Celeste
Mi sonrisa es sincera mientras ayudo a mi nana a preparar el desayuno. Estuvo lo que restó del fin de semana con nosotros a petición mía, nos pusimos al día con muchísimas cosas, le hablé de cuando me enteré del embarazo, como fueron los meses y el parto, las primeras palabras de Aida y todo lo que ella quería saber de mi bebé, quien le tomó mucha confianza luego de unas horas.
Estoy cortando los vegetales y siento el calor corporal de Owen cuando llega a la cocina y me abraza por la espalda, él aparta el cabello de mi hombro para besarme el cuello haciéndome estremecer entre sus brazos. Todavía no me acostumbro a estas sensaciones que me recorren en cuanto él me toca o me besa.
—Buenos días, nena—susurra girando mi rostro y buscando mi boca en un beso, la sangre se me calienta y él se separa dándome una sonrisa—buenos días, Carolina—saluda sin despegar su mirada de la mía.
—Buenos días, Owen—él me sonríe y se separa.
—Iré a despertar a la princesa, ¿la preparo?—me pregunta acariciando mi cintura.
—Te lo agradecería—él asiente y se aleja hacia el pasillo para ir a la habitación de Aida.
—Él realmente está loco por ustedes, adora a Aida y te quiere a ti—no menciono nada, pero la sonrisa en mi boca me delata por completo—¿qué ocurre mi niña?—suelto y suspiro deteniendo lo que hago y la miro.
—Tengo miedo de entregar todo y que rompa mi corazón—respondo despacio, en voz baja y mirando hacia el pasillo por donde se perdió Owen. Mi nana niega con una sonrisa.
—La vida es solo una Celeste, ustedes pueden construir algo muy hermoso si dejan atrás sus diferencias. ¿Lo perdonaste realmente?—me hago la misma pregunta todas las noches.
—Aun no lo tengo claro—ella corta el tema cuando se da cuenta de que Owen aparece con Aida quien está soñolienta y tiene ese puchero adorable en su boca.
—¡Mami!—estira sus manos para que la cargue por lo que lavo mis manos y tomo. De inmediato mi hija besa mis mejillas y me abraza, sonrío porque supongo que amaneció con ganas de tener a su madre cerca.
—Ayuda en el desayuno, yo me hago cargo de Aida—él asiente y besa la frente de la pequeña antes de ir a la cocina y pedirle a mi nana que le diga en qué ayudar.
Voy hasta la habitación de Aida y la siento en la cama para preparar su mochila, luego saco la ropa que le pondré y cuando tengo todo listo voy hasta mi pequeña. Sin que se lo espere le hago cosquillas haciéndola reír sin control.
—Qué bonita sonrisa tiene la pequeña de mamá—susurro besándole la nariz, ella aprieta mis mejillas y la cargo para llevarla al baño. Los baños matutinos con Aida son escandalosos, porque ella siempre tiene mucha energía, así que me toca cantarle una canción para que cepille sus dientes y luego otra mientras la visto.
Me gusta consentirla, peino su cabello dejándolo suelto con un lazo para que no queden flecos en su rostro, cuando la giro sonrío por lo bonita que se ve con su falda y blusa en conjunto.
—¿Qué tal?—pregunta mi hija dando una vuelta en el piso de su habitación.
—Estás preciosa como siempre—ella sonríe y toma mi mano, salimos de la habitación y realmente lo que hicieron Owen y nana huele delicioso. Es por eso que subo a Aida a la silla y los cuatro comenzamos a comer bajo una charla amena, Aida deja que su padre sea quien se encargue de darle el desayuno, pero al final todos la consentimos.
La pequeña consentida de la familia.
Al finalizar tanto Owen como yo nos preparamos para el trabajo y luego de despedirnos de mi nana, nos marchamos.
—Estamos a tiempo, puedo llevar a Aida y luego llevarte—comenta Owen jugando con las llaves de su coche—y luego puedo pasarte a buscar, no tengo problemas con eso—sonrío por sus palabras.
—Supongo que hoy podemos hacerlo y mañana seguir con la rutina que tenemos—le respondo ganándome que sus ojos brillen. Él acomoda a Aida y yo subo de copiloto.
En el camino Aida parece más feliz que de costumbre por lo que coloco Here Comes The Sun de The Beatles, sé cuánto le gusta la canción a Aida por lo que cantamos a todo pulmón la canción mientras su padre conduce, ella se ríe cuando giro hacia ella y le canto.
Siempre que la llevaba a su antigua guardería le colocaba esa canción, por lo que se vuelto especial para ella. Es la misma canción que comparto con Caín cada vez que nos llevaban al colegio de niños él me colocaba esa canción y durante todo el camino la escuchábamos y cantábamos.
Owen tiene una sonrisa en los labios y cuando menos lo espero él se une a nuestro concierto improvisado, reímos y Aida nos hace repetir la canción cuando esta finaliza.
Al llegar a la guardería Owen la carga y tomando mi mano nos encamina hacia el interior. Saludo a las personas que conozco y me doy cuenta de que varias madres se quedan mirando al hombre que sujeta mi mano con ojos sorprendidos.
Cuando llegamos al salón de Aida me encargo de besuquear a mi bebé por todo el rostro haciéndola reír y Owen le besa la frente, la chica que la cuida llega y dándonos una sonrisa que me parece incomoda, la toma y mi hija se aleja cuando una de sus amiguitas la llama.
Nos alejamos en silencio, él sigue sin soltar mi mano por lo que lo miro de reojo.
—¿En qué piensas?—pregunto despacio cuando llegamos a su coche, Owen me gira y me pega a la puerta del auto.
—En que quiero que toda mi vida sea así, viviendo algo cotidiano como tomar tu mano o llevar a mi hija a la guardería, los desayunos con charlas. Quiero que ustedes sigan siendo mi familia—se agacha y me besa despacio, sin importarle quien pueda mirarnos y yo me olvido de todos dejando que él me pruebe con suavidad y ternura—quiero que tengamos una cita, ¿te parece salir solo nosotros hoy?—cuestiona cuando se separa de mis labios.
—Hoy tengo trabajo—comento en voz baja.
—Yo te ayudo al volver, permíteme robarte solo unas horas Celeste, permíteme ser egoísta contigo—asiento despacio y él sonríe—vamos—me abre la puerta y subo colocándome el cinturón.
Editado: 01.07.2024