Tú eres el hombre que amo

Capítulo 18

Celeste  

Siento sus manos recorrer mis piernas con suavidad, pero con determinación. Mis ojos se cierran abre más mis piernas quedando entre ellas. Siento que el corazón se me saldrá, que mi cuerpo convulsionará del calor tan inmenso que me recorre. La habitación se siente pequeña, mi cama se siente pequeña cuando sus besos suben desde mi pantorrilla hasta llegar a mis rodillas. No me permito mirarlo, si lo hago... cometeré más locuras. 

—Mírame Celeste—la orden llega haciendo que mis ojos se abran y bajen a mis piernas abiertas, la sonrisa en sus labios es mi perdición. 

Un suspiro se escapa cuando comienza a besar la cara interna de mis muslos, la humedad que siento por él me hace sentir avergonzada, sus ojos verdes están atentos a las expresiones de mi rostro. 

—Eres mía—y justo entierra su cara entre mis piernas, enloqueciéndome con su lengua... 

Me despierto completamente agitada, siento que el corazón se me saldrá por la boca, que no me controlo. Jadeo y paso una mano por mi cuello sudoroso y luego suspiro, todavía no amanece por completo, pero yo me siento demasiado despierta. Y demasiado sensible también. Los pezones lo tengo duros contra la tela de mi pijama y siento mi entrepierna húmeda. 

Un sueño húmedo. 

Lo que faltaba. 

No me tocaré, no lo haré. Todo mi cuerpo me pide liberación, pero yo no quiero hacerlo, si lo hago desearé más a quien me persigue aun en sueños. No quiero tener que desear el toque de Owen, joder, no quiero. 

Me levanto y decido que es hora de tomar una larga ducha que apague este deseo que me consume de a poco. El agua sobre mi cuerpo es una molestia, pero lo soporto hasta que mi mente está más calmada, así como mi cuerpo. Cuando me siento en pleno estado de mis facultades salgo y me visto, coloco música y aprovecho que aún es temprano para hacer limpieza. 

Mi pequeña duerme cómodamente sacándome una sonrisa en los labios. Así que pongo música en un volumen bajo y me encargo de ordenar todo. Anoche ella estuvo hasta tarde esperando que Owen llegara aun cuando le advertí que él no vendría porque tuvo un compromiso. Me doy cuenta de que desde que se enteró que Aida es su hija viene todos los días sin falta, así que no es de menos que mi hija esté tan acostumbrada a él.  

A veces me siento algo ansiosa sobre la relación de ellos, porque Aida ya ama mucho a Owen, su pequeño corazoncito tiene tanto espacio para él, ahora en todos los planes lo incluye y la idea de que pueda salir lastimada de alguna manera me pone ansiosa. Aun cuando Owen no me ha dado razones para eso, siempre quiero cuidar mi pequeña. 

Cuando mi casa está limpia yo preparo el desayuno sabiendo que pronto Aida despertará, tomo otro baño porque en la limpieza sudé bastante. Con un sencillo vestido limpio lo que ensucio y cuando mi puerta es tocada frunzo el ceño. 

Es muy temprano para las visitas. 

Camino descalza hasta la puerta y al abrir me encuentro con el rostro preocupado de Gabriel, me alerto y lo dejo pasar. Hoy es sábado, por lo que pensé que podría descansar de la empresa, sé que tiene que ver con negocios, es la única manera en la que Gabriel vendría tan temprano. 

—¿Qué pasa?—cuestiono preocupada, él muerde su labio inferior y suspira. 

—Anoche me llamaron los altos mandos... hay un problema—el corazón se me acelera porque el trabajo que he estado haciendo creo que ha sido muy bueno, tanto así que me han felicitado hace poco. 

No entiendo de donde viene esto y miro preocupada lo que Gabriel pueda decir, trago en seco y él me da una pequeña sonrisa de lástima que me pone los vellos de punta. 

—Dime qué pasó—pido en un tono molesto, él suspira y me observa preocupado. 

—Te despidieron—mis ojos se abren de manera exorbitante y tengo que agarrarme de la pared más cercana por la sorpresa. 

—Eso no es posible, mi contrato es de un año. No he hecho nada malo para ser despedida, he dado un buen trabajo. No entiendo cuál es la razón—la cabeza comienza a dolerme cuando pienso en todo lo que pasará. 

Yo no tengo suficiente dinero en mi cuenta bancaria porque invertí mucho en la casa, en la guardería de Aida y en gastos de ambas, todavía no estoy estable porque estuve acomodando cosas necesarias para mi hija y para mí, aun cuando cobré lo del primer mes y fue un sueldo decente, mantener el estilo de vida de Aida y mio no es barato. 

Paso las manos por el pelo porque solo la guardería de mi hija es mucho dinero lo que invierto, todo porque prefiero que me quiten dinero, pero que le den la calidad necesaria a lo que hacen y Aida se siente cómoda con ellos y la cuidan bien. 

Siento como un peso enorme cae sobre mis hombros. No sé qué decir, esto es demasiado sorpresivo. No hay una razón válida, es por eso que miro enfadada a Gabriel. 

—¿Cuál ha sido la razón?—cuestiono tragándome el nudo que siento en mi garganta y respirando hondo. 

—Comportamiento inadecuado, dicen que acosas a los hombres de la empresa, por eso te han echado—una risa nerviosa y sin nada de gracia se escapa de mis labios, estoy sorprendida de escuchar semejante estupidez. 

—¿Qué? ¿siquiera hay pruebas de eso?—cuestiono completamente confundida. Tengo ganas de llorar de rabia. 

—No, eso es lo extraño, creo que solo fue una excusa estúpida para despedirte, hay algo más que no entiendo—respiro hondo y mi mente maquina rápido. El padre de Owen de seguro tiene que ver con esto, su visita no fue en vano, quizás la prometida de Owen también tenga que ver con eso—anoche recibí la llamada tarde de la noche, no entiendo bien lo que está pasando y... 

—Esos malditos, esto seguro tiene que ver con él—mascullo—me cambiaré e iremos a resolver este problema. Me mudé a Londres de nuevo por ese estúpido trabajo como para que dos meses después quieran sacarme a patadas. Y si no hay una buena justificación los voy a demandar a todos—lágrimas de rabia y molestia se deslizan por mis ojos. 




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