Tú eres el hombre que amo

Capítulo 28

Owen 

Nunca pensé que llegaría el día en que vería a Celeste pelearse con alguien, por lo general ella es muy tranquila y calmada, es muy razonable, pero la entiendo totalmente. Me pasó lo mismo cuando escuché a mi padre decir las idioteces que dijo de ellas logrando que perdiera mi paciencia y lo golpeara. Es por eso mismo que ahora la veo peinar su pelo en silencio sentada en el tocador de su habitación. Carter y Helena están en la sala jugando con Aida. 

Es una suerte que Aida no haya presenciado lo que ocurrió, no quiero que mi hija presencie violencia y sé que Celeste no querría que ella la viera así. Es por eso que la estoy observando mientras ella termina de acomodarse para que Aida no la vea desaliñada. 

Fue Carter el que sacó a Beatrice del edificio mientras Helena se encargó de Aida. Cuando no puedo estar más tiempo sin hacer nada me acerco a ella y tomo su cepillo, Celeste me mira a través del espejo y yo simplemente comienzo a peinarle el pelo en silencio. 

—De todas las mujeres con las que podías comprometerte te involucraste con la más insoportable—una pequeña sonrisa aparece en mis labios ante sus palabras, no respondo por un momento porque realmente me gusta la suavidad de su pelo y lo largo que es. 

—Eran negocios, ellos tenían algo que yo quería—me encojo de hombros, pero los ojos de Celeste se entrecierran al mirarme, ella se gira por lo que el peinarla queda en el olvido, me pierdo en el cielo que se carga su mirada cuando se levanta desafiante. 

—Ella vino por ti, dices que era un trato, pero la escena de hace rato no pareció ser solo por un trato, ¿me estás mintiendo?—enarco una ceja ante el tono que ella emplea, su rostro está completamente serio y sus ojos tienen esa chispa de enojo que comienza a calentarme la sangre. Bajo la vista a sus labios antes de volver a mirarla a los ojos. 

—Nosotros solo tuvimos un trato, nunca llegué a siquiera tener un acercamiento sexual con Beatrice, temía que su veneno me desgarrara la polla—intento hacer un chiste, pero Celeste no se rie, al contrario, parece más molesta. 

—¿Entonces por qué ella se siente con tanto derecho sobre ti?—cuestiona levantándose, mis ojos la detallan sin perderme un solo gesto y esa furia no es solo por lo que Beatrice dijo. 

—¿Estás celosa?—inquiero en voz baja, hay una emoción que se forma con la idea de ella celándome. 

Me gusta cuando me cela. 

—¿Celosa? Ya quisieras—trata de pasar por mi lado, pero la sujeto haciendo que me mire. 

—¿Entonces son celos?—pregunto acercándome a su boca—no debería molestarte, porque yo soy celoso hasta de tu misma sombra, de cada puto hombre que se atreva desearte, porque aún no hemos compartido cama luego de esa noche, mi cama te pertenece, yo te pertenezco. Beatrice ni ninguna otra mujer estará a tu altura, porque no hay competencia, tú no tienes que pensar en mi con otra mujer cuando no puedo apartar mis ojos de ti desde que ingresas al mismo lugar donde estoy yo—susurro. 

La beso pegándola al tocador y llevo mis manos a sus muslos sentándola en el mismo lugar. Celeste me toma desde el nacimiento del cabello con una fuerza que no había empelado antes en mí devolviéndome el beso de una forma que me hace tensar la polla dentro de los pantalones y los leggins que lleva no hace nada por mi deseo, porque llevo mirándole el culo en cada oportunidad que me ha dado hoy, se ve tan sexy así y tan cómoda en esta casa, me gusta que sea de esa manera. 

Mis manos van a sus tetas y las manoseo sobre la ropa, ella se remueve y separa nuestros labios respirando agitada, acaricio su nariz con la mía y lamo mis labios. 

—¿Sabes lo que he pensado estos días?—cuestiono soltándole las tetas y ella me observa. 

—No soy adivina—se echa hacia atrás colocando espacio entre los dos. 

—Quiero al menos dos hijos más, tuyos y míos—sonrío—la princesa necesitará más hermanos, más adelante, pero los tendremos—me inclino hacia ella y tomo su labio entre mis dientes con suavidad antes de soltarlo—porque no te dejaré ir de nuevo nena, no cometeré el mismo error—me aparto y me acomodo la ropa antes de abandonar esa habitación. 

Es eso o follármela sobre ese tocador y puedo asegurar que ganas es lo que menos me faltan en este momento. 

La risa inconfundible de mi hija me calma y sonrío siguiendo el sonido. La encuentro jugando con Helena quien tiene una sonrisa hacia mi hija. Le pedí permiso a Celeste para que Carter venga hoy, él debe entregarme unos documentos que necesito revisar esta noche y yo no tenía ganas de salir, no cuando tengo todo lo que necesito en casa. Mis dos chicas. Mi mujer y mi hija. 

Aida mira a Carter y le hace ojitos encantadores que hacen reír a ese imbécil, me pongo celoso cuando noto como se le queda mirando, parece maravillada y sus mejillas totalmente rojas, luego se oculta detrás de Helena con vergüenza. 

Celeste aparece a mi lado y presencia lo mismo que yo, solo que a ella eso le causa una risa divertida. 

—Al parecer nuestra pequeña está teniendo su primer flechazo de amor—se ríe y yo le miro mal, Celeste parece sorprendida con eso y en grandes pasos me acerco a los invitados. 

Cuando me siento mi hija corre hacia mi subiéndose en mi pierna para sonreírme. 

—¿Me traicionas una vez más princesa?—cuestiono pinchándola en la barriga, eso causa que se ría. Carter parece maravillado con lo que está viendo al igual que Helena, supongo que para todos sigue siendo raro verme actuar como un padre. 

—¡Papi Owe!—se queja cuando la pincho una vez más. Celeste se acerca y saluda a Carter para ir a besar la mejilla de la pelirroja. Me siento mejor cuando me doy cuenta de que Aida parece olvidarse de Carter con mi presencia y casi saco el pecho como un cavernícola. 

—Aida, él es tu tío Carter—señala Celeste a mi mejor amigo quien se acerca a Aida con una sonrisa—lo conociste antes bebé—mi hija se sonroja y yo frunzo el ceño. 




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