Tú eres el hombre que amo

Pasado 7

Celeste 

Nana me está mirando hace unos largos minutos de manera fija, es por eso que me detengo de decorar el pastel que preparo para mirarla a ella. Sus ojos me analizan como si tuviese algo extraño en la cara que me hace sonreír. 

—¿Qué?—cuestiono totalmente confundida en cómo me está mirando. 

—Mi niña, eres preciosa, pero últimamente estás... o tienes algo que te hace brillar—la miro antes de reírme y caminar hasta ella besando su mejilla. Adoro a esta mujer porque es como una segunda madre para mí. 

Aunque si tuviera que elegir, una parte de mí la quisiera a ella como mi madre. Mamá nunca ha sido muy cercana a ninguno de sus hijos, su vida gira en torno a papá, es una suerte que tanto Caín como yo tuviéramos a esta hermosa mujer cuidando de nosotros. Toda mi vida ha sido llevada por mi nana, no sé qué haría sin ella. 

Siempre se ha portado como una madre para nosotros, siempre está para mí en mis mejores y peores momentos, la adoro, es una de las personas más dulces y buenas que conozco. 

—No me consientas tanto que luego me lo creo—me separo con una sonrisa y ella niega divertida sin apartar su mirada de mí. 

—Lo digo en serio—en casa, de mi familia solo estoy yo, mamá y papá salieron juntos y Caín seguramente anda con alguna chica. 

Mi hermano es un pícaro. 

Hablo con nana y sé que estoy sucia de harina y algunas otras cosas, porque, aunque mis pasteles quedan deliciosos, aun no controlo a la perfección salir de la cocina limpia, siempre soy un desastre y es algo que se escapa de mis manos. 

Mi nana dice algo que me hace reír, pero mi risa se detiene cuando el hombre alto que conozco a la perfección se adentra a la cocina. Sus ojos verdes me buscan y cuando da conmigo su mirada se suaviza, termino de decorar y me acerco a él que no ha dicho una sola palabra.  

—Hola—saludo con la sonrisa que nunca me quiere dejar cuando Owen está cerca. 

Él sonríe y lleva sus manos a mis mejillas y las limpia, supongo que la harina alcanzó mi rostro. Él se inclina y deja un suave beso que me deja flotando, a este punto no sé qué tan profundo son mis sentimientos por él, pero todo lo que me hace sentir es demasiado intenso y fuerte. 

—Hola nena—susurra sonriente cuando se separa—te estuve llamando y no contestabas, supongo que es debido al pastel que haces—asiento separándome de él, me sonrojo cuando me doy cuenta de que mi nana sigue en la cocina. 

—Hola Owen—saluda ella mirándonos fijamente, no sé qué es lo que busca realmente, porque me analiza todo el cuerpo. 

—Hola Carolina—mi nana le sonríe y luego se levanta. 

—Supongo que es mi momento de dejarlos a solas—comenta divertida, me sonrojo un poco y Owen se ríe. Yo me alejo acomodando el pastel y luego me quito el delantal, tomo a Owen de la mano y lo subo hasta mi habitación, él se deja caer sentando en mi cama y voy hasta el baño a quitar los restos de harina de mi rostro y cuerpo. 

Cuando termino salgo y lo encuentro tomando uno de mis libros, me acerco hasta él y me lanzo sobre su cuerpo riéndome cuando él me deja ahorcadas sobre él, sus ojos verdosos me observan y luego se queda en silencio. 

—Tienes un algo que te hace ver muy hermosa últimamente, muchísimo más de lo que eres, tengo días pensando de qué se trata y no lo sé—confiesa mirándome. 

Yo muerdo mi labio inferior porque es lo mismo que me dijo mi nana, le resto importancia y mejor me enfoco en lo guapo que es mi novio. 

—Si tenemos un bebé quisiera que tuviera tus ojos—suelto lo primero que viene a mi cabeza mientras los miro—para cuando lo mire poder conservarte a ti—susurro acariciando sus mejillas con cuidado. Él me mira desde abajo con cuidado, y luego sonríe. 

—Yo quisiera tenerte a ti en miniatura, si tengo un bebé alguna vez, créeme que solo tú tendrás el derecho de ser su madre. Te amo Celeste—me inclino hacia él y lo beso. 

—Te amo Owen, siempre tendrás mi corazón, mientras siempre me des tu honestidad y sinceridad, mi corazón será tuyo—confieso—sigue cuidándolo como lo haces, soy feliz a tu lado—me acuesto sobre él, mi cabeza contra su pecho y el sonido de los latidos de su corazón en mi oído es algo que me gusta—¿te asusté?—inquiero divertida. 

—Nunca tuve miedos en mi vida Celeste, pero desde que te tengo mi miedo es perderte, no soportaría que me odiaras o te alejaras de mí, no lo toleraría—comenta y levanto la mirada, sus ojos chocan con los míos y sonrío. 

—Entonces no me pierdas, siempre lucha por mí, encuéntrame si un día huyo—susurro y él sonríe. 

—Te buscaré hasta que los medios se agoten—susurra—o hasta que entienda que no me quieres, pero eso es solo hipotético, porque no pienso dejarte ir, haré lo posible por siempre tenerte a mi lado. Siempre—y cuando él habla así, siento que es realidad sus palabras. 

Me gusta estar con él y ya no me veo en un futuro donde él me falte, lo amo. 




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