Tú eres el hombre que amo

Capítulo 26

Celeste 

 

Estoy concentrada trabajando que cuando escucho la voz de Linda alzarse, aun cuando estoy dentro de mi oficina, me hace detener de lo que hago. Pauso todo levantándome confundida y cuando salgo la encuentro con las mejillas totalmente enrojecidas de la furia. Sus ojos parecen que lanzan fuego a la persona frente a ella que es Caín. 

Mi hermano tampoco parece feliz mirándola como si ella fuese un bicho raro que solo fastidiara, es raro mirar a la mujer que no se derrita bajo el efecto de esa mirada azulada que posee mi hermano.  

Al contrario del efecto que Caín siempre tiene en las mujeres, Linda parece a apunto de apuñalarlo con el bolígrafo que sostiene con muchísima fuerza en sus manos. Creo que es la primera vez que estoy viendo esta faceta de Linda, por lo general ella siempre es calmada y dulce, justo ahora parece una fiera. 

Confundida doy unos pasos hacia ellos haciéndome notar. La furia en los ojos de Caín se suaviza cuando dan conmigo y Linda por un momento parece avergonzada de su comportamiento anterior. Mientras estoy yo, que no entiendo para nada lo que pasa. 

—¿Qué es lo que ocurre aquí?—cuestiono sonando tranquila, aunque este algo tensa. 

—Deberías despedir a esta secretaria, cree que tiene la potestad de prohibirme la entrada al lugar—la manera despectiva de Caín no le pasa desapercibida a ninguna de las dos y las mejillas de Linda se incendian más. 

—Creo que deberías controlar como te diriges a mis compañeros de trabajo Caín, ¿me explicas lo que pasó, Linda?—ella le lanza una última mala mirada a Caín para darme toda su atención. 

—El señor quería pasar sin antes pedir esperar a que usted decida si verlo o no, le impedí el paso y se puso grosero—responde con tranquilidad, mi hermano la observa incrédulo. 

—Las cosas no pasaron así, usted me insultó primero—ella solo respira hondo. 

—Le sugiero que se muestre entonces más amable con las personas o se encontrará a secretarias maleducadas como yo que le diremos sus verdades a la cara. ¿Quiere atender al señor?—me pregunta y asiento aun confusa. 

—Si, él puede pasar—ella asiente y mi hermano muestra una cara de quien gana una batalla. Ignoro el comportamiento infantil que acaba de tener Caín y vuelvo a mi oficina. Él me sigue cerrando la puerta a su espalda, tomo asiento en mi lugar dándole toda mi atención. 

Caín mantiene su mirada en mí, como si aún no estuviera acostumbrado a mirarme o hablarle, es algo que me encuentro dulce o tierno, pero no menciono. Amaba mucho a Caín, quizás ahora tengo muchas reservas con respecto a él, pero lo sigo amando. Él era quien limpiaba mis heridas cuando pequeña, quien me enseñó a montar mi primera bicicleta, quien me animaba cuando algo me salía mal o se quedaba hasta tarde para ayudarme a estudiar para mis exámenes. Si, él me hizo mucho daño, pero ahora me doy cuenta de que Caín se comportó más como un padre que mi propio padre. 

Hay mucho misterio detrás de lo que hizo porque Caín no es así, o al menos eso pensé. En el momento en que descubrí la verdad estaba muy lastimada, demasiado lastimada que nunca me puse a pensar que había cosas raras en el comportamiento de mi hermano. Siempre me cuidó de todos, incluso de los comentarios a veces mal intencionados de mamá, entonces no me explico cómo pudo lastimarme así. 

Usarme así. 

—¿Qué te trae por aquí?—cuestiono y él respira hondo. 

—Anoche fui a visitarte, pero nadie me abrió, solo quería saber que estabas bien—me sonríe con tranquilidad y yo suspiro con calma. 

Owen realmente hizo que llevaran todas mis pertenencias a su casa, luego tuvimos una discusión porque él quería que durmiera en su habitación, pero yo no quise. Tengo mi propio espacio, solo estaré en su casa por poco tiempo hasta que resuelva el problema de mi padre siendo un asno acosador y luego podré volver a mi rutina. 

La que sí parece muy feliz con nuestra estancia en la casa de Owen es Aida, la pequeña adora que estemos los tres juntos y luego de que se permitió decirle papi a Owen, casi siento miedo de que en el momento en que quiera irme él secuestre a Aida, sé la devoción que siente por su hija y lo débil que es con ella. 

—No estoy viviendo allá, me mudé—respondo con calma. 

—¿A dónde? ¿papá volvió a molestar?—hago una pequeña mueca, porque luego de que papá no me encontró, fue hasta donde Helena, como supuse que pasaría, pero tampoco me encontró. Él tiene prohibida la entrada a este edificio luego de que me pegó y estoy pensando muy seriamente que si vuelve a aparecer voy a ponerle una denuncia por acoso y maltrato. No quería llegar a esos extremos, pero él me está orillando a actuar de esa manera. 

—Estoy viviendo con Owen—soy sincera, el rostro de Caín pierde un poco de color, pero se recupera con facilidad. Él se aclara la garganta pareciendo incomodo. 

—¿Y tú confías en él de nuevo? ¿estás segura de que es sincero?—hay algo de temor en su voz por lo que le regalo una sonrisa. 

—Owen ama a su hija, hará lo que sea para mantenerla a salvo, confío en eso—él asiente. 

—Si, nunca pensé que lo vería actuar como a un padre, tu hija lo quiere mucho—asiento—¿crees que en algún momento podré acercarme a ella?—las mejillas de Caín se sonrojan un poco sorprendiéndome. 

—Depende de ti Caín, aún no estás sincero conmigo. Quiero sinceridad, quiero la verdad—Caín sonríe con tristeza. 

—Hay cosas que solo me pertenecen a mí, Celeste, que nunca te podré contar porque es parte de mi historia, pero, siempre busqué protegerte de todo, incluso de papá—parpadeo y respiro hondo. 

—Tú no parecías sorprendido de que papá viniera a pegarme... ¿acaso él...?—la simple idea me rompe el corazón. 

Papá nunca fue violento conmigo, pero, analizando el pasando cuando papá parecía muy molesto o que iba a pegarme, él se iba de mi habitación antes de hacerlo. Siempre pensé que era porque él trataba de cuidarme, de no pegarme. Ahora me pregunto si él abandonaba mi habitación para desquitarse con alguien más. 




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