Tú eres el hombre que amo

Capítulo 19

Celeste 

Estoy completamente paralizada.  

Mis ojos se cierran en contra de mi buen juicio y cuando su demandante boca me exige una respuesta, se la doy. Mis manos cobran vida y se enredan en su cuello mientras mi boca se abre para recibirlo. 

Mis recuerdos no le hacen justicia a lo que esa pecaminosa boca de Owen es capaz de hacer, me enloquece, hace que mi raciocinio se apague y solo sea este montón de sensaciones. Jadeo y lo pego más a mi dejándome devorar por él, Owen no se anda con rodeaos. Sus manos van a mis piernas alzándome, enredo mis piernas en torno a su cintura y ladeo la cabeza mientras profundizo más el húmedo beso. 

Él no tiene piedad a la hora de chupar con fuerza mi labio inferior haciéndome sentir más ardiente, me recorre fuego por las venas, mis dedos se envuelven en su pelo mientras él sigue devorándome sin piedad. Jadeo y Owen mete su lengua en mi boca robándome todo pensamiento coherente, todo lo que puedo sentir y oler es a él.  

Yo respondo con la misma hambre y necesidad que tiene él, mi lengua lucha contra la suya haciéndome estremecer cuando sus manos van a mi culo y magrea sin piedad la masa bajo su poder. Pensé que ese poder en mi él lo había perdido, pero me he estado mintiendo. No hay otro hombre que me haya hecho sentir tanto con un solo beso como lo que provoca Owen. 

Él camina conmigo en brazos, pero yo simplemente mordisqueo su labio tirando de él, siento como me deposita sobre una superficie fría. Me doy cuenta de que nos ha trasladado hacia la cocina, así que mis piernas se enredan en su cintura y lo pego más a mi cuerpo. 

Nos separamos cuando siento que necesito aire, respiro agitada y más cuando me encuentro con ese bosque oscuro que es su mirada en este momento, él coloca las manos en mis muslos dándole un apretón, me estremezca porque eso se siente bien y el sueño llega a mis pensamientos calentándome la sangre con fuerza. 

—¡Owe!—el grito de Aida me hace parpadear volviendo a la realidad, él sonríe como si se diera cuenta de que su beso me ha desestabilizado por completo. Una de sus manos va a mi cuello, me inclina un poco y captura mi labio inferior en un mordisco, luego pasa su lengua y se separa de mi cuerpo. 

—La princesa también quiere mi atención, a pesar de que me encanta tenerte así, ella también quiere compartir conmigo—su voz es ronca y parpadeo asintiendo despacio. Veo como parece inconforme de soltarme, pero lo hace. Lo veo alejarse hacia Aida y yo paso las manos por mis labios hinchados por el beso y luego por mi cuello. 

Definitivamente Owen sigue teniendo un efecto peligroso en mí, demasiado peligroso. 

Bajo del mesón de la cocina y busco un vaso de agua urgente, me siento sedienta. Escucho la risa de mi hija y poco a poco calmo todo este calentón de mi cuerpo hasta que tengo la mente despejada y el cuerpo igual de calmado. 

Me he dado cuenta de que Aida es muy caprichosa cuando de la atención de Owen se trata, siempre quiere que él le preste atención y Owen no duda ni por un segundo en dársela. 

—Celeste—su llamado me hace girar el rostro hacia él quien sonríe—quiero sacarlas un rato. Llevemos a la princesa a pasear, vístete con algo más cómodo—yo miro la ropa que tengo y asiento. 

—Me encargo de Aida y luego de mi—él parece de acuerdo conmigo. Así que me ve bañar y cambiar a Aida quien se ríe siempre de lo que él menciona. Cuando la cambio Owen pide desenredar su pelo. Lo dejo hacerlo y voy hasta mi habitación dándome un baño rápido y vistiéndome más cómoda. Me hago una coleta y me calzo con unos tenis. En mi cartera entro lo necesario y salgo hacia la sala donde Owen y Aida me esperan. 

Owen me da un vistazo que quema mi piel por la intensidad, me hago la que no vio nada y él carga a Aida saliendo. Cierro la puerta de mi apartamento y los sigo escuchando la conversación que mantienen sobre animales. Sonrío por las ocurrencias de Aida y las respuestas de Owen hacia las preguntas de su hija. 

Al llegar al auto de Owen, él abre la puerta trasera y enarco una ceja viendo la silla de bebé que tiene. Él sienta a Aida y ajusta lo necesario, le da un beso en la frente mirándola con tanto amor y ella a él. 

Cuando él cierra la puerta del coche, abre la de copiloto para mí. Su mano de manera distraiga acaricia mi cintura. 

—Sube—susurra acercando su rostro al mío, quedo atrapada en su mirada y parpadeo para alejar cualquier sensación rara que despierte. Entro en silencio y él rodea el coche para entrar al asiento del conductor. 

El camino es cómodo, Owen habla cosas sobre Aida que yo respondo. También le hago algunas anécdotas sobre ella. Me doy cuenta de que él parece algo triste y frustrado con las cosas que no conoce y se perdió de los primeros meses de vida de Aida, pero es algo que ya nadie puede cambiar. 

—¡Owe! ¿jugamos?—pregunta Aida emocionada de tenernos a ambos cerca. 

—A lo que quieras princesa, así que dime—Aida queda en silencio antes de reír. 

—Colores—anuncia y me rio sin poder evitarlo, desde que Owen le está enseñando los colores, siempre quiere jugar a eso—rosa—menciona y es así que durante todo el camino mencionamos colores como juego. 

Mi hija es super feliz simplemente con eso. 

Llegamos a un parque de diversiones, hoy parece que hay algo especial porque hay muchas personas. Owen saca a Aida y la carga, sin esperarlo cuando bajo y cierro la puerta él entrelaza nuestros dedos caminando. Yo tengo la boca abierta mientras él parece como que esto no tiene importancia. 

Aida se vuelve loca con todo lo que ve y me grita que mire los juegos. Owen compra muchísimos tickets para subirnos a las atracciones. Es así como comenzamos con el carrusel. La subimos y Owen se queda al lado de Aida porque teme que se caiga. Yo grabo todo viendo la felicidad de mi vida. Ella cada vez que pasa por donde estoy agita su manito gritando como si estuviera viviendo su momento favorito de toda la vida. 




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