Celeste
La maestra de Aida parece deleitada con la presencia de Owen en el salón de clases, algunos padres ya se han dado cuenta de su desvelo porque le han estado lanzando miradas confusas, pero la maestra casi podría solo sentarse encima de Owen por la manera en que lo observa. Estamos en una de las reuniones de padres, por primera vez voy acompañada del padre de mi hija. Y diré que se siente diferente, se siente bastante bien si ignoramos a la maestra de mi hija pareciendo una colegiala.
Aida no se despega de su padre y sonríe mostrando todos sus dientes, siempre que puede nos presenta a sus amiguitas del salón y es divertido cuando intenta que algún niño se acerque a Owen porque este pone la cara de malote haciendo que los niños no quieran acercarse, pobre de mi hija cuando crezca y quiera llevarle algún novio a este hombre, algo me dice que será un dolor de cabeza enorme.
—¿Por qué Aida sigue insistiendo en acercarse a niños?—gruñe molesto y ruedo los ojos tomando la pintura que me tiende mi hija para continuar con el dibujo que estamos haciendo ambas a petición de la maestra.
—Porque es una niña que tiene muchos amigos, deja de intimidarlos—las comisuras de sus labios se elevan cuando se da cuenta de que lo he atrapado. Estira su mano y me pellizca con suavidad, de inmediato le doy un manotazo alejando su mano y él extiende su sonrisa.
—No me dejas jugar con ellos—ruedo los ojos y controlo la sonrisa que se me quiere escapar.
—Tú no eres más que un hombre bastante celoso—lo acuso y él solo se dedica a arreglar algunos de los rizos de mi hija que sigue sentada a su lado.
—Papi Owen, quiero un novio—elevo la vista hacia mi hija y veo el momento justo en donde Owen se atora con su propia saliva y comienza a toser como loco ahogándose. Casi de inmediato tengo a la maestra de Aida dándole palmaditas en la espalda con cara de que pronto quedará viuda.
No sé en qué momento yo pasé a ser segundo plano, porque casi parece que la pareja de ella es Owen y no yo, esto ya está resultando bastante atrevido de su parte, el irrespetarme de esta manera.
—Estoy bien, gracias—habla él alejándose del toque de ella. La mujer se sonroja con más fuerza.
—¿Necesita algo más?—cuestiona ella con voz suave.
—Yo sí que necesito algo y es hablar con usted maestra—la mujer da un respingo sorprendida que yo le hable, le regalo una sonrisa y me levanto de la silla. Ella se incorpora mirándome como si fuese su rival.
—Claro, sígame—la sigo bajo la atenta mirada de Owen, cuando ella cierra la puerta a su espalda soy yo la que cambia la expresión de tranquilidad para darle una mirada severa.
—Creo recordar que usted es simplemente la maestra de mi hija, así que le pido que las miradas de colegiala enamorada, los toques y las atenciones que tiene sobre mi esposo las deje de lado, está usted irrespetándome con su comportamiento tan infantil. Espero que luego de esto, cosas como las que estaban pasando no vuelvan a ocurrir, ¿he sido clara?—cuestiono con tranquilidad, ella tiene todo el rostro sonrojado, no solo de la vergüenza, también de la molestia.
—Entiendo perfectamente, discúlpeme señora Remigton, no sabía que él estaba casado con usted—me trago las ganas de decirle que sí, que está casado porque lo cierto es que solté el esposo de manera automática, ni siquiera lo pensé realmente.
Regresamos al salón y me encuentro con Aida pintando el rostro de su padre, él está sonriendo al igual que mi hija. Una mujer se acerca a mí, es una de las madres de las amigas de Aida.
—Tiene usted un buen hombre ahí—es lo que me dice presenciado lo tiernos que se ven los dos jugando, Owen parece que elige los colores que Aida usará, ella parece encantada con todo lo que él hace.
—Lo tengo, él está haciendo un buen trabajo—la mujer se ríe y mira a su esposo que está dejando que sus hijos hagan lo mismo con él.
—Amo a mi familia—asiento y suspiro.
—Yo también amo a mi familia—confieso en voz baja y me acerco a ellos.
****
—Papi Owen, ¿todavía no puedo tener novio?—es la quinta vez que Aida pregunta lo mismo en poco tiempo, Owen rueda los ojos pero continúa conduciendo.
—No princesa, tú no puedes tener novio hasta que tengas 50 años—giro el rostro para ver como Aida frunce el ceño sin parecer contenta con eso.
—¡Eso es mucho tiempo!—se queja totalmente molesta.
—Exacto y si decides que luego no quieres tener novio, mucho mejor—golpeo el brazo de Owen y él se ríe.
—Mami—hace un pucherito.
—Todavía estás muy pequeña, quizá cuando estés más grande—eso parece gustarle porque comienza a cantar una de sus canciones infantiles, me doy cuenta de que no estamos yendo a casa—¿a dónde nos llevas?—cuestiono con curiosidad.
—A casa de mis padres, mamá quiere ver a Aida y como ya levantaste los castigos—ruedo los ojos y me enfoco en mejor mirarlo.
Entiendo perfectamente a la pobre maestra que cayó con este rostro y esa sonrisa, Owen está buenísimo y él lo sabe, eso le da un toque todavía mucho más atractivo. Con esa camisa negra y pantalones ajustados que le hacen ver el culo más grande cualquiera cae enloquecida.
—Me vas a desgastar—me advierte y yo me inclino hacia él cuando me fijo en que Aida juega totalmente lejana a nuestra conversación.
—Yo creo que tengo una buena manera de desgastarte y no es precisamente mirándote—con los ojos bien abiertos Owen gira a mirarme por un segundo, una sonrisa se posa en mi boca y me acomodo en mi asiento ignorándolo totalmente.
El camino es de un agradable silencio que es interrumpido varias veces por Aida con una de sus elocuentes preguntas, al menos no vuelve a preguntarle a su padre si puede tener novio o creo que Owen de verdad la encerraría en casa hasta que cumpla los 50 años.
Editado: 01.07.2024