aparece en mis labios. 

—Está bien, si eso te deja tranquilo, eso haré—Caín sonríe y cuando termino, meto las galletas al horno y limpio todo.  

Mi hermano habla conmigo un montón y cuando come las galletas que hice las alaba haciéndome sonreír. Cuando él se marcha me quedo con una agradable sensación, porque no es siempre que Caín es tan cariñoso conmigo y saber que busca cuidarme siempre es agradable. 

Hace mucho que no hablábamos de esta manera, tampoco una donde mi hermano se muestre tan abierto conmigo sobre la manera en que me quiere. Quizás mi relación con Owen está trayendo cosas buenas. 

Cuando mi impresora y computadora deciden fallar subo al despacho de papá, enciendo su computador para terminar lo que necesito y lo primero que me muestra la pantalla es una escena sexual de una mujer de abundante pelo castaño junto a un hombre que tiene el rostro totalmente pincelado. 

Cierro la pantalla y me estremezco, frunzo el ceño y trato de apartar esas imágenes de mi cabeza. No sabía que papá veía porno, pero no soy nadie para juzgar. Así que acomodo todo como estaba y salgo del despacho. 

Aunque en mí una sensación desagradable se asienta. 




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