Tú eres el hombre que amo

Capítulo 38

Owen 

 

Celeste se ríe, totalmente cómoda entre mis brazos y no puedo evitar agachar mi cabeza y besar la unión de su hombro con su esbelto cuello, ella suspira y luego se ríe cuando mis manos van a sus costillas donde acaricio un poco. El sonido que sale de ella es de las cosas más hermosas que he podido escuchar. 

La risa de Celeste y de mi hija es todo lo que quiero escuchar lo que resta de mi vida.  

Al levantar la vista me encuentro con sus ojos brillando como el día más soleado y despejado del mundo, sus labios aún están algo inflamados por los besos que hemos compartidos y la sabana apenas y cubre su desnudez. 

En mi cama, entre mis brazos. Este es el lugar al que ella pertenece y del que jamás quiero que se separe. Celeste levanta una mano y la expresión que adopta me hace saber que hay algo rondando en esa bella cabecita. Ella peina mis cejas en silencio, un silencio que si no fuese por la expresión que tiene en este momento no me encontraría extraño, pero ahora sí. 

Espero tranquilo a que sea ella quien decida hablar, pero al final Celeste se da la vuelta y se incorpora para salir de la cama, solo que soy rápido tomando su mano para que no pueda dar otro paso lejos de mí, sus ojos vuelven hacia mí y la miro con tranquilidad. 

—¿Qué está mal?—ella suspira y muerde su labio inferior con inseguridad antes de volver a girarse hacia mí y suspirar. 

—¿Quién es Tania?—cuestiona ella en voz baja. 

Mi ceño se frunce con confusión. ¿De quién demonios ella me habla? Comienzo a pensar en personas importantes en mi vida personal o laboral con ese nombre, pero no ubico a nadie realmente.  

La verdad es que esperé que fuese algo relacionado con sus padres, con esos malditos infelices, que ella tuviese algo por decir. Nunca en mi vida he tomado una decisión tan difícil como lo fue tomar a mi hija y dejar a Celeste con esas dos bestias que dicen ser sus padres. 

La madre de Celeste es una bastarda manipuladora, desde un inicio lo supe, pero lo que siento por el bastardo de su padre es un sentimiento terrible que cada vez que lo veo amenaza con volverse más fuerte. Y luego de que él le pegó a Celeste solo estoy esperando un jodido descuido por su parte para desquitármela y romperle esta vez yo la cara y de paso los dos brazos por abusivo. 

—No sé de quien me hablas nena—Celeste me observa, rueda los ojos y se baja de la cama, de inmediato la desnudez de su perfecto cuerpo es lo que capta mi atención distrayéndome totalmente de la conversación. Ella se da cuenta de eso por lo que toma mi camisa del suelo y se la pone con violencia y enojo. 

—Vaya, ahora no recuerdas a quien te follas—gruñe molesta, arrugo aún más la frente y ahora soy yo quien sale de la cama tomando el bóxer y colocándomelos.  

—¿Se puede saber qué demonios ocurre? No sé quién coño es Tania, Tatiana o como sea que se llame—ella suspira y me observa con molestia. 

—Bueno, se llama Tania y te aseguro que sabes quién es, una preciosidad de piernas kilométricas que me aseguró que fue o es tu amante—las palabras la suelta con molestia—tuvo el descaro de decirme que sigues visitando su cama cada tanto tiempo, que bonito ¿no?—sé que lo último que Celeste quiere es que me ría de sus palabras, pero no puedo evitarlo. 

Comienzo a reírme como si estuviera loco y puedo ver el rostro de Celeste ponerse totalmente rojo del coraje, agarra una almohada cercana a ella y me lanza con molestia, la esquivo sin dejar de reírme de ella. 

—¿De qué diablos te ríes?—me gruñe molesta—a ver cuenta el puto chiste y yo también me entero y me pongo feliz—paro de reírme de a poco y me acerco a ella con tranquilidad, sí que está molesta, sus ojos parecen lanzarme llamas. 

—Bueno, que te aseguro que Tania es... 

Me paro por un momento y suspiro divertido cuando recuerdo quien es Tania. De que pasó por mi cama lo hizo, pero es tan importante como para que yo haya tenido que durar tanto tiempo para siquiera recordar su nombre. 

—¿Es?—me alienta. 

—Alguien con quien tuve un encuentro casual, pero sin importancia. Ni siquiera sabía su nombre hasta que me lo has repetido. Y te aseguro que la única cama en la que quiero estar visitando es la mía y la única razón por la cual me gusta visitarla, es porque sé que tú estarás en ella—mis palabras parecen bajarle la guardia, es por eso que la encierro en un abrazo—deja los celos, ya te dije que me tienes a tus pies y que no hay manera en que mis ojos miren a otra mujer, tú eres todo lo que quiero Celeste. Eres la mujer que amo—es Celeste quien ahora cruza sus manos detrás de mi cuello y me besa con un desenfreno inusual en ella. 

—La idea de que otra mujer te tenga... me hace sentir asqueada—susurra contra mis labios. 

—La idea de que otro hombre siquiera te piense, es convertirme en un posible asesino. Nena, eres todo lo que pienso, todo lo que sueño y todo lo que quiero—no digo nada más, solo la beso con más ganas de ella, de esto que parece siempre ir en aumento. 

Celeste siempre será mi adicción favorita, esa debilidad que al mismo tiempo me hace fuerte, porque esta mujer me ha mostrado la versión que puedo ser, la versión que quiero darle al mundo. Ella volvió a llenar de colores la vida monótona y abrumadora que estaba llevando, yo me estaba orillando a una vida detestable y ella regresó a darle rumbo. 

Y siempre que la miro y sus ojos brillan con todas las emociones que parece no querer dejar salir a flote todo el tiempo, las ganas de proponerle matrimonio se hacen más fuetes, tanto que me tengo que controlar para no hacer una idiotez. 

Paciencia, eso es lo que necesito, pero al mismo, lo que no tengo. 

 

*** 

Escucho a Carter parlotear sin parar mientras yo estoy estacionado en mi edificio, el día ha sido largo y solo quiero subir y estar con mis chicas, pero mi mejor amigo tiene uno de sus ataques de sinceridad haciéndome escucharlo. Ruedo los ojos cuando repite lo mismo una y otra vez, hasta que se le digo las palabras que él detesta con fuerza: te lo dije. 




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