Tú eres el hombre que amo

Capítulo 20

Owen 

Mi mañana inicia con Beatrice y su familia esperándome en mi oficina, en cuanto entro todos los gritos dan inicio y mi secretaria parece a punto de desmayarse porque sabe las reglas, no permitir que nadie ingrese a mi oficina si no estoy presente. 

Cuando desperté esta mañana lo hice con una sonrisa en mi rostro, porque tuve un buen día ayer. Sin embargo, esta escena fue lo que menos esperé para comenzar la semana. Mi buen humor se va al demonio ante el trio que está invadiendo mi puta oficina. 

Respiro hondo mientras Anny, mi secretaria, pasa los ojos como cordero al matadero desde los Morrison hasta a mí. Suspiro porque después de la enorme discusión que tuvimos por el despido de Celeste sé que ellos no estarán para nada quietos. 

—Creo que mi secretaria fue claro con ustedes al decirles que nadie tiene permitido entrar a mi oficina si yo no estoy—esas son las primeras palabras que digo cuando los miro. Beatrice parece más furiosa que en la cena, tengo ganas de burlarme, eso si no estuviese tan enfadado con la presencia de los tres. 

—Estuvimos esperando que te calmaras y que reconocieras la estupidez que hiciste al acabar con el compromiso Owen, sabes que no hay una mejor mujer que nuestra hija para ti. Ella es hermosa, elegante, de buena familia y los negocios funcionan mejor de esta manera. Eres consciente de todo esto, así que perdonaremos el desplante que nos hiciste y olvidaremos esta locura—Tom habla con calma, sujetando la mano de su hija que tiene los ojos irritados, proclamo la paciencia que no tengo realmente para no mandarlos al demonio a los tres. 

—Creo que fui lo suficientemente claro con ustedes, no habrá boda—mi tono de voz es calmado, me acerco a mi escritorio y sonrío con arrogancia, coloco mis manos encima de mi escritorio y los miro de manera desafiante. 

Lo que quería de ellos ya lo tengo, ahora mismo son ellos lo que necesitan de mí y no estoy interesado en seguir atado a la víbora de Beatrice, que sus padres se encarguen de seguir cumpliéndole los caprichos, ya que los únicos caprichos que quiero cumplir son los de mi hija, también los de mi mujer. 

—¡Estas siendo irracional, Owen!—la voz de Barbara se escucha molesta cuando se acerca a mi—mi hija ha dedicado años a estar restaurarte la reputación que tenías, que te recuerdo no era nada buena. ¿Así le pagas a la dedicación de ella?—enarco una ceja. 

—Su hija solo está conmigo por capricho, pregúntele cual es la cama que la ha calentado todos estos días. Gabriel no parece sentirse solo con ella cerca—Beatrice palidece como si fuese un secreto que ella y el maldito imbécil que está detrás de Celeste tienen algo—quiero que se retiren de mi oficina y dejen de dar vergüenza con este comportamiento, ustedes son personas respetadas, compórtense como tal—el rostro de Barbara está demasiado rojo de la furia. 

Como la puerta está abierta mi abogada ingresa con la tranquilidad y profesionalidad que la caracteriza. Helena se detiene cuando se da cuenta el ambiente tenso en el aire. Mi secretaria sujeta su tableta con fuerza sin saber si debería retirarse o no. 

—No voy a permitir esta humillación Owen—me encojo los hombros despreocupado. 

—Ya les dije, siguen haciendo escándalos en vano, tengo mi mujer, no necesito una de decoración—hago un gesto hacia Beatrice que está lanzando fuego por los ojos. 

—Esa maldita arpía no es mejor que yo, ¿qué pensará la prensa cuando se entere que te enredas con una zorra rompe hogares?—cuestiona con tranquilidad y una sonrisita en los labios. 

—Entonces yo que usted preparo los mejores abogados para que puedan asegurar lo que dice, eso se llama difamación y es demandable—mi abogada acomoda su chaqueta como quien no quiere la cosa. Le regala una sonrisa de suficiencia a Beatrice. 

—¿Desde cuándo los malditos empleados opinan en asuntos que no le importan?—gruñen—al parecer no le has enseñado su lugar a esta gentucha Owen—parecen perros rabiosos con furia—te lo advertiré, o vuelves conmigo o acabo con la reputación de la perra de Celeste—de reojo veo a la pelirroja parecer querer lanzarse sobre Beatrice, pero no hace nada. Ella respira hondo y aprieta los documentos que tiene en mano. 

—Celeste es mi mujer, les guste o no. Ella merece todo el respeto del mundo, por lo tanto, si aun quieres conservar tu reputación te advierto que otro insulto hacia ella y el mundo sabrá la lista de amantes que has tenido durante toda nuestra relación. No provoques con lo que no puedes lidiar Beatrice—las mejillas de Beatrice se enrojecen de la furia y respira hondo, camina con tranquilidad hasta donde estoy y me lanza una revista al escritorio. 

—Espero que puedas protegerla, porque al parecer alguien se me adelantó. Aparte de zorra, quiere engatusarte con una mocosa, eso sí es caer cada vez más bajo—me tenso por completo y tomo la revista en mis manos. 

Siento que el piso bajo mis pies se mueve cuando me encuentro con un encabezado amarillista, pero eso no es todo, es una foto de nosotros tres en el parque de atracciones, hay una imagen del rostro de mi hija pincelado, pero Celeste tomando mi mano y mi cara está a la vista de todos. 

Siento que el enojo que siento podría ocasionar muchos problemas, cuando levanto la vista hacia Beatrice la sonrisa de mierda se borra de sus labios cuando me ve la cara, la furia que me cargo podría ser un puto problema para todos. 

—Vendremos en otro momento—aclara Tom tomando a su hija y su esposa y saliendo de la oficina, respiro hondo para no explotar. 

Mierda, mierda, mierda. 

Celeste no quería dar a conocer la noticia aun, me imagino lo afectada que estará de vernos en una puta revista de chismes. Un miedo inexplicable me recorre al pensar en que ella pueda odiarme tanto como para alejarme de mi hija y de ella por esta maldita noticia. Miro a Anny quien se pone recta cuando se da cuenta de que en cualquier momento esta maldita empresa será un desastre. 




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